Miedo en JxCat a otras elecciones: «Tendremos un mal resultado y estaremos perdidos»

Carles Puigdemont
Carles Puigdemont, ex presidente catalán.
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

El rechazo de la CUP al relevo de Carles Puigdemont, Jordi Sánchez, acerca a Cataluña el escenario de unas nuevas elecciones. Una posibilidad con la que el propio Puigdemont lleva tiempo amenazando-a sus socios de ERC y al Gobierno-pero que genera una discusión abierta en su entorno y en Junts per Catalunya, su candidatura.

Ese debate, hasta ahora circunscrito a las reuniones privadas de los afines al ex president, empieza a revelarse en público. Uno de los candidatos de JxCat en las elecciones del pasado 21 de diciembre, Ramir de Porrata, confesó en las redes sus temores: «Si vamos a elecciones con el regusto amargo de las discusiones entre partidos, sacaremos un mal resultado, y entonces sí que estaremos perdidos».

El mensaje era la respuesta a uno anterior de un militante de la CUP que deseaba que los antisistema rechazasen la candidatura de Sánchez y ello forzase a ERC y JxC a «reaccionar» o, en caso contrario, a convocar elecciones.

Se trata de la primera ocasión en que desde la candidatura de Puigdemont se evidencian los temores a acudir de nuevo a las urnas, aunque la tesis ha sido manejada en este tiempo por el ex presidente catalán como una amenaza, al creer que unas elecciones aumentarían su ventaja sobre ERC y, por tanto, su capacidad para manejar el proceso por encima de sus imposiciones. Ahora, la distancia con los republicanos es mínima, apenas dos escaños y 10.000 votos, y eso ha lastrado la marcha de las negociaciones, consideran en el entorno del dirigente fugado.

Incluso en su renuncia, este jueves, Puigdemont insistió del «colapso» institucional en el Estado en caso de producirse un veto judicial a la investidura de Jordi Sánchez como presidente de la Generalitat y en consecuencia se abocaba a unas nuevas elecciones.

Ahora, ya no se trata de que el juez Llarena impida a Sánchez-en prisión e imputado, entre otros, por rebelión- participar como aspirante en una investidura, sino que es la propia CUP la que no apoyará su candidatura. La abstención de los anticapitalistas deja al independentismo, hoy por hoy, sin la mayoría suficiente y obliga a los fugados y encarcelados a renunciar a su escaño para poder investir a un nuevo president. 

Las diferencias del independentismo, evidenciadas en estos dos meses desde el 21-D, colocan así a Cataluña en un callejón con incierta salida. Desde la CUP se ha explicado que el voto simboliza su rechazo al acuerdo alcanzado por ERC y Puigdemont y que, consideran, supone una «sumisión a la legalidad española». Los antisistema critican que, hasta el momento, los dos partidos secesionistas mayoritarios no se hayan ocupado más que en pactar sillones y reclaman un programa para la construcción de la República.

La CUP ya venía avisando de que solo apoyaría una hoja de ruta meramente rupturista y en su propia ponencia política se recoge la posibilidad de dejar al independentismo en el aire, ausentándose de las votaciones en el Parlament. «La CUP no apoyará ningún Govern que pretenda una vuelta al autonomismo o que entienda el diálogo con el Estado como un punto de partida», firman en dicho texto, en el que se amenaza con no asistir a las sesiones plenarias o ejercer un «voto de bloqueo» sistemático en el caso de que «el resto de candidaturas independentistas no prioricen la materialización de la República».

Este sábado, el diputado de la formación, Vidal Aragonés, avisó de la «oportunidad histórica» de reafirmar la «legalidad republicana y rechazo a la legalidad española y a la represión y supeditación a las políticas de la troika». Hasta el momento, los antisistema han sido críticos con todas las propuestas que llegan desde Bruselas (Jordi Turull, quien sería el siguiente en la lista del ex president, o la misma Elsa Artadi), y parecen más afines a que Oriol Junqueras sea el próximo presidenciable.

De hecho, la negativa de la CUP favorece, indirectamente, a los republicanos, ya recelosos de la candidatura de Sánchez. El portavoz de ERC, Sergi Sabrià, había asegurado este sábado, antes de conocerse el resultado del encuentro anticapitalista, que darían luz verde a la candidatura de Sánchez si éste obtenía el apoyo mayoritario en el pleno del Parlament, lo que no ocurrirá ahora.

El mismo Sabrià afirmó el viernes que Sánchez era solo «la propuesta de Junts per Catalunya» para ocupar la presidencia, y que el acuerdo no estaba «cerrado».

Según los republicanos, Puigdemont «rompió la línea del Govern legítimo, porque a quien le correspondería sucederle es a Oriol Junqueras».

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