Puigdemont duerme en una celda de 7 m2, lee libros en inglés y ha de convivir con asesinos y pederastas
Desde este martes, el ex presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, duerme en una de las 44 celdas para presos preventivos de la cárcel de Neumünster, donde fue trasladado el domingo horas después de ser detenido. En la celda, de unos 7 metros cuadrados con una cama individual, un pequeño pupitre y televisor, Puigdemont se encuentra solo sin compañía de ningún otro preso, aunque entre los preventivos hay asesinos y pederastas.
También está solo en Alemania, ya que sobre las 18 horas, los últimos colaboradores del ex presidente que quedaban en Neumünster, abandonaron el país con el mismo coche en el que fue detenido, con rumbo a Waterloo (Bélgica). A la misma hora, con escala en Zurich, partía hacia Barcelona su abogado Jaume Alonso-Cuevillas.
Puigdemont puede realizar llamadas pero no le pueden llamar. Dispondrá de dos horas de visita al mes, con horarios muy estrictos para recibir familiares amigos que necesitarán un certificado previo, y tendrá más tiempo, pero también con restricciones, para verse con sus abogados. La cárcel por eso, con ayuda de un funcionario, le permitirá conectarse por Skype de forma periódica, con lo que podrá continuar dirigiendo las reuniones de su grupo parlamentario.
Consciente de que la celda en la que ha pasado la última noche va a ser el espacio donde va a tener que pasar los próximos días, más tras ver la marcha de sus abogados y su equipo más próximo a sabiendas que no habrá movimientos de los tribunales como mínimo hasta después de Semana Santa, el ex presidente ha matado el tiempo escribiendo y leyendo un libro en inglés del catálogo del centro penitenciario, según el testimonio de una de las personas que están al cuidado de Puigdemont.
Se integra con el resto de reclusos
Esta misma persona asegura que el líder independentista ha intercambiado también algunas palabras con otros reclusos que están en su mismo módulo, a quienes asegura les ha explicado el motivo por el cual él está ingresado en esa prisión.
Su rutina ayer empezó muy pronto por la mañana, sobre las 6.30 horas. Sobre las siete desayunó y, a sobre las 12.30 del mediodía, horas antes de la visita de sus abogados, tomó el almuerzo como el resto de presos, compartiendo comedor con ellos por primera vez. Sobre las 18.30 horas volvía a adentrarse en el comedor para tomar un menú frío, según fuentes del centro penitenciario. Durante la mañana, Puigdemont también salió al patio a dar un paseo y tomar un primer contacto con el resto de reclusos pendientes de juicio, entre los cuales hay dos asesinos y un pederasta.
El funcionario reconoce que “es un preso tranquilo, que está un poco descolocado pero que no da ningún problema”. El único revuelo que ha causado su llegada ha sido entre el resto de presos, que a través de las televisiones que tienen en sus celdas ven a diario desde el domingo a su nuevo compañero de instalaciones “como si fuera una estrella”, habría comentado uno de los presos en voz alta ante los funcionarios. Presos que, a juzgar por la sonrisa de un reo esposado que sacaron dos policías por la puerta principal para trasladarlo al edifico de los juzgados situado justo al lado, viven la experiencia carcelaria con una cierta calma.
Los funcionarios del penal también están adaptándose a este nuevo interno, el más mediático desde la estancia en 1933 del escritor Hans Fallada por ser hostil al estado alemán. El funcionario asegura que “hemos recibido muchos correos electrónicos procedentes del territorio del preso pidiéndonos que le dejemos en libertad, como si eso dependiera de nosotros”.
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