`
Economía
Coche

Va a un taller y le piden 11.000 euros por arreglar su coche: pide una segunda opinión y le cobran una cerveza

Le ha ocurrido a Carl Hartley, un empresario británico

¿Cuánto estarías dispuesto a pagar para arreglar tu coche? Dependerá de la situación en la que te encuentres, es decir, si tienes prisa porque sea reparado. Pero al margen de asumir que si tardan poco vas a tener que pagar más, hay precios que son del todo impensables. Esto es lo que le ha pasado exactamente a Carl Hartley, un empresario británico vinculado al mundo del motor, cuando le entregaron el presupuesto para arreglar una pequeña avería de su coche. No era un coche cualquiera, es cierto: se trataba de un Bugatti Veyron, uno de los deportivos más lujosos y potentes del planeta. Pero aun así, 11.000 euros por cambiar un botón parecía demasiado. Y lo era.

Ante la sospecha de que algo no cuadraba, Hartley hizo lo que cualquiera en su lugar debería considerar: buscar una segunda opinión. Su instinto no le falló. Lo que un taller le presupuestó como una reparación compleja, costosa y laboriosa, otro técnico lo solucionó en apenas media hora, y por un precio tan simbólico que no parecía real. De los miles de euros que le habían exigido, pasó a pagar una cerveza. La anécdota, aunque parezca sacada de una comedia, refleja una realidad que muchos conductores conocen bien: no todos los talleres actúan con la misma ética a la hora de arreglar un coche, y conviene contrastar presupuestos antes de aceptar una reparación. Especialmente cuando la cifra pone en jaque no solo el bolsillo, sino también el sentido común.

Va a un taller y le piden 11.000 euros por arreglar su coche

Todo comenzó con lo que parecía una revisión de rutina. Carl Hartley llevó su Bugatti Veyron a un taller especializado para que le echaran un vistazo a un fallo en el botón de ajuste de los retrovisores. Nada grave a priori. Sin embargo, el diagnóstico fue demoledor: le dijeron que había que desmontar buena parte de la carrocería para acceder a la pieza y que, en total, la operación costaría 11.000 euros. Ni una reparación del motor ni un cambio de transmisión: un botón. La explicación técnica parecía tener sentido para los profesionales del taller, pero a Carl le sonó exagerada. Y decidió investigar.

La clave del problema estaba en la supuesta complejidad del desmontaje y la exclusividad de la pieza. El Bugatti, como coche de alta gama que es, tiene fama de tener componentes exclusivos, lo que dispara los precios de las reparaciones. Pero la historia dio un giro inesperado cuando Hartley, en lugar de aceptar el presupuesto, llevó el coche a otro taller, esta vez uno que se dedicaba a trabajar con recambios de Fórmula 1 y deportivos de lujo. La respuesta que recibió allí fue tan surrealista como reveladora.

De miles de euros a una cerveza

En el segundo taller, el diagnóstico fue radicalmente distinto. El técnico que examinó el problema no sólo identificó la avería con rapidez, sino que encontró una solución alternativa e ingeniosa. Descubrió que el botón que fallaba en el Bugatti era idéntico al de un Volkswagen Transporter, una furgoneta común y mucho más asequible. La razón es que Bugatti forma parte del grupo Volkswagen, y muchas piezas son compartidas entre modelos, aunque pertenezcan a gamas completamente distintas. Es decir, detrás del logo de lujo, había una pieza perfectamente intercambiable con la de un vehículo de trabajo.

El coste de la reparación fue de 1,16 libras (alrededor de 1,17 euros) y el tiempo invertido: 25 minutos. El técnico, llamado Neil, se lo tomó con humor y, cuando Hartley le preguntó cuánto le debía, simplemente le dijo que con una cerveza bastaba. Una escena que parece sacada de un sketch británico, pero que deja en evidencia cómo la percepción de lujo puede inflar los precios sin justificación real.

¿Hasta qué punto pagamos por la marca?

El caso de este empresario es sólo uno más de una larga lista de ejemplos en los que la marca del vehículo pesa más que el valor real de la pieza. Los coches de alta gama, especialmente los superdeportivos como el Bugatti Veyron (que supera los 1.000 caballos de potencia y puede alcanzar los 400 km/h), suelen tener un coste de mantenimiento extremadamente alto. Una revisión anual puede rondar los 25.000 euros, cambiar un filtro puede costar 3.000 euros y el simple hecho de levantar el coche en el taller puede requerir más de 27 horas de trabajo especializado.

Sin embargo, esto no significa que los gastos de arreglar un coche de alta gama deban ser inasumibles siempre. Hay ocasiones, como la que vivió Hartley, en las que el propietario paga no por la calidad de la solución, sino por la idea de exclusividad que rodea al vehículo. Este tipo de casos subraya la importancia de conocer cómo funciona la cadena de suministro de piezas y de no caer en la trampa del «si es caro, es porque tiene que serlo». Ya que como se ha demostrado, a veces, no se trata de desmontar medio coche, sino de saber dónde buscar la pieza adecuada.