Los laboristas ganan en Reino Unido con un plan de vivienda de 7.000 millones que dispara los impuestos
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Reino Unido amanece con la victoria de los laboristas liderados por Keir Starmer. Cerradas las 650 circunscripciones en Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte, Keir Starmer logra una victoria que su partido no conocía desde hace 14 años.
Puede gobernar solo o lograr acuerdos en lo que precise un mayor apoyo con Ed Davey, cuyos demócratas liberales logran también un buen resultado para su partido en medio del desastre sufrido por los conservadores. Rishi Sunak y los suyos recogen las tempestades sembradas por los vientos del Brexit, que tan lejano parece y que tanto ha costado a las arcas públicas de Reino Unido.
Hace año y medio, ya que Sunak trataba de hacer que el Brexit no pareciera realmente eso, una salida de Europa. De 71 tratados comerciales internacionales firmados, 68 son prórrogas de los anteriores o suscripciones casi íntegras de los acuerdos que ya existían. Reino Unido no podía desconectarse de Europa, su principal socio comercial, y no sufrir las consecuencias. Su inflación fue más alta que la de la eurozona, y desde luego las consecuencias energéticas y alimentarias se notaron en cortes de electricidad para evitar los grandes costes, y en estantes en los que faltaban algunos productos agrícolas.
Ahora Keir Starmer, líder del partido laborista, tendrá que lidiar con una deuda pública que cerró en el 101,1% en 2023. La previsión es que esa deuda alcance el 104% en 2026 aunque se hagan ligeros ajustes, y lo que proponen los laboristas no se parece en nada a un ajuste.
Crisis y «soluciones» de Starmer
Lo primero a lo que quiere hacer frente Starmer es a la crisis que vive el sector inmobiliario: desde pueblos que se abandonan hasta ciudades donde la construcción pública es excesivamente deficitaria, entre otras cosas, por la propia regulación.
Cuando se consigue alquilar una vivienda pública, existe desde los tiempos de Margaret Thatcher una ley llamada «Right to buy», que permite a los inquilinos comprar las viviendas públicas que se alquilan por un precio que la administración y los ayuntamientos no es que no saquen beneficios, sino que no logran el capital suficiente para iniciar nueva obra. Desde el sector privado quieren retirar esa ley. Los laboristas no están por la labor, si se permite la broma, y, por lo tanto, será más caro lograr vivienda nueva a precios asequibles para paliar la crisis que, como comentamos, viven algunas ciudades.
Los laboristas buscan impulsar la vivienda en propiedad para los británicos, incluso en ciudades como Londres, y desde la que ya es la oposición, critican que esto será un gasto desmedido que las arcas no pueden asumir. Sobre todo, si tenemos en cuenta que todavía pagan parte de la factura eléctrica de 2022 y 2023 para compensar las bajadas con las que Sunak se comprometió.
Starmer y los suyos quieren implementar un plan de más 7.300 millones de libras creando un ‘fondo de riqueza’, que fomente la inversión privada. La idea es crear núcleos nuevos alrededor de las ciudades especializados. Generar empleo y pequeños ecosistemas que fomenten a su vez una inversión privada. Lo que siempre fue atraer capital.
El problema es que tras el Brexit, eso no funciona. El capital europeo no quiere pagar las tasas y el extranjero que se situaba en Reino Unido -sobre todo en la city londinense- ya no obtiene los beneficios que lograba al estar en la Unión Europea, por lo que por mucho que se quiera fomentar la inversión, difícilmente se producirá más de la que ya se logra.
Otra opción son los impuestos, pero Starmer tiene un plan que tampoco parece atractivo al dinero exterior.
Starmer y los impuestos
Los laboristas recuperan el poder después de 14 años ante la gestión más desastrosa que se recuerda, con crisis permanentes en Downing Street y la presencia de primeros ministros que entraban y salían del cargo -especialmente el caso de Lizz Truss, que no duró un mes en el puesto-.
El último en lograr estabilidad desde este lado fue Tony Blair, y no lo hizo precisamente elevando los impuestos, sino en un entorno que Starmer podría aprovechar, aunque no parece dispuesto.
La idea del partido laborista es elevar los impuestos a los ‘no residentes’, subir los impuestos del trabajo para ciertos tramos salariales -si no son residentes- y potenciar otros muchos impuestos, entre los que destacan los que impondrán a los colegios privados.
Lo cierto es que los británicos han votado movidos por la promesa de un país «cargado de energía limpia y producida en el mismo Reino Unido», y las encuestas a pie de urna, igual que las declaraciones, dejaban claro que el programa de Keir Starmer no era tan importante como quitar a los conservadores que no logran sacar Reino Unido del atolladero en que anda metido.
Para The Sun, como para una fuerte corriente de opinión en las islas, Starmer es la esperanza laborista desde que saliera Tony Blair, y muchas son las coincidencias geopolíticas -salvando otras muchas distancias- que le permitirían posicionarse como uno de los grandes líderes del tablero. El problema es el mismo de siempre: Reino Unido ha perdido Europa.
Tablero geopolítico
Mientras Starmer dilucida cuantos impuestos -rentas, IVA para colegios privados, coste de los no residentes…- puede poner para contener la elevada deuda del país y fomentar un plan energético y otro de vivienda, la realidad geopolítica pasa por la puerta de Downing Street.
Starmer tiene una ocasión única para separarse -mínimamente- de EE.UU. y posicionarse del lado de la industria armamentística europea, que mantendrá el pulso a Rusia pase lo que pase en las elecciones de Estados Unidos con Donald Trump y Joe Biden. Una ocasión única para disparar la recaudación en ese sector y, desde ahí, abonar las políticas comprometidas con el votante. Pero requiere un equilibrio que, volviendo a Blair, no es habitual en el Ejecutivo de Reino Unido.
Qué pediran los liberales demócratas
Otra de las grandes cuestiones, haga o no falta en el Gobierno los próximos meses, es qué podría intentar Ed Davey a cambio de su cooperación, siendo probable que entre sus prioridades sean reducir los efectos del ‘brexit’, conseguir más dinero para el Servicio Nacional de Salud o abandonar el sistema electoral británico de mayoría simple.
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