¿En qué debemos fijarnos antes de contratar un ‘leasing’ o ‘renting’?
El leasing y el renting son dos instrumentos que se utilizan cada vez más para disponer de una serie de activos que, o bien no se pueden adquirir por la incapacidad de hacer frente a un endeudamiento, o se estima que solamente serán útiles durante un periodo concreto del tiempo y no hay intención de comprarlos.
En general, las dos grandes diferencias entre estos tipos de arrendamiento son la posibilidad de compra en la finalización del contrato (sí es posible en el leasing pero no en el renting) y la inclusión en el caso del renting de todos los costes asociados de seguros o mantenimiento, que en el leasing hay que contratar a parte. Ahora bien, hay otros puntos a considerar, que relataremos a continuación.
¿Qué aspectos hay que tener en cuenta?
Además de lo comentado en la introducción, es importante considerar lo siguiente:
- Periodo mínimo de uso: en todos dos casos, se acostumbran a incorporar en el contrato una serie de cláusulas por las cuales se firma un compromiso de uso durante un cierto tiempo. En caso de querer desprenderse con anterioridad del bien, habrá que hacer frente a una cuantiosa indemnización, que puede llegar a ser equivalente al montante total hasta la finalización del contrato.
- Exigencia de un aval o fianza: especialmente en el caso del renting, es habitual que se pida algún tipo de aval o fianza para poder contratarlo. No siempre es fácil conseguirlo y, además, implica poner en riesgo patrimonio propio o ajeno de alguien próximo.
- No es posible arrendar cualquier bien mediante renting: mientras que es posible realizar un leasing sobre un amplio abanico de bienes, el renting está más enfocado a determinados activos, especialmente vehículos.
- Necesidad de desarrollar una actividad: para contratar un leasing es imprescindible desarrollar una actividad empresarial, mientras que un renting puede ser contratado hasta para una persona física, no solamente jurídica.
- Finalidad: normalmente, quien adquiere un leasing está pensando en la posibilidad a medio plazo de acabar adquiriendo el bien, de aquí que exista la opción de compra. En cambio, el leasing no incluye tal opción porque tiene como finalidad el uso de un activo para un periodo de tiempo determinado.
Contabilización: el leasing computa como deuda, de forma que incrementa a la vez el pasivo y activo de la empresa. Además, permite a quien lo contrata tener una serie de ventajas fiscales en términos de diferir la amortización del bien. El renting, en cambio, tiene una contabilización mucho más simple, ya que cuenta como un simple arrendamiento del cual se pagan una serie de cuotas cada mes.
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