Las palancas de la tragaperras de Laporta: ¿Se venderá el Barcelona a precio de derribo?
Perdonen ustedes que esta semana, en vez de hablar de una empresa normal, lo haga sobre un club deportivo: el Fútbol Club Barcelona. Pero es que su dramática situación y el camino que ha elegido para arreglarla tienen mucha miga desde el punto de vista económico. Joan Laporta se lo ha jugado todo a la ruleta y, si le sale mal (y tiene muchas probabilidades de que le salga mal), el club puede acabar vendiéndose a precio de derribo.
Partamos de la base de que el Barcelona estaba en causa de disolución. Es decir, tenía fondos propios negativos (más pasivo que activo) y, si fuera una empresa normal, habría entrado en concurso de acreedores, que se habrían repartido sus activos -los jugadores y el estadio, básicamente- y el club habría desparecido.
¿Por qué? La causa oficial es la herencia recibida de la era Bartomeu, aunque sería mejor decir de la era Messi, que era quien movía los hilos en el club. El famoso contrato del argentino que desveló El Mundo, más de 555 millones en cuatro años, es el principal causante se la ruina actual. Hipotecar el club por un jugador, que encima se marcha en cuanto ha vaciado las arcas y no puede seguir exprimiendo el limón. Menuda jugada. Pero no sólo fue su contrato: también exigió renovar a su guardia de corps -Piqué, Busquets, Jordi Alba y Sergi Roberto- muy por encima de su valor de mercado.
Y Bartomeu accedió para tenerle contento. El expresidente tampoco está exento de culpa, claro: cuando el PSG pagó la cláusula de rescisión de Neymar, enloqueció y pagó precios disparatados por jugadores como Coutinho o Dembelé, cuyo rendimiento ha sido muy inferior a las expectativas.
Laporta: austeridad hasta el Eintracht y la decimocuarta
Así llegamos a Laporta. Cuando accede a la presidencia y ve el percal, opta por la opción ortodoxa de los manuales de gestión empresarial, asesorado por su fichaje estrella: Ferran Reverter, procedente nada menos que de Media Markt. Esta opción consiste en aplicar una política de austeridad, sin fichajes, tirando de cantera (los Nico, Riqui, Pedri, Gavi, Ansu Fati, etc.), renegociando contratos a la baja o esperando que venzan, vendiendo lo que se pueda, etc. Pero claro, eso conlleva asumir que el Barça va a estar dos o tres años de travesía en el desierto, sin ganar nada, jugando la Europa League, etc. Es decir, el famoso «es lo que hay» de Koeman.
Pero, ay, amigos, el mundo del fútbol sólo mira al corto plazo y el soci no aguanta tanto tiempo en barbecho, sobre todo cuando viene de la mejor etapa en la historia de su club. Y llega la desafección con el equipo, cuyo punto culminante fue el partido contra el Eintracht de Frankfurt en el que los hinchas alemanes llenaron el estadio ante la deserción de los aficionados culés y dejaron en ridículo al Barcelona en la grada y en el campo. A lo que hay que sumar, cómo no, la madriditis: si yo no gano nada pero el Madrid tampoco, pues ni tan mal; pero si resulta que el enemigo lo gana todo -y encima pasando eliminatorias de Champions en el último minuto, cuando el culé ya estaba saboreando su derrota-, entonces la situación se vuelve insostenible.
Así que Laporta decide dar un giro de 180 grados, abandonar la ortodoxia y la austeridad, y vender las joyas de la abuela para poder hacer un equipo competitivo esta temporada. Obviamente, Reverter no puede apoyar eso y dimite. Eso sí, a Laporta hay que reconocerle la genialidad de bautizar como «palancas» lo que en realidad son ventas de activos.
Pan para hoy… ¿y venta a derribo mañana?
Esto hay que explicarlo bien porque no se trata de deudas ni de hipotecas, como están publicando muchos medios. Lo que está haciendo es vender el patrimonio del Barcelona (sus activos) para conseguir liquidez a corto plazo, a cambio de renunciar a los ingresos que generarán esos activos en el futuro. Es decir, en los próximos años no tiene que devolver nada, pero ingresará mucho menos de lo que ingresa ahora.
