La falta de dinero se compensa con imaginación en el 4YFN
El garaje donde nació Google o el motel donde se creó Microsoft se han convertido en lugares míticos -y místicos- en el imaginario de las startups presentes esta semana en el salón de emprendedores 4YFN, donde intentan sembrar sus esperanzas para que un día florezcan, quizás, en el Mobile World Congress (MWC).
Estos y otros lugares inhóspitos en los que han surgido algunas las principales empresas tecnológicas del mundo han invadido la feria del 4YFN, considerado el «hermano pequeño» del MWC, en el que se puede palpar la misma forma de hacer que antaño usaron referentes del sector como Steve Jobs o Jeff Bezos.
Pocos recursos pero una buena idea fue la receta que los llevó a la cumbre del sector y que ahora esperan replicar muchos de los asistentes a este evento tecnológico, que hoy ha cerrado sus puertas en el recinto ferial de Montjuïc de Barcelona.
La mayoría de emprendedores disponen tan solo de un pequeño stand con apenas una mesa, un par de sillas y un ordenador, lo que podría ser el símil actual del garaje o la residencia estudiantil donde nacieron las compañías líderes del sector.
Éxito en visitantes
En las seis ediciones del 4YFN, los frutos recogidos no son nada despreciables: en 2014 el salón contó con 2.000 visitantes y una veintena de «startups», que ocupaban una pequeña parte del recinto ferial, y este año cerrará con más de 20.000 asistentes.
Además, unas 750 empresas emergentes de todo el mundo han pasado por el evento, entre las que hay 220 españolas, de las que 120 son catalanas.
Lejos de los grandes stands, las azafatas y las presentaciones fantasiosas y futurísticas del MWC, las empresas emergentes de la feria promocionan sus ideas aplicando pragmáticamente la filosofía DIY («Háztelo tu mismo», por sus siglas en inglés), así que la diferencia entre el director general y el becario se difumina totalmente.
La falta de dinero se compensa con imaginación, tanto en sus proyectos empresariales como en la forma de anunciarlo, y con mucha pasión.
Así lo demuestra Fran Ezquerra, CEO de BeepVip, al reconocer que es incapaz de resumir de qué va su propuesta de tienda integrada que, entre otras cosas, incluye un espejo con escáner 3D para probarte la ropa virtualmente.
«Es como hablar de tu hijo, no puedes decir sólo su nombre y cuánto mide», señala Ezquerra, que se declara «un enamorado» de su producto.
La transgresión también es una de las características de estas empresas emergentes y un ejemplo paradigmático (e incluso paradójico en una feria de startups tecnológicas) es el de Mobile Free Life, una iniciativa que aboga por un uso más responsable y saludable del teléfono móvil.
Su director ejecutivo, Joan Amorós, admite que están aquí «un poco a contracorriente» y asegura: «Los que estamos aquí gastaremos siete años de nuestra vida delante del móvil», mientras reparte unos adhesivos para la pantalla del móvil con la frase «¿estás seguro que me necesitas ahora?».
La concienciación sobre el impacto de las tecnologías también impulsa otros proyectos, como el canadiense Umay, que en la feria presenta un aparato que se pone en los ojos y da frío y calor para contrarrestar la sequedad ocular fruto de la sobreexposición a las pantallas.
Pasión y creatividad
Esta pasión y creatividad se ve en los pasillos de la feria con los distintos emprendedores, que incluso disfrazados intentan captar la atención de inversores para que se paren unos segundos, tiempo suficiente para que los ideólogos de estas empresas emergentes presentes sus productos.
La rapidez para explicar sus propuestas requiere un entrenamiento que luego pasa a examen, no sólo para captar inversiones sino también para despertar el interés de la prensa en los llamados ‘Pitch the Press’.
Se trata de una especie de citas a ciegas rápidas entre emprendedores y periodistas, donde en menos de 5 minutos las empresas emergentes tienen la oportunidad de hacer su aparición en alguno de los medios presentes.
«Parecen los juegos del hambre», ironiza María Eugenia Martín, responsable de ColorSensing, una aplicación que, asegura, «puede medir casi cualquier cosa con la cámara de un móvil».
El mecanismo funciona gracias a una tecnología que corrige y normaliza los colores de las imágenes digitales, lo que permite darle múltiples utilidades, desde el control de calidad de alimentos o textiles hasta telemedicina.
La broma de María Eugenia esconde algo de cierto, pues el gran crecimiento de la feria es también un reflejo de la evolución del sector de las tecnologías, que cada vez se demuestra más competitivo.
Sin ir más lejos, en el propio 4YFN se observa como todas las ‘startups’ luchan por conseguir su hueco, ya sea en la cartera de inversiones de un fondo o en el titular de algún medio.
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