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Segunda jornada de caceroladas contra el Gobierno por la nefasta gestión de la crisis del coronavirus

Miles de españoles se han sumado este domingo, por segundo día consecutivo, a la cacerolada contra el Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias por la nefasta gestión de la crisis del coronavirus, que ya se ha cobrado más de 1.700 vidas en apenas dos semanas.

Se trata de una convocatoria ciudadana, no vinculada a ningún partido, para expresar el malestar por la cadena de errores cometidos por el Gobierno, que se negó a suspender las manifestaciones multitudinarias del 8M (la de Madrid reunió a más de 100.000 personas) cuando las principales autoridades sanitarias internacionales ya habían advertido de la gravedad de la epidemia del Covid-19.

El pasado sábado a las 21 horas (pocos minutos antes de que Pedro Sánchez compareciera en una rueda de prensa televisada), miles de personas se sumaron a esta cacerolada en las principales ciudades españolas. Las redes sociales han difundido una convocatoria para repetir esta protesta todos los días, a las 9 de la noche, para mostrar el malestar de los ciudadanos contra el Gobierno.

Aunque Pedro Sánchez había pedido unidad a todos los partidos, para evitar las críticas a su gestión, Podemos rompió esta neutralidad organizando el miércoles una cacerolada contra el Rey, que se saldó con un rotundo fracaso.

Sin embargo, los errores cometidos por el Gobierno del PSOE y Podemos han colmado la paciencia de muchos ciudadanos. El Ejecutivo de Pedro Sánchez llamó a participar masivamente en las manifestaciones del 8M para convertirlas en un acto de propaganda.

Basta recordar que, de entre los asistentes a estas manifestaciones, ya han dado positivo en coronavirus las ministras Irene Montero y Carolina Darias; la mujer de Pedro Sánchez, Begoña Gómez, su madre y su suegro. Por su parte, Pablo Iglesias ha roto reiteradamente la cuarentena para ofrecer ruedas de prensa.

Y sólo tras las marchas feministas, que han contribuido a extender exponencialmente los contagios, el Gobierno planteó las primeras medidas de confinamiento para intentar detener la infección. Fruto de esta improvisación, dos semana después los centros sanitarios sufren una dramática escasez de mascarillas y respiradores. La falta de test para detectar el Covid-19 ha hecho que sólo se realicen a los pacientes que muestran los síntomas más graves.