Urkullu pide al PSOE soberanía compartida y un referéndum a cambio de apoyar los Presupuestos
Íñigo Urkullu quiere una Ley de Claridad a la canadiense para celebrar un referéndum de autodeterminación
Iñigo Urkullu se reunió con Pablo Iglesias para negociar el apoyo a los Presupuestos. Y líder de los nacionalistas vascos ha mantenido permanentemente abierta la vía de negociación con el Gobierno y el PSOE. El resultado ya está encima de la mesa. El PNV reclama que se den avances significativos en una dirección -la separatista- pero con dos apoyos: el primero, el planteamiento de un esquema de soberanía compartida basada en la autodeterminación; el segundo, el inicio de los preparativos de una ley de claridad a la canadiense para poder impulsar un referéndum de autodeterminación.
El PNV sabe que debe mantener una apariencia separatista para no perder el voto de su base más radical. Pero también sabe que el acercamiento a esa ruptura plena con el resto de España le llevaría a una situación donde los que más ganarían no serían ellos sine EH Bildu –y su aliado Podemos–. Por eso, las conversaciones con Iglesias han servido para impulsar una vía intermedia que también permite a Podemos mantener un cierto liderazgo sin ceder el testigo a partidos separatistas puros.
El plan canadiense
Ahí es donde surge el plan canadiense. Se trata de una idea que ya ha defendido Podemos. Y que toma como base el doble referéndum independentista celebrado en Quebec en 1980 y 1995 con las condiciones establecidas en lo que se bautizó como ‘Ley de Claridad’. Elkarrekin Podemos lo ha empezado a defender ya por medio de una propuesta oficial.
No se trata de un tiro al aire. El propio presidente, Pedro Sánchez, se refirió a esta posibilidad en su rueda de prensa conjunta con el presidente canadiense Justin Trudeau: “Desde el respeto a la legalidad se puede encontrar una solución para garantizar la convivencia, afirmó Sánchez desde Canadá.
Podemos cogió ya el guante en aquel momento y registró en el Parlamento Vasco la iniciativa para acelerar el acercamiento a esta idea.
¿En qué consiste la reforma canadiense? A finales de los años 60, surgió con fuerza en la región francófona de Quebec el nacionalista Partido Quebequés. Su objetivo no era disimulado: la secesión del Canadá. En una década logró el poder y en 1980 se lanzaba el primer referéndum no vinculante. La pregunta no era nada clara, pero reclama el poder para el Ejecutivo para negociar un estatus jurídico de co-soberanía en Canadá. La propuesta fue rechazada por casi el 59,5% de los votantes.
Quince años después, en 1995, el Partido Quebequés volvió a convocar otro referéndum. Y, de nuevo, con una idea que sonaba a una co-soberanía en base a una “asociación opcional” al resto de Canadá. “¿Está usted de acuerdo con que Québec llegue a ser soberano después de haber hecho una oferta formal a Canadá para una nueva asociación económica y política en el ámbito de aplicación del proyecto de ley sobre el futuro de Quebec y del acuerdo firmado el 12 de junio de 1995?”, afirmaba la pregunta.
Los separatistas lograron el 49,42% y el 50,58% los partidarios de permanecer en Canadá. La distancia quedó en poco más de 50.000 votos y el Gobierno Federal decidió evitar nuevos sustos recurriendo al Tribunal Supremo para que estableciera las condiciones de un previsible tercer referéndum.
El fallo interpretativo se emitió en 1998 y supuso dio el empujón a lo que se llamó “Ley de Claridad”, aprobada por su Parlamento nacional el 29 de junio de 2000.
La Ley aceptó la segregación de un grupo de población de su territorio. Y fijó las condiciones concretas para llevar a cabo un nuevo intento de secesión. Las preguntas ambiguas fueron erradicadas y la Cámara de los Comunes pasaba a ser la responsable de comprobar que la pregunta del referéndum fuera clara y directa. La ley marcó también el mecanismo para realizar la partición de los activos y pasivos en un terreno; el establecimiento de mayorías reforzadas y la fijación de un porcentaje mínimo de participación. E incluso se incorporó el principio de “nueva definición de fronteras”, es decir, que si una parte del territorio que aspira a la independencia, a la vez se quiere separar, también puede subindependizarse.