El Mar Negro crece a doble dígito como el destino de sol y playa más barato de la UE
La costa del Mar Negro de Bulgaria y Rumanía, los dos países más pobres de la Unión Europea (UE), se presenta como una alternativa atractiva y barata a los tradicionales destinos turísticos del Mediterráneo.
Los casi 400 kilómetros de costa búlgara es uno de los secretos veraniegos de Europa: tiene más de 70 playas de arena dorada aún poco concurridas, precios bajos y parajes de una riqueza natural y cultural sugerentes. A la sombra de las «clásicas» costas de España, Grecia, Italia, Francia y Croacia, la oferta de «sol y playa» de Bulgaria ha crecido sustancialmente en los últimos años.
Los expertos vaticinan que este año llegarán a Bulgaria unos 11,6 millones de turistas, un 11 % más que el año pasado, el mejor para el sector desde la caída del comunismo en 1989. El sector turismo supone el 13 % del PIB de Bulgaria, un país con un salario medio de unos 500 euros.
«Los centros de veraneo en Bulgaria ofrecen seguridad y calidad», aseguró a la radio Focus la ministra búlgara de Turismo, Nikolina Angelkova, en referencia a la inseguridad percibida por muchos en Turquía, Túnez o Egipto, otros destinos de bajo coste.
«Cada vez más turistas alemanes dan la espalda a los complejos vacacionales turcos en favor de Bulgaria, cuya costa ofrece buenas alternativas, sobre todo para familias con presupuestos modestos», explicó la ministra.
Un día en un complejo hotelero «todo incluido», la fórmula más habitual en Bulgaria, cuesta entre 10 y 90 euros por persona, dependiendo de la categoría del establecimiento. Si se contratan viajes en grupo la oferta puede ser incluso mejor.
Existen propuestas para todos los gustos, desde baños de barro, aguas termales, deportes acuáticos, vela o rutas por la naturaleza. Pero este pujante turismo veraniego de bajo coste también tiene un lado más problemático, el denominado turismo de borrachera. Numerosos turistas jóvenes atraídos por el alcohol barato y la fiesta descontrolada no respetan horarios y acaban alborotando, envueltos en peleas o actos vandálicos.
El epicentro de este tipo de turismo es Slanchev Bryag («Costa del Sol»), el principal complejo turístico del país, al que los turistas extranjeros han bautizado ya como la «Ibiza búlgara». La mayoría de los visitantes son británicos, italianos y alemanes, atraídos por los precios y las conexiones aéreas de bajo coste.
«Bulgaria se ha convertido en un destino barato pero alcohólico, y la culpa es de nosotros mismos», reconoció esta semana Dimcho Todorov, presidente de la asociación búlgara del sector turístico, en declaraciones al radio pública BNR.
Muchos empresarios no ven con buenos ojos este tipo de turistas porque puede arruinar la reputación de un lugar, pero, al mismo tiempo, no rechazan el dinero que dejan sus reservas.
«La filosofía de las autoridades es callar y no criticar a los turistas su comportamiento insoportable para no perder dinero», comenta a Efe Stanko Mladenov, un turista búlgaro.
«Mientras tanto cada madrugada lugares como Slanchev Bryag amanecerán cubiertos de botellas y de gente inconsciente en las calles», añade con frustración. La música electrónica, la fiesta y el juego son también los principales atractivos turísticos de la vecina Rumanía.
Allí, sus cerca de 250 kilómetros de costa son visitados sobre todo por alemanes, israelíes, italianos y británicos, atraídos por la fiesta nocturna y también por los casinos. En 2016 visitaron Rumanía 10,9 millones de turistas, un 10,4 % más que el año anterior, según datos oficiales.
Las autoridades prevén que el turismo en la costa rumana crezca este año un 26 % respecto al 2016, con un total de unos 2,5 millones de visitantes, indica la Federación de Asociaciones de Promoción Turística de Rumanía (FAPT). Las playas más visitadas son Mamaia y Vama Veche, conocidas por sus enormes discotecas.
«Se podría decir que la zona de Mamaia acoge los mejores clubes nocturnos de Europa del Este. Tanto es así que, por ejemplo, tenemos acuerdos con agencias de turismo de Reino Unido que venden fiestas de solteros», señala a Efe la presidenta de la FAPT, Corina Martin.
En Mamaia una habitación de hotel puede costar entre 50 y 200 euros por noche, mientras que Vama Veche es más barata, con precios de entre 40 y 100 euros. Si bien el turismo interno también está creciendo en Rumanía, gracias a una mejora del poder adquisitivo y reducciones fiscales, este sector apenas aporta el 1,3 % del PIB de Rumanía.