Economía
Fiscalidad

Las energéticas esperan invertir con la rebaja del impuestazo pero son cautas: «No nos fiamos de Sánchez»

  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

Las empresas energéticas han recibido con cautela y desconfianza el anuncio del Gobierno de que se rebajará el impuestazo al sector. Consideran que ha habido una de cal y otra de arena: en el lado positivo, la posibilidad de deducirse las inversiones verdes, que esperan que les permita cumplir sus planes; en el negativo, que el tributo se convierta en permanente y que se siga aplicando sobre los ingresos en vez de los beneficios.

Ahora bien, el sector no se fía de Pedro Sánchez, al igual que sus propios socios de Gobierno, por lo que esperará a ver la letra pequeña del decreto en el BOE para pronunciarse al respecto: «Ya se sabe que el trilerismo es una de las especialidades de este Gobierno», advierten desde una compañía.

La cuestión de las inversiones ha sido un casus belli para las energéticas. El más agresivo ha sido Antonio Brufau, presidente de  Repsolque advirtió de que se llevará inversiones por importe de 1.500 millones fuera de España si no había estabilidad fiscal (de hecho, ya ha paralizado algunas en el País Vasco). Antonio Garamendi se sumó a esas advertencias. Más discreta fue Iberdrola, que firmó un acuerdo con el fondo soberano de Abu Dabi para invertir 15.000 millones de euros, ninguno de ellos en España.

«El Gobierno ha entendido que hace falta mucho capital privado para acelerar la transición energética, como lo confirma el PNIEC (Plan nacional Integrado de Energía y Clima), la mayor parte del cual se apoya en inversiones privadas. Sin estas inversiones, adiós a la transición energética y adiós a aprovechar la oportunidad que tiene España de ser una potencia renovable a nivel energético», sostienen desde otra empresa.

El propio Sánchez admitió que «estamos viendo que hay proyectos industriales que necesitan también de esa cobertura de una política energética que, de alguna manera, estimule, incentive estas grandes inversiones en energía renovable».

El principal valedor de esa tesis ha sido el PNV, para el que las inversiones energéticas en el País Vasco son esenciales. De hecho, el partido nacionalista llegó a pedir la supresión del impuesto (en realidad, su no prolongación a partir de 2023). En el otro extremo se situaba Sumar, que pedía mantener indefinidamente el tributo tal como estaba.

Solución salomