España

Escohotado: «Sánchez nos llevará a otra crisis como la de Zapatero, que es un talento del mal»

El filósofo Antonio Escohotado (Madrid, 1941) ha dedicado diez años de su vida a investigar la historia del Comunismo y ha plasmado el resultado en Los enemigos del comercio, la monumental obra que culmina su trayectoria como intelectual. Escohotado ha publicado ahora Mi Ibiza privada, en la que rememora cómo convirtió la isla pitiusa en su particular paraíso de libertad, durante los últimos años del Franquismo. En el día que cumple 78 años, el maestro Escohotado recibe a OKDIARIO en su casa de Galapagar, muy próxima y mucho más modesta que la dacha soviética del líder de Podemos, Pablo Iglesias.

–¿El empeño de Pedro Sánchez por sacar a Franco del Valle de los Caídos es un intento de mantener siempre vivo el recuerdo de la guerra civil?

–Claro, Zapatero debería estar en la cárcel por múltiples razones, fundamentalmente por abuso de poder, que es un delito grave, es prisión mayor, tanto más grave si se trata del primer magistrado del país. Lo de la Memoria Histórica es una cosa sardónica: analfabetos censores insisten en que la censura, el sesgo y la falsedad se impongan por Ley. Pues yo no me conformo. No me conformo con que se levante el hacha de la guerra que estaba tranquilamente enterrada. No me conformo con que se quiera amargar y jorobar las relaciones de padres e hijos, las relaciones de esposos y esposas. No me conformo con que se subvencione el separatismo. No me conformo con que los genios sean la señorita Aído y la señorita Pajín. Pero claro, Zapatero se puede considerar un talento del mal, mientras que Sánchez es más bien un fosfeno, una apariencia, es lo que queda cuando cerramos los ojos y se encienden y apagan unas lucecitas. Esto es Pedro Sánchez, por ahora; es de suponer que nos va a llevar a una crisis económica como la que nos llevó Zapatero. Porque son personas que en vez de estudiar las fuentes de ingresos se dedican a gastar, casualmente el dinero ajeno, porque a ellos les va privadamente muy bien la cosa, ya lo sabemos. Ya lo vemos con Pablo Iglesias que tiene aquí arriba, a pocos metros de esta casa, su chalé, que vale cuatro veces más.

–Ahora que son vecinos, ¿Pablo Iglesias ya le ha invitado a cenar?

–No, me hizo aquella entrevista y fue cortés y gentil, y luego estuvimos tomando muchas copas en un bar muy simpático de Madrid. A mí me gustan esas cosas de Podemos de ¡Fuera la casta! Entre otras cosas, porque en el 82 yo empecé a insistir en que en España la clase política era una casta, es decir, que se heredaban las cosas, igual que ha heredado Raúl Castro de Fidel… la dictadura de tipo rojo tiende a convertirse en monarquía. Y en España, yo recuerdo que votamos con mucha ilusión tanto a Suárez como a González, pero luego González empezó a rodearse de aquellos incompetentes que el 99% acabó en la cárcel. Aquello fue ya un primer aldabonazo, por si poco le faltase al pueblo español para ser excitado a la envidia y la codicia.

–Tras su experiencia como propagandista de Hugo Chávez, ¿cree que Juan Carlos Monedero sería un buen ministro de Pedro Sánchez?

–¿Ministro de qué? (ríe) Estoy dividido, mi trato personal con ellos es gentil y debo corresponder con gentileza. Si hablamos de las ideas, ya puedo explayarme. No se me ocurre qué tipo de cargo público se puede dar a Podemos. En educación son claramente sesgados y sería dantesco. En economía, es que todavía no saben el ABC, no saben nada. Se les pregunta ¿qué conexión tiene el interés del dinero con el nivel de precios? No pueden decir una sola palabra. Tampoco si les hablas de los mecanismos que desatan la prima de riesgo, los pánicos. Los dos últimos premios Nobel se dedican a lo que se llama ahora Psicología Económica, que permite precisar hasta qué punto noticias de un tipo u otro afectan a la decisión racional de los inversores. Pues tampoco tienen ni idea. Áreas económicas no les puedes dar, áreas culturales mucho menos. ¿Qué área le damos? ¿Control de la Policía? Si acabas de reconocer que has empezado tu carrera con patrocinio iraní y venezolano, ¿cómo te vamos a dar la Policía? Se da la típica encrucijada en la que se meten los que obran al revés de lo que dicen, llega un momento en el que la incoherencia estalla, y es lo que le está pasando a este hombre [Pablo Iglesias] al pedir una cartera. Claro que se lo pregunta un señor que hemos definido antes como un fosfeno, una copia irreal de Zapatero.

–Ya en 2015, para pactar con el PSOE Pablo Iglesias pedía el control de TVE, el CNI, la Policía y la Guardia Civil, la Justicia… ¿No suena bastante totalitario?

