España
Inseguridad en Barcelona

Se dispara un 300% la venta de sprays de defensa personal en la Barcelona de Colau

El perfil del comprador es una mujer mayor de 30 años aunque cada vez se vende más a hombres

El Kubotan o llavero de defensa personal, cada vez más demandado en Barcelona

Una asociación de la Policía pide desplegarse en Barcelona por la inseguridad

Muchos barceloneses, hartos de la inseguridad en las calles, han decidido protegerse a sí mismos. Las ventas de sprays y aerosoles de defensa personal se han disparado un 300 por cien “en los últimos tres o cuatro meses”, según confirman fuentes del sector.

Robos, agresiones, homicidios, abusos sexuales… la colección de delitos que se producen cada semana en la Barcelona de Colau comienza a ser alarmante. Al menos así lo entienden habitantes de la ciudad que en los últimos meses han optado por adquirir soluciones para poder protegerse de posibles asaltos.

Basta un dato: según las cifras internas que maneja una de las armerías más populares de la ciudad, que pide no ser citada en esta información, la venta de sprays y aerosoles de autodefensa se ha multiplicado por tres en solo unos meses. En otros establecimientos las cifras son semejantes, incluso mayores.

Concretamente, desde abril hasta agosto se ha notado un repunte nunca antes visto en la venta de este tipo de artilugios. Para poder acceder a su compra la ley establece que el comprador debe ser mayor de 18 años y el spray debe ser homologado.

Mujeres de más de 30

“Viene gente muy preocupada por su seguridad, por lo que ve todo el día en las noticias. Hemos notado un fuerte repunte de ventas” admite una vendedora con décadas de experiencia en el sector.

Desde otra armería aseguran que el perfil de comprador es un “60 por ciento mujeres”, casi todas mayores de 30 años, aunque cada vez hay más chicas jóvenes y hombres. “Me ha venido un hombre con su mujer para comprarle un spray a ella y se han acabado llevando uno cada uno”. “La gente tiene miedo, es real, se percibe una inseguridad ciudadana bestial” advierten.

Uno de los sprays más vendidos en Barcelona.

“Antes pasaban cosas de noche en algunos barrios, ahora en toda la ciudad y a las once de la mañana. Las condiciones han cambiado totalmente. Antes los clientes que teníamos vivían en barrios conflictivos, ahora vienen de toda la ciudad. Estamos alucinados” admite un comerciante.

Los sprays más demandados son los de base de gas pimienta, en forma de aerosol o chorro balístico. Tienen un precio aproximado de entre 20 y 30 euros según la marca.

Evitar vender a delincuentes

Sin embargo, conscientes de que este tipo de dispositivos pueden ser utilizados precisamente como arma para cometer asaltos, las tiendas confirman que han extremado las precauciones a la hora de facilitarlas a sus clientes. Se exige el Documento Nacional de Identidad “original, no en copia” y se analiza sobre la marcha el perfil del cliente.

Se busca evitar que estos aerosoles acaben en manos de los delincuentes. Se han registrado numerosos casos en los últimos meses. En abril, un grupo de delincuentes asaltó a varios taxistas utilizando este tipo de dispositivo. Esta misma semana dos jóvenes turistas fueron asaltados con uno de estos sprays para robarles un teléfono móvil y tuvieron que ser atendidos por los servicios de emergencia:

 

El llavero antiagresiones

Lo que también se ha notado en el sector, según ha podido constatar OKDIARIO, es el creciente interés en otro dispositivo de defensa personal: el Kubotan. Se trata de un llavero en forma de pequeño bastón, normalmente acabado en punta redondeada, que se utiliza para golpear en zonas sensibles del cuerpo de un agresor. Es un arma tradicionalmente usada en varias disciplinas de artes marciales japonesas. Generalmente su impacto se dirige hacia puntos vitales y lugares donde hay nervios que pueden provocar una parálisis temporal, suficiente para que la víctima pueda huir de forma inmediata.

Un modelo de Kubotan.

Algunos de los comerciantes que ofrecen estos Kubotan en su catálogo se muestran reticentes a venderlos a “gente de la calle”. Ciertos establecimientos sólo los venden a aquellas personas que demuestren un uso profesional del artilugio, ya sea policías, escoltas o agentes de seguridad privada.