Economía
¡Es el mercado, amigo!

Guerra entre la familia Grifols y Brookfield por el control de la gestión de la empresa

  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

La posible OPA de exclusión de la familia Grifols y el fondo de inversión Brookfield sobre la biofarmacéutica catalana, anunciada esta semana, choca con el eterno problema de las empresas familiares: quieren mantener el control de su criatura pero no tienen dinero para hacerlo. Por eso, buscan un socio que les ponga ese capital, pero no quieren que se haga con las riendas de la gestión. La cuadratura del círculo, vamos, y que ya hemos visto cómo acaba en muchos casos anteriores: con la compañía en manos de los fondos.

Fuentes del mundo financiero barcelonés aseguran que a la familia le gustaría alcanzar el 50% de los derechos políticos en la OPA; ahora mismo tiene el 40% pese a que sólo posee el 30% del capital, debido a la diferencia entre las acciones A y las B de Grifols. Como todo en esa empresa, su estructura de capital es muy compleja.

Víctor Grifols Roura, ex presidente de Grifols, en el centro.

Pero supongamos que tuviera que comprar en torno al 15% del capital entre unas cosas y otras. Si el precio de la oferta se sitúa en los 12 euros que piden los accionistas institucionales, tal como adelantó OKDIARIO, eso supone más de 1.200 millones (la valoración del 100% de la empresa sería de 8.150 millones).  Si en la due diligence -revisión en profundidad de las cuentas-, Brokkfield encuentra nuevos muertos en el armario, el precio podría bajar. Pero, aun así, estaríamos hablando de más de 1.000 millones.

«La familia dice que tiene mucho dinero, pero nadie se lo cree con la deuda que tienen Grifols y los préstamos cruzados con el holding familiar, Scranton», sobre los que ha puesto la lupa Gotham City, aseguran estas fuentes. Su opinión es que no podrá alcanzar ese porcentaje y, en consecuencia, no será capaz de mantener el control de la empresa.

Brookfield quiere mandar

Pero no se trata sólo de si los Grifols tienen o no dinero suficiente. Se trata de que «ningún fondo pone miles de millones en una empresa para no tener el control», explica otra fuente del sector de la inversión. «Si Brookfield entra y pone el grueso del dinero de la OPA, va a querer mandar sin ninguna duda», añade.

Y no sólo por pagar más. El negocio de los fondos de capital riesgo (que es como en España traducimos el private equity, es decir, inversión en empresas no cotizadas) suele ser comprar empresas en dificultades, reestructurarlas, ponerlas en rentabilidad y entonces venderlas enteras o por partes. ¿Se acuerdan de lo que hacía Richard Gere en Pretty Woman? Pues eso.

‘Pretty Woman’ (Touchstone Pictures)

«Lo primero que va a hacer Brookfield es fichar a un CEO [consejero delegado] de una gran farmacéutica que conozca bien el negocio y que pueda hacer que Grifols sea rentable, y quitar al que ha nombrado la familia», añade esta fuente. En ese sentido, hay quien dice que dicho CEO, Nacho Abia, no sabía nada de la OPA hasta el domingo pasado, cuando se convocó un consejo de urgencia.

Ingente tarea

Lo cierto es que hay mucho que reestructurar en Grifols. Aunque logró un beneficio de 21 millones en el primer trimestre, tuvo un cash flow negativo (es decir, salió dinero de la caja) de 253 millones, nada menos. Los gestores aseguran que su prioridad absoluta es dar la vuelta a esa situación, pero recuerden la que se lió cuando dieron una previsión para 2024 de tener cero caja, es decir, empatar: que deje de salir dinero pero que tampoco entre. Y fondos como Brookfield aspiran a una rentabilidad sobre la inversión del 20% como mínimo. Y luego está la deuda, superior a 10.000 millones, que sigue siendo una espada de Damocles pese a la reciente refinanciación de una parte con una emisión de bonos. Ahí hay mucho trabajo por hacer.

Pero no se trata sólo de poner orden en el negocio, que es muy bueno y sólo está perjudicada por inversiones de dudosa rentabilidad y que endeudaron en exceso a la compañía (la misma historia de siempre). Se trata por encima de todo del carajal societario que tienen montado entre Grifols y Scranton, con filiales vendidas por la primera a la segunda pero que la cotizada sigue consolidando en sus cuentas, y préstamos hacia el holding familiar que no se van a devolver nunca.

Sede de la CNMV.

Esta complejidad y opacidad -cuando algo no se cuenta de forma transparente suele ser porque hay algo que ocultar- provocaron que la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores) tuviera que elaborar un informe sobre las cuentas de Grifols que encontró «deficiencias significativas», por lo que le obligó a corregir sus cifras de endeudamiento. La falta de información adecuada provocó también que Moody’s decidiera dejar de calificar la deuda de la empresa este viernes.

Acabar con el entramado

Es posible que Brookfield encuentre más trapos sucios al revisar todo esto en profundidad y baje el precio de la OPA, aunque tiene que pagar una prima suficiente (el mercado la cifra en el 30% sobre la cotización media de los últimos seis meses, lo que daría más o menos los 12 euros citados) para que ésta tenga éxito.

En todo caso, el fondo tendrá como principal tarea acabar con este entramado y publicar unas cuentas estándares equiparables a las de cualquier otra empresa. Y aquí, de nuevo, se encuentra con el problema de que «deshacer estas conexiones entre Grifols y Scranton obliga a poner dinero a la familia, un dinero que no tiene», según otra fuente financiera catalana.

A pesar de las dificultades que afronta, la familia fundadora es la promotora de la OPA de exclusión, precisamente porque está harta de estar en el foco mediático y de que se cuestionen todas sus prácticas. Además, está convencida de que ha perdido la confianza del mercado y que no la va a recuperar en muchísimo tiempo, si es que lo hace.

Por ello, ha buscado a Brookfield que ponga el dinero. Pero poner el dinero y no mandar no parece aceptable para el fondo. Ahí tenemos el reciente ejemplo de la espantada de la emiratí Taqa en la OPA prevista sobre Naturgy. Por eso, es posible que al final ocurra aquí lo mismo y al final no haya OPA.