La CUP y los ‘cachorros’ de Arran organizan una «fiesta infantil antifascista» en Manresa
El discurso con el que el presidente Quim Torra pretende criminalizar a más de la mitad de los catalanes, todos los que rechazan el proceso de independencia, comienza a calar también entre los más pequeños. Al menos es lo que pretende la CUP.
Coincidiendo con la Fiesta Mayor de Manresa (Barcelona), la CUP y sus cachorros de Arran han celebrado este martes una jornada de «fiesta infantil antifascista», destinada a inculcar a los niños sus mensajes políticos de extrema izquierda a través de juegos y talleres.
Tal como anunciaba la convocatoria, la fiesta se inició a las seis y media de la tarde en la Plaza Europa de Manresa, con «juegos de agua y un taller de estampación antifascista», para que los niños aprendan a decorar su ropa con simbología política violenta. «Trae tus prendas y haz tu estampado con diseño a cargo de Sussana Ayala», explica el programa. A continuación, se desarrolló un espectáculo de animación musical y teatro para niños, con el grupo Mimulus.
Mientras tanto, en otro punto próximo de la ciudad, la Plaça de Sant Ignasi Malalt, la CUP celebraba otro acto dirigido al público más adulto: una charla sobre «La persecución y criminalización de la lucha contra el fascismo», con tres invitados antisistema: una abogada de Alerta Solidaria, una imputada por enfrentarse a los xenófobos de la Plataforma per Catalunya (PxC) en Vilafranca, y una detenida en la pelea con armas registradas en Sants el 12 de octubre de 2013 entre dos grupos de «antifascistas» y «ultras».
De este modo, mientras los padres asistían a la charla sobre «la lucha contra el fascismo», podían dejar a sus hijos entretenidos, a pocos metros de allí, en el «taller de estampación antifascista».
En su programa, los organizadores explican que quieren celebrar así «un año en el que hemos tocado la libertad con los dedos, pero en el que el fascismo también se ha mostrado con su rostro devastador: represión policial y judicial, ataques en las calles, racismo y blindaje de la Europa fortaleza».
Estos actos se enmarcan en la llamada «Fiesta Mayor Alternativa de Manresa», que todos los veranos organiza en este municipio la CUP, sus juventudes de Arran, el Ateneo la Sèquia y la plataforma de Afectados por las Hipotecas en Cataluña (PAHC) que años atrás lideraba la hoy alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.
Este año, el programa de la «Fiesta Mayor Alternativa» de Manresa se prolonga desde el 18 al 26 de agosto. Se inició el domingo con un «taller de defensa feminista para mujeres, lesbianas y trans». Ha continuado el miércoles con una mesa redonda sobre «La impunidad ultra en nuestra comarca» (con la presencia del alcalde de Balsareny, Isidre Viu, de ERC) y una manifestación que ha recorrido las calles de la ciudad con el lema: «El fascismo avanza si no se combate».
El programa festivo continúa el jueves con el «juego de la bandera», una competición popular que toma el nombre de «la batalla del Ebro» en alusión al escenario bélico de la Guerra Civil.
Este programa alternativo, tolerado por el Ayuntamiento de Manresa que gobierna el PDeCAT, se anuncia con un vídeo bastante violento, lleno de imágenes de milicianos disparando sus armas durante la guerra civil, junto a escenas actuales de la ciudad.
Se trata, en suma, de legitimar el uso de la violencia con el pretexto de combatir el «fascismo». El propio presidente Quim Torra ha dado alas a esta tesis al asegurar que Cataluña sufre «una oleada de ataques fascistas», en alusión a los constitucionalistas que salen a la calle a quitar lazos amarillos. De este modo, pretende identificar con el fascismo a todos los que rechazan el procés: desde Ciudadanos (C’s) al PP, PSC, Sociedad Civil Catalana (SCC) y todos los catalanes constitucionalistas.
El vídeo constituye, por otro lado, un homenaje a las milicias anarquistas y «antifascistas» de la FAI, que pasaron los primeros meses de la Guerra Civil asesinando a los comunistas del POUM, de orientación trotskista, con las armas que les había repartido la Generalitat de Lluís Companys. Todo ello, cuando ya habían terminado de asesinar a los católicos.
Y éste fue el principal hecho diferencial de la Guerra Civil en Cataluña: las distintas facciones del bando republicano que apoyaban a Companys se pasaron meses asesinándose entre sí por rencillas políticas, como tuvo que lamentar el presidente Manuel Azaña en sus diarios y como retrató George Orwell en su Homenaje a Cataluña. Uno de los episodios más negros de la guerra civil, que ahora reivindican como pasado épico tanto la CUP como el presidente Quim Torra.
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