Economía
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Mr. Market: ¡Entre el miedo y la esperanza!

“Soplos, la gente quiere soplos. No sólo quieren recibirlos, sino que ansían darlos, porque aquí entran en juego la codicia y la vanidad”. Jesse Livermore

Daniel Kahneman nos enseñó que las emociones juegan un papel crucial en el comportamiento de las personas y, por lo tanto, en su toma de decisiones. En lugar de utilidad, las personas tratan de maximizar a través de las decisiones el placer de sus estados emocionales, especialmente en cuanto a la felicidad y el arrepentimiento. Cierto es que no somos responsables de las emociones, pero sí de lo que hacemos con dichas emociones. Al fin y al cabo la habilidad moderna no consiste en esconder la emoción, sino en afectarla y avanzar.

Además de nuestra particular forma tan específica de estimar la utilidad, tendemos a malinterpretar la información filtrándola de una manera un tanto sesgada. Tenemos una especie de sesgo de confirmación según el cual tendemos a ver lo que queremos ver, y no lo que verdaderamente es. Nos gusta la consistencia para con nuestras convicciones. Por lo tanto, cuando recibimos nueva información la aceptamos si está en línea con dichas convicciones, pero la desafiamos ferozmente si no lo está.

Por ejemplo, sabemos matemáticamente cuánto es un 1%, pero nuestra sensación de esta probabilidad para un evento es mayor que la probabilidad real. ¿Preferirías 200.000 euros con seguridad, o un 99% de probabilidad de ganar 400.000 euros y un 1% de probabilidad de no conseguir nada?, ¿tienes dudas sobre ello?

Bien, la primera opción tiene un resultado ponderado de 200.000 euros, mientras que la segunda tiene 396.000 euros. Supongo que aún tienes dudas sobre la decisión que tomarías, ¿no? Por un lado, es porque ponemos más peso en este 1% de probabilidad, y menos peso en el 99%. Por otro lado, ante esta situación también tenemos aversión al riesgo por el miedo a la decepción si finalmente no recibimos nada.

Empíricamente, se ha demostrado que reaccionamos de manera diferente a las ganancias que a las pérdidas por una matriz llamada “el efecto cuádruple”, siendo el cuádruple de intensidad emocional sentida en el dolor, que en la ganancia. Debido a eso principalmente existe la adicción a las pérdidas, aunque ello implique claramente la infelicidad en nuestra vida.

Este sesgo es especialmente relevante en la bolsa, puesto que el miedo aterrador que sentimos hace escasas tres semanas, justo en el momento en que Mr. Market se debatía en nuevos mínimos anuales, llevó a los inversores aterrados a buscar refugio en liquidez, distorsionando los mercados de divisas y de bonos de todo el mundo.

Y claro, ante este pánico, el mercado ha renacido con un rebote que deja a los índices, tal y como pasara en agosto, al borde de lo que define un mercado bajista; máximos y mínimos decrecientes, de uno lateral; impulsos alcistas y bajistas con dirección lateral. Y desde luego, en esta amplia perspectiva, las pautas que ya estamos observando en los principales índices de renta variable han pasado de ser prometedoras, a esperanzadoras, señores.

No puedo explicarles esta semana que el mercado bajista ha capitulado en los mercados de renta variable, pero sí puedo afirmarles que los indicios de que eso pueda estar sucediendo, están ahí. Donde sí observo síntomas evidentes de capitulación es en los mercados de deuda y divisas, debido a que los mercados financieros han salido en tromba de los mercados de renta fija pública, para buscar refugio en un dólar que ha pasado de presumir a estar preocupado por esta ingente revalorización, y que demuestra una vez más que los mercados financieros viven del miedo y la esperanza, arropados por la complacencia de los bancos centrales y cada vez más al margen de lo que debería importarles; la capacidad de las compañías de ganar dinero.

Este pernicioso giro de la economía productiva a la especulativa es sin duda lo que hemos ido cultivando en la última década, así que no se me sorprendan si ello ha provocado uno de los mercados más dolorosos que se recuerden. No me cabe ninguna duda de que el dolor vivido en el mercado de renta fija quedará en los anales de la historia como uno de los peores crashes de la misma.

Es por ello que en el seno de Blackbird Bank seguíamos discutiendo durante este tiempo por hacer prevalecer la utilidad que nos enseñó Mr. Kahneman, alejados por completo del estruendoso ruido de Mr. Market. Un ruido ensordecedor que se ha erigido en lo que podría incluso denominarse como burbuja bajista.

Como si el -16% de treasuries americanos, el -25% del bund alemán, el EUR, el GBP y el YEN en sus mínimos históricos o de muchas décadas, y el -80% de la burbuja de la disrupción ¡no fueran suficiente! Y es que el placer de sesgar la opinión hacia el miedo es sin duda un elemento que define cualquier capitulación, principalmente por el terrible dolor que produce el arrepentimiento de haberse quedado fuera del rebote tras una liquidación indiscriminada de activos bajo un argumento irracional y absurdo; ¡el miedo!

Y así es, señoras y señores, cómo se destruye capital y se crean riquezas en los mercados. Pues al fin y al cabo, hay muchos inversores que prefieren tener la razón, en algún punto, que ganar dinero a largo plazo. La bolsa parece simple cuando recordamos aquello de que la gente solamente quiere soplos, que no sólo quieren recibirlos, sino que ansían darlos, porque aquí entran en juego la codicia y la vanidad.

En cuanto a mi mesa operativa, alejarnos de tal multitud es una de las principales armas que ha hecho que hoy estemos una vez más con una exposición del 72% en renta variable ante uno de los mercados más histriónicos y apasionantes de toda la historia financiera. Por mi parte, he aprendido a dormir con los ojos abiertos, nunca se sabe cuándo una verdad sin interés puede ser eclipsada por una falsedad emocionante.