–Pero bueno, por favor, ¿cómo pretende tener la más mínima relación con el Derecho una ideología que, como dijo el presidente del Tribunal Supremo de la URSS, el año que se constituyó, el 23 o 24: el comunismo viene a abolir el Derecho, viene a convertir el Derecho en decretos. Algo aplicable en Venezuela, la China de Mao o la Camboya de Pol Pot. ¿Cómo se puede dar una rama del Derecho a personas que quieren destruir el Derecho? ¿Cómo podemos darles Sanidad viendo lo que está pasando con la Venezuela de Maduro? Llega un momento en que la incoherencia se convierte en parálisis, es exactamente lo que sucede ahora.

–En una conferencia, Pablo Iglesias se comparó con el tren sellado de Lenin: ‘igual que Alemania envió a Lenin para desestabilizar Rusia, a mí me paga la televisión de Irán, un régimen terrible que lapida a las mujeres… ¿Cómo no lo vamos a aprovechar?’

–Es un rostro realmente de cemento armado. Piensa que la meta es llegar al poder, que es lo que decía Lenin, y llegar al poder solos. Al poco de dar el golpe de Estado sus propios colegas dicen a Lenin: Oye, que entren también los otros en el Gobierno, no queremos crear una dictadura. Y por poco no los fusila. Porque para él era esencial gobernar en solitario, partido único, cosa que naturalmente han cogido como un maná Mao, Fidel… son personas de esa naturaleza, no son políticos ni estadistas, son aspirantes de domadores de personas.

–Tal como explica en ‘Los enemigos del comercio’, la Revolución rusa fue en realidad un golpe de Estado contra el primer gobierno democrático de Rusia.

–Es un golpe de Estado contra el pueblo, los primeros encarcelados son los secretarios generales de los sindicatos de ferrocarriles, de correos, de siderurgia… Claramente es un golpe de Estado de cuatro señoritos cruelísimos, que nombran al polaco Dzerzhinski jefe de la Checa y empiezan a matar fulminantemente desde el primer día. Aquel famoso decreto inicial decía: será encarcelado o fusilado cualquiera que esparza el más mínimo rumor contra el Gobierno. ¿Dónde se ha visto una norma que diga que quien esparza el más mínimo rumor será perseguido con la muerte? Hay que echarle rostro, amigo mío, y crueldad.

–En ‘Los enemigos del comercio’ muestra a Lenin como un personaje bastante cobarde.

–En cambio su hermano era muy valiente. Parece mentira, pero en la universidades y en la Secundaria se difunden embustes en cadena, unas veces por omisiones y otras por afirmaciones. Lenin fue un agente del servicio secreto alemán, al que dieron entre 20 y 50 millones de marcos oro, que en aquella Rusia terriblemente desmoralizada de enero y febrero de 1917 compraron todo, le abrieron todas las puertas. Pasaron de ser un partidito mínimo a quedar en segundo lugar en las elecciones, con 20 millones de votos, una cosa inconcebible. Cierto que los socialrevolucionarios obtuvieron un poco más de 40, pero aún así, cómo se nos sigue contando esta historia tan estúpida. Es como si le diéramos la razón a Dickens y Victor Hugo, que son una colección de embustes uno detrás de otro. Hubo una señora que procesó a Dickens en los tribunales porque fue a Manchester y dijo: llevo tres novelas de Dickens en las que asegura que todo el mundo va cubierto de hollín de arriba abajo, y yo veo una ciudad mucho más limpia que Londres. Y acuérdate de Los Miserables de Victor Hugo, la novela más leída de todos los tiempos, que empieza con que el protagonista, Jean Valjean, es condenado perpetuamente a galeras por un hurto famélico, cuando el Código Penal Francés reconoce precisamente el hurto famélico como una causa de inimputabilidad. ¿Cómo se puede tragar el público una sarta de embustes y memeces sentimentaloides amarillistas…? Pues así seguimos.

–¿Por qué en las universidades españolas se sigue enseñando el comunismo como una ideología bienintencionada en lugar de lo que fue, un baño de sangre?

–Porque son comunistas. La conciencia dominante es la conciencia roja. Es muy gracioso leer a Gramsi, que decía: todavía no hemos conseguido la hegemonía cultural, tenemos que conseguirla. Pues ya la han conseguido, en todo el mundo. Incluido ahora en las universidades norteamericana, en los institutos de Secundaria norteamericanos, salvo en los feudos republicanos. La rama del Partido Demócrata americano se ha convertido en una cosa de posverdad políticamente correcta, pero detrás no hay más que marxismo contrariado. Es decir, qué disgusto que la clase obrera no vota comunista, qué disgusto. Pero ya no hay forma de negarlo. Eso es lo que pasó en los años 70, justo después de mayo del 68, y entonces es cuando viene la gran ola terrorista de ETA, Brigadas Rojas… y sobre todo las derivaciones suramericanas, que son las más salvajes de la historia universal, como los montoneros y Sendero Luminoso.

