El vídeo viral de una canaria sobre la cultura del esfuerzo en España: «Que te den paguitas»
Una joven de Canarias se hace viral al hablar del trabajo, el esfuerzo y el hecho de vivir de "paguitas"
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Las redes sociales se han convertido en el nuevo foro en el que se generan muchos los grandes debates de nuestra época, y esta vez le ha tocado el turno a la cultura del esfuerzo en España. Una joven canaria ha provocado un auténtico terremoto y se ha hecho viral con un vídeo en el que expresa, sin tapujos, su malestar por lo que considera una injusticia sistemática: «En España se vive mucho de no trabajar y que te den paguitas”. Una frase incómoda para algunos, pero que ha calado hondo en muchos otros que se han sentido identificados.
Su testimonio, ha generado una oleada de reacciones que van desde quienes están de acuerdo a los que la critican. No se trata únicamente de una opinión personal, sino de unas palabras que han puesto sobre la mesa una cuestión que lleva tiempo en ebullición: ¿está el modelo de ayudas sociales en España desincentivando el trabajo y el esfuerzo? ¿O más bien son necesarias para proteger a quienes no tienen otra salida? La tensión entre proteger y fomentar la responsabilidad individual vuelve a estar en primer plano.
El vídeo viral de una canaria sobre la cultura del esfuerzo en España
Las palabras de esta joven no surgen porque sí, sino a raíz de un clima social donde cada vez más personas sienten que, pese a sus esfuerzos diarios, el sistema no les devuelve lo que esperan. De hecho, la joven del vídeo explica primero que «La verdad es que hay personas que trabajan mucho y les fríen a impuestos», mientras otros viven de las llamadas paguitas.
En su crítica, no ataca a quienes verdaderamente necesitan apoyo. El reproche va dirigido a lo que considera una permisividad estructural: un modelo que, según ella, termina premiando la pasividad y castigando el esfuerzo. Por eso su indignación conecta tan bien con el sentir de muchas personas que opinan de igual forma.
El dilema del Estado del bienestar
España, como muchos países europeos, ha apostado por un modelo de protección social que busca no dejar a nadie atrás. Medidas como el Ingreso Mínimo Vital, los subsidios por desempleo o las ayudas a familias vulnerables han sido fundamentales en momentos críticos como la pandemia. Pero todo sistema necesita equilibrio. Y ahí está el punto caliente: ¿cuándo una ayuda deja de ser un salvavidas y se convierte en un ancla?
Los expertos lo advierten desde hace tiempo. El reto no es tanto dar ayudas, sino articularlas de forma que promuevan la autonomía. Un subsidio no puede ser una estación final, sino un puente hacia la integración laboral. Y cuando eso no ocurre, cuando las políticas no estimulan el esfuerzo ni ofrecen caminos de salida claros, el malestar crece. El vídeo de la canaria no es más que un altavoz improvisado de esa incomodidad latente.
Una generación atrapada en la frustración
Quienes más han compartido el vídeo no son pensionistas ni altos ejecutivos. Son jóvenes, muchos en sus veintitantos o treintaitantos, que ven cómo su día a día se convierte en una carrera de obstáculos sin recompensa. Ellos son los que más hablan de meritocracia, de trabajar duro, de buscarse la vida. Pero también son los que, al mirar a su alrededor, se preguntan si ese discurso sigue teniendo sentido en la España de hoy.
La pregunta que lanza la joven «¿España va a ser donde no tengo trabajo y me dan dinero? Eso está mal» no es ingenua. Plantea un conflicto de fondo: si el esfuerzo no garantiza una mejora en la calidad de vida, ¿qué incentivos quedan? ¿Qué mensaje estamos lanzando a quienes sí intentan salir adelante? Y sobre todo, ¿cómo aseguramos que las ayudas sigan siendo una red de protección sin convertirse en un modo de vida?
No es la primera vez que el debate sobre las ayudas sociales genera divisiones, y no será la última. Pero lo que este vídeo ha conseguido, con toda su crudeza, es dar voz a un tema que muchos evitaban tocar. Porque cuestionar ciertos aspectos del modelo de bienestar no debería implicar negar su valor. Se puede defender la necesidad de proteger a los vulnerables sin renunciar a promover la responsabilidad personal.
España está en un momento en que necesita revisar su contrato social. Escuchar el enfado de esta joven no significa estar de acuerdo con todo lo que dice, pero sí reconocer que detrás de sus palabras hay preguntas que merecen respuesta. ¿Cómo hacemos sostenible un sistema que cuide sin acomodar? ¿Cómo equilibramos derechos y deberes? ¿Cómo volvemos a dar valor al esfuerzo, sin caer en discursos que estigmaticen a quienes lo pasan mal?
Lo que opina esta joven lo comparte mucha gente. No es una cuestión de atacar a quienes acceden a los subsidios, sino de entender que tal vez es la cultura del esfuerzo la que debería también ponerse en valor y ser algo a lo que aspire todo el mundo.
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