España
El Gobierno de Pedro Sánchez

Los feos de Torra al Rey torpedean la política de mano tendida de Moncloa hacia la Generalitat

El Gobierno de Pedro Sánchez no quiere alimentar una nueva espiral de tensión con Cataluña. Pero su anunciado «proceso de normalización y de distensión» (según los términos del propio Gobierno) choca con los desprecios y ataques de Quim Torra a las instituciones españolas. Entre ellas, y como objetivo preferente, la Corona. Gestos como los que el presidente de la Generalitat ha desplegado este viernes con motivo de la presencia del Rey en la inauguración de los Juegos Mediterráneos en Tarragona ponen muy difíciles las cosas al Ejecutivo.

Torra primero ha anunciado la ruptura de relaciones con la Monarquía, y, ya por la tarde, ha optado por irse a saludar a los CDR (las células de agitación callejera del separatismo) antes que a Felipe VI. Todo ello tras varios días amagando con dar plantón al monarca, y atacarle por su defensa de la soberanía nacional el pasado 3 de octubre.

En su línea de buscar el conflicto, y en una elemental falta de respeto institucional, Quim Torra lo anunciaba horas antes del viaje del Rey a Cataluña. Torra ha acudido hacia las 18:30 horas a la zona del anfiteatro de Tarragona para saludar y alentar a los miembros de los CDR y de la ANC que han protagonizado una manifestación de signo golpista contra el Rey bajo el lema de ‘Que corra el Borbón’.

Descortesía  y amenazas

Sólo después de encontrarse con los separatistas ha acudido Torra al acto institucional con el que se han inaugurado los Juegos del Mediterráneo. Una descortesía al Jefe del Estado, a los millones de catalanes a los que representa, y al resto de España, que ha seguido a un discurso de reproches y amenazas  pronunciado horas antes. Comenzando por su renuncia a la vicepresidencia honorífica de la Fundación Princesa de Gerona.

Torra primero ha anunciado la ruptura de relaciones con la Monarquía, y, ya por la tarde, ha optado por irse a saludar a los CDR antes que a Felipe VI

España «no volverá a echar al president de Cataluña» y «los Juegos se hacen en nuestro país, los hemos pagado entre todos y es nuestra casa» ha dicho el líder xenófobo para explicar por qué finalmente acudía a Tarragona tras barajar no hacerlo. La arrogancia de Quim Torra ha corrido pareja a una grosería insólita en un presidente regional: » No iré a hacerme fotos, no nos interesan las fotografías con los que avalan la represión», ha dicho en tono desafiante.

El sucesor del golpista Carles Puigdemont se ha ufanado de que «no invitará al Rey a ninguno de los actos organizados por la Generalitat y tampoco asistirá a ninguno de los organizados por la Casa Real. Ni él, ni ningún miembro del Govern. No va a condicionar a nuestras instituciones «, avanzaba. Torra no ha perdido la ocasión de exigir la excarcelación de los líderes golpistas («nueve demócratas» en el argumentario del separatismo) e incluso ha exigido al monarca que pida perdón.

El Gobierno defiende al Rey

De esta forma, el dirigente separatista busca el cuerpo a cuerpo con la máxima representación del Estado, mientras el Gobierno se ha visto obligado a salir al paso ante la actitud del presidente catalán y a defender el papel del monarca. Lo ha hecho a través de la portavoz del Gobierno. En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, Isabel Celaá se ha referido así a esas muestras de desprecio de Torra. Sobre su anuncio de cortar relaciones con la Casa Real, ha afirmado: «Si la Generalitat no desea tener al Rey y decide no invitarlo, no será un problema para el Rey, que no recibe ningún menoscabo, pero sí lo es para Cataluña».

Celaá ha recordado que «el Rey cumplió con sus obligaciones institucionales» el pasado 3-O , cuando en una alocución se alineó con el entonces Ejecutivo del PP que decidió impedir por la fuerza el referéndum que el Tribunal Constitucional declaró ilegal. «Felipe VI reafirmó el poder de las instituciones españolas», ha añadido. Para la ministra portavoz, la decisión de Quim Torra «significa que la Generalitat no representa a la totalidad de Cataluña».

Pero el Ejecutivo no ha querido añadir más leña al fuego limitándose a mantener «una actitud constructiva» y ese «empeño de normalizar» la situación con la Generalitat. La portavoz del Gobierno señalaba que  “el más fuerte”, el Estado, debe “tender la mano” a Cataluña. «La fase de denuncia ya la hicimos. Ahora toca iniciar la cura, el tratamiento, por eso nosotros nos vamos a mantener en este tono de diálogo», ha insistido. Y ello pese a que dialogar requiera dos partes, y una de ellas, la que se niega a hacerlo, no sólo representa a los líderes de un golpe de Estado sino que además ofrece  síntomas de un grado de radicalidad que hará aún más complicada la tarea.