–¿La fascinación por la violencia política es una de las señas de identidad de Podemos y de Pablo Iglesias?

–Yo no sé hasta qué punto Pablo se cree lo que dice. Antes de mudarse aquí, cuando vivía en Vallecas decía que echaba de menos el rencor de clase, que esa es la brújula… yo tomándome unos tequilas con él no noté que esto hubiera calado en él como caló en Lenin, o en [el Che] Guevara, que era un killer vocacional.

Las dos últimas obras de Antonio Escohotado: ‘Los enemigos del comercio’ y ‘Mi Ibiza privada’.

–¿Por qué situamos al fascismo en la extrema derecha si es una escisión del socialismo?

–Es pura mentira, es un embuste grotesco. Además Mussolini es, de todos los líderes políticos del siglo XX de la rama totalitaria, con muchísima diferencia el que menos mata. Creo que hay entre siete y once causas de terroristas activos, que terminan en pena de muerte en los años 20 y 30 de Italia. Claro, en las purgas de Stalin hablamos de millones de personas. Stalin llega a hacer aquella increíble salvajada de decir a sus subordinados: mira, no se trata de matar a fulano o mengano, se trata de matar a los principales de cada rama y en cierta proporción. Por eso se encuentra el gran problema ante la invasión de Hitler, porque acaba de fusilar a todos sus mariscales, a todos sus generales y prácticamente de descabezar al ejército de coronel para arriba. ¿Por qué un chaval ahora sigue pensando que Stalin es fenómeno? Para conseguir eso tiene que no leer nada, o leer sólo una franja de libros, probablemente la que permiten en Cuba o la que permitían en la Camboya de Pol Pot… Y sigue durando, veremos.

–¿Y a la inversa, por qué es tan difícil vender el liberalismo, la defensa de las libertades?

–¿Quién puede hablar mal de la libertad, más que un infeliz, un muñón de alma? Liberal tiene dos sentidos muy claros: uno es generoso, pródigo, magnánimo… así es como lo encuentras en El Quijote. En el otro sentido, es quien defiende la libertad del vecino. Oiga, ¿qué mal le ve usted a eso? ¿Cómo se atreve a decir algo contra la libertad? Si la libertad ni se come, ni se pesa, ni se mide, ni se ve, pero te la quitan y te enteras rápido, de que te han quitado la vida entera, te han degradado a un ser inhumano, un esclavo. Pero les gusta ser esclavos. Lo primero que hizo Lenin fue el famoso reclutamiento industrial obligatorio, que es prácticamente decir: aquí se acaba eso de que usted trabaja en lo que quiere o vive donde quiere. Usted ahora, como el esclavo romano, está en este sitio y necesita un pasaporte interior para pasar de un municipio a otro. O trabaja por el sueldo que yo le diga. El propio Lenin reconoce en un discurso a los dos años de tomar el poder que la capacidad adquisitiva del pueblo ruso ha caído en dos terceras partes desde que él está en el poder. Es que es lo de menos. Con tal de matar a quien tú quieres y robar, pues ya está bien. Y eso encima es lo que el pueblo desea, lo que necesitan los pobres. Es todo tan delirante, amigo mío…

–¿Podemos y el independentismo catalán son dos formas de populismo? ¿También Vox?

–Para nada. Vox es la zona no hipócrita del PP. Y como se acabó la derecha al terminar la II Guerra Mundial y todo el mundo se fue al centro, yo entiendo que los de Vox, no sé si la palabra puede ser un poco dura: pueblerinos, localistas, tradicionalistas… pero menos hipócritas que el PP y del mismo pensamiento. Yo los pongo en la etiqueta de conservadores.

–¿Y en cuanto al independentismo catalán?

–El independentismo catalán va con quien le toque. La primera Guerra Carlista, básicamente catalana más aún que vasca, es porque les parecía demasiado liberal Fernando VII, hay que fastidiarse. Pero en el bareto de Igualada o de Manresa, unas personas semianalfabetas en el siglo XIX, ¿qué van a pensar sobre esto? En cambio el pensamiento de ‘voy en contra, me molesta la dicha ajena’, esto ya es mucho más básico, arraiga mucho mejor, lo mismo en Cataluña que en Tahití. Hay gente para ese sentimiento en todas partes. Los catalanes no son básicamente rojos, otra cosa es que les han enseñado en el Bachillerato, como a ti o como a mí, que el rico y el empleador son malos. En fin, una sarta de embustes. Pero para estas personas son como las vigas maestras de sus casas, le quitas la viga y se derrumba el chiringuito.

–¿Puigdemont quería ser Lluís Companys, y ha acabado convertido en Josep Dencàs, el conseller que huyó por la alcantarilla tras la declaración de independencia de 1934?

–Es un ser ridículo, pero por lo visto consigue lo que desea, que es dinero.