Eso es pan para hoy y hambre para mañana, porque volverá a no tener dinero para fichar ni para devolver las deudas del club, como el préstamo de 1.500 millones que debe a Goldman Sachs (eso sí es una deuda). Salvo, y esa es su única esperanza, que los fichajes que está haciendo funcionen, que el equipo gane títulos y que la marca Barça se revalorice lo suficiente para conseguir nuevos patrocinadores que aporten esos ingresos a los que ha renunciado.
¿Y qué pasa si la pelotita no entra? Pues que tendrá serios problemas para hacer frente a sus compromisos, como el citado préstamo o los salarios de los jugadores, y volverá a entrar en causa de disolución. Y entonces se abriría la caja de los truenos: el Barcelona podría sufrir un descenso administrativo (si el amigo Tebas no cambia la norma para salvarle) y, casi con toda seguridad, tendría que convertirse en Sociedad Anónima Deportiva y venderse. Y en una situación de quiebra, esa venta tendría que hacerse a precio de derribo, con lo que cualquier jeque, fondo, oligarca ruso o aventurero de medio pelo podría comprarlo sin esfuerzo. Algo parecido a lo que le pasó al Atlético de Madrid con los Gil. En cualquier caso, el Barça dejaría de ser de sus socios.
Las palancas no son palancas: son ventas de activos
¿Cuáles son esas famosas palancas? Pues Laporta ha ido haciendo ventas para salvar los sucesivos match-balls a los que se ha enfrentado este verano. Primero, el 30 de junio tenía que cerrar las cuentas del ejercicio e iba a dar pérdidas por tercer año consecutivo, con lo que el agujero iba a hacerse insostenible y el auditor iba a certificar la causa de disolución; por cierto, Laporta sustituyó a Ernst&Young por Grant Thonrton por si acaso. Ahí vendió el primer 10% de sus derechos de televisión de los próximos 25 años al fondo Sixth Street por 130 millones.
La segunda fecha tope fue el 30 de julio, cuando tenía que inscribir en la liga española a sus jugadores actuales -no los nuevos fichajes- y no cumplía los requisitos económicos. No podía incluir en la plantilla ni a Ferrán Torres, ni a Memphis, ni a Aubameyang, que vinieron con sueldos simbólicos el año pasado a cambio de que este año se les pagara lo que valen. Entonces Laporta vendió otro 15% de esos derechos también a Sixth, esta vez por un precio mayor (230 millones) porque hubo más interesados y esto es una subasta.
En tercer lugar, ha vendido ahora el 25% de Barça Estudios a la plataforma socios.com por 100 millones para poder acometer los fichajes de Lewandowski, Kessié, Christensen y Koundé. Pero el presidente culé no quiere parar ahí: ya que te la juegas a una carta, te la juegas con todo. All in. Así que también quiere traer a Bernardo Silva, Azpilicueta y Marcos Alonso. Para eso, necesita vender a jugadores con los que no cuenta Xavi, como Umtiti, Braithwaite, De Jong, Dest, Neto o el propio Memphis. De momento, sólo se ha librado de Migueza y Riqui Puig, pero con eso no le da para nada. Si consigue venderlos, tiene preparada otra venta (la llamará cuarta palanca), que consiste en vender otro 24% de los estudios; no puede ser más para mantener el 51% y el control.
Dos apuntes para terminar. El primero es que estas ventas van a implicar que los compradores van a meterse en la gestión para vigilar su inversión, y tanto Goldman Sachs como Sixth van a tener representantes en la junta directiva. Ojo con seguir haciendo locuras. Y el segundo es una lección para Tebas: Laporta ha sacado el doble de lo que le pagaba CVC por lo mismo (para ser exactos, saca lo mismo pero por 25 años en vez de por 50). Lo cual confirma que la maniobra del presidente de la liga con el fondo era el timo de la estampita.
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