¿Vale la pena abrir los domingos?
La actividad comercial obliga a las personas que trabajan en el sector a operar en unos horarios que dificultan en gran medida la conciliación familiar y laboral. Normalmente, abren a primera hora de la mañana y son los últimos en cerrar.
Lo hacen con la finalidad de aprovechar al máximo las personas que pasean por la calle y que pueden sentirse atraídas por el producto que se les muestra. Para regular esta situación, se han desarrollado normativas distintas según la ciudad.
En algunos lugares, se ha optado por solamente abrir algunos domingos muy concretos en los que se ha establecido que puede existir una especial demanda. En otros, se permite que los comercios puedan abrir siempre que así lo deseen.
Grandes superficies contra establecimiento familiar
Los cambios en las formas de consumo han provocado el crecimiento de grandes superficies comerciales donde se concentra una gran oferta de productos distintos.
Ello ha dificultado el mantenimiento del llamado comercio de proximidad, que no puede competir con los precios y horarios de estos establecimientos. En ese sentido, exigen regulaciones que limiten su crecimiento y unos horarios tales que no les perjudiquen.
¿Es rentable abrir un domingo?
En ese sentido, existen distintas opiniones al respecto. Algunas de las consideraciones que se pueden realizar son las siguientes:
- Hay que asumir una serie de costes importantes: abrir no es gratuito. De la misma forma que en cualquier otro día se debe afrontar toda una serie de costes en materia de personal o suministros que son elevados, existe coste a nivel emocional por el cansancio y la pérdida de motivación que puede acarrear trabajar en un día en el cual la mayoría tiene fiesta.
- Hace imposible poder compaginar la vida laboral con la familiar: provoca que la persona tenga que pasar aún más tiempo en el establecimiento y no pueda estar con sus seres queridos.
- El nivel de compras no es superior a entre semana: durante los domingos, aunque se pueda ver más personas paseando por las calles, el volumen de compras no es tan superior al de un día normal. Mucha gente, sencillamente, pasea para mirar, pero ello no significa necesariamente que acabe realizando la compra.
- Puede provocar un desplazamiento del día de compra: si el consumidor tiene la necesidad de adquirir algún producto o servicio, moldeará sus horarios de forma que pueda llegar a adquirirlo. Por lo tanto, no se crea una nueva compra, sino que puede pasar que, simplemente, aquello que se quería ir a comprar, por ejemplo, un viernes, se compre un domingo. Así pues, el nivel de ingresos resultante no es superior y encima hay que afrontar unos costes superiores.
- En las localidades más turísticas, puede atraer a las personas que visitan la ciudad: en aquellas ciudades que, en las épocas más turísticas, reciben más turistas, sí pueden notar un aumento de los ingresos. Ahora bien, como se comentó en el primer caso, hay que calcular si este incremento de las ventas comporta realmente un beneficio.
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