La lista de las enfermedades mentales con las que podrás tener la incapacidad permanente
Subida oficial de la pensión por incapacidad permanente
Giro de 180º en la revisión de la incapacidad permanente
Soy abogado y esto es lo que tienes que hacer en el tribunal médico para conseguir la incapacidad
En los últimos años, la salud mental ha pasado de ser un tema tabú a ocupar un lugar central en las conversaciones sociales, médicas y laborales. Hay personas que, debido a su condición, no pueden continuar con su actividad laboral habitual, o incluso con ninguna otra. Para estos casos, la Seguridad Social contempla la posibilidad de otorgar una pensión por incapacidad permanente.
Esto se aplica a ciertos diagnósticos psiquiátricos graves, que afectan directamente a la funcionalidad del individuo. No todas las enfermedades mentales dan derecho a esta prestación, pero cuando se trata de trastornos severos y persistentes, sí puede existir una base legal para su concesión.
Pensión por incapacidad permanente
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), los trastornos mentales implican una alteración significativa de los procesos cognitivos, emocionales o del comportamiento. En otras palabras, afectan la forma en que una persona piensa, siente, se relaciona con los demás y afronta las situaciones cotidianas.
Entre las patologías mentales más frecuentes se encuentran la depresión y la ansiedad, aunque éstas no siempre se presentan con la misma intensidad. Algunas personas experimentan formas leves y puntuales, mientras que otras enfrentan cuadros clínicos graves, crónicos y resistentes al tratamiento.
También existen otras enfermedades menos comunes, pero muy incapacitantes, como los trastornos psicóticos (por ejemplo, la esquizofrenia), el trastorno bipolar, el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) o el trastorno de personalidad límite.
Cuando una persona sufre una enfermedad mental grave que le impide seguir trabajando, puede solicitar una pensión por incapacidad permanente, que consiste en una prestación económica mensual destinada a quienes han visto mermada su capacidad para desempeñar su profesión habitual o cualquier otra.
Esta prestación no se concede automáticamente. Es necesario pasar por un proceso médico-administrativo que incluye la evaluación de un tribunal médico, también conocido como el Equipo de Valoración de Incapacidades (EVI).
Enfermedades mentales
Según explican desde distintos despachos de abogados especializados en Seguridad Social hay ciertos diagnósticos que se suelen considerar para conceder una incapacidad permanente. Estas son algunas de las enfermedades mentales que pueden justificar esta pensión:
- Depresión mayor o grave: especialmente si es crónica, resistente al tratamiento y genera aislamiento social, ideación suicida o deterioro funcional significativo.
- Trastorno bipolar: en sus formas más intensas, con fases alternantes de manía y depresión que desestabilizan completamente la vida del paciente.
- Esquizofrenia y otros trastornos psicóticos: cuando hay delirios, alucinaciones o una desconexión severa de la realidad.
- Trastorno obsesivo compulsivo (TOC) grave: si interfiere con el desarrollo normal de las actividades cotidianas y laborales.
- Ansiedad generalizada y crónica: cuando alcanza niveles paralizantes, con crisis recurrentes, insomnio, síntomas físicos persistentes y aislamiento.
Tipos de incapacidad permanente
La Seguridad Social contempla cuatro grados de incapacidad permanente, dependiendo de la severidad del cuadro clínico y de cómo afecta a la capacidad laboral:
- Incapacidad permanente parcial: se reconoce cuando la persona ha perdido al menos un 33% de su rendimiento en su profesión habitual, aunque aún puede realizar las tareas fundamentales del puesto. Por ejemplo, alguien con ansiedad moderada que tiene dificultades de concentración podría encajar aquí.
- Incapacidad permanente total: se concede cuando la persona ya no puede llevar a cabo su trabajo habitual, pero sí podría desempeñar una actividad diferente. Un trabajador que sufre una depresión mayor que le impide seguir en su puesto actual, pero podría adaptarse a otro con menos carga emocional, podría acceder a esta modalidad.
- Incapacidad permanente absoluta: ésta inhabilita completamente para realizar cualquier tipo de trabajo. Se da en casos muy graves, como ciertos tipos de esquizofrenia o trastorno bipolar descompensado, donde el individuo no puede mantener un mínimo de funcionalidad laboral.
- Gran invalidez: además de no poder trabajar, la persona necesita ayuda constante para realizar actividades básicas como comer, asearse o vestirse. Este grado es menos habitual en enfermedades mentales, pero se puede aplicar en situaciones de deterioro extremo.
Cómo se solicita
El procedimiento se inicia con la presentación de una solicitud ante el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS). Se debe acompañar de todos los informes médicos disponibles, incluyendo diagnósticos, historial de tratamientos, informes psicológicos, hospitalizaciones, bajas laborales anteriores, entre otros.
Una vez presentada la documentación, se convoca al solicitante a un examen por parte del tribunal médico. Este valorará no solo el diagnóstico, sino cómo afecta en la práctica a su capacidad funcional. A partir de esa evaluación, se emite una resolución concediendo o denegando la pensión.
En caso de que sea denegada, es posible recurrir por vía administrativa o judicial. Muchos casos terminan resolviéndose a favor del paciente gracias al asesoramiento legal especializado.
Para que se reconozca la incapacidad permanente, no basta con tener un diagnóstico: es necesario demostrar que se ha seguido un tratamiento adecuado durante un determinado periodo de tiempo, sin obtener una mejoría que permita retomar la vida laboral.
Es decir, los tribunales médicos suelen analizar si el paciente ha hecho todo lo posible para recuperarse: medicación, terapia psicológica, ingresos hospitalarios si han sido necesarios, etc. También valoran si la situación es crónica, si hay recaídas frecuentes y si el pronóstico es favorable o no.
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