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Economía
Seguridad Social

Millones de personas afectadas por el cambio en la Seguridad Social que llega a partir del 1 de enero

A partir del 1 de enero, la Seguridad Social introducirá un cambio que afectará a millones de trabajadores, sobre todo a quienes han tenido periodos sin cotizar por desempleo, maternidad o cuidado de familiares. Lo que se conoce como integración de lagunas se modificará, y aunque el objetivo es hacerlo más justo, el impacto en las pensiones será evidente.

En la práctica, este cambio que anuncia la Seguridad Social busca evitar que los años o meses en los que alguien no trabajó penalicen en exceso su pensión de jubilación o incapacidad. Hasta ahora, esos huecos se compensaban con una base mínima de cotización, pero el sistema no trataba igual a todos. Con el nuevo modelo, se introducen matices que, aunque técnicos, pueden cambiar la cantidad final que reciban los futuros pensionistas. El cambio afecta tanto a trabajadores por cuenta ajena como a autónomos, e introduce mejoras para quienes interrumpieron su carrera por maternidad o paternidad. En el fondo, se trata de adaptar la Seguridad Social a trayectorias laborales más reales, con altibajos, parones y cuidados familiares.

El cambio de la Seguridad Social que llega el 1 de enero

La integración de lagunas permite rellenar los meses en los que una persona no cotizó, usando una base mínima de 1.323 euros al mes. Así se evita que las interrupciones laborales hundan la pensión. Hasta ahora se cubrían 48 meses al 100 %, y los siguientes solo al 50 % (661,50 €). A partir de enero, el sistema se mantiene pero se amplía para ciertos colectivos, especialmente madres, padres y autónomos.

Esta actualización intenta reconocer los periodos de cuidado o crianza como parte de la vida laboral. En otras palabras, que cuidar no signifique perder derechos en la jubilación.

Más protección para las mujeres a partir de 2026

El mayor avance llegará en 2026. Las mujeres podrán rellenar 60 meses al 100 % y otros 24 meses al 80 %, lo que mejora claramente sus pensiones si dejaron de trabajar para cuidar a sus hijos. Es un paso clave para reducir la brecha de género, ya que muchas mujeres tienen carreras más irregulares. En definitiva, se reconoce que cuidar también es contribuir.

Los padres también se beneficiarán, aunque con condiciones

Los padres también van a  poder acceder a este mecanismo si su carrera se vio afectada por el nacimiento o adopción de un hijo. Si fue antes de 1994, deberán haber tenido más de 120 días sin cotizar entre los nueve meses previos y los tres años posteriores al nacimiento. Si fue desde 1995, bastará con que sus cotizaciones bajaran al menos un 15 % en los dos años posteriores respecto a los dos anteriores.

De esta forma, se reconoce que la crianza no es sólo cosa de mujeres. Es un avance hacia un modelo más equilibrado, que tiene en cuenta el impacto real de cuidar a los hijos cuando son pequeños, lo que obliga a madres, pero también a padres, a tener que dejar de trabajar o en la mayoría de casos, reducir la jornada laboral.

Los autónomos, incluidos por primera vez

En esta medida de integración de lagunas, los autónomos también pueden cubrir hasta seis meses sin cotizar tras un cese de actividad, con una base de 960,60 euros. No es una gran cifra, pero supone un cambio importante: antes no podían hacerlo en absoluto.

Eso sí, las asociaciones del sector llevan tiempo reclamando que este mecanismo se amplíe. Muchos profesionales trabajan por cuenta propia de forma intermitente, con temporadas buenas y otras en las que apenas hay ingresos. En esos casos, seis meses se quedan cortos y la base mínima resulta demasiado baja para que se consiga alcanzar o mantener una pensión digna. Desde el Gobierno se ha reconocido que el sistema necesita margen de mejora, pero por ahora esta reforma es sólo el primer paso hacia una protección más equitativa entre asalariados y autónomos.

Aplicación en casos de incapacidad permanente

La integración de lagunas también se aplicará en las pensiones de incapacidad permanente si la causa es una enfermedad común. Así, los meses sin cotizar podrán cubrirse con la base mínima, lo que evita que una enfermedad prolongada reduzca demasiado la pensión.

En la práctica, esto puede marcar una gran diferencia. Por ejemplo, una persona que encadenó bajas médicas durante años antes de obtener la incapacidad no verá su pensión tan reducida como antes. Es una forma de reconocer que las enfermedades también afectan a la continuidad laboral y que la protección debe ser la misma para todos, independientemente de las circunstancias que los hayan llevado a dejar de trabajar.

El nuevo modelo refleja la realidad de hoy: carreras laborales discontinuas, etapas de paro o de cuidados. En resumen, busca que la pensión refleje el esfuerzo de toda una vida, no sólo los años que se haya estado cotizando de forma continua. Puede que no resuelva todos los desequilibrios, pero supone un paso hacia una Seguridad Social que esté adaptada a la vida actual y a la situación real de muchas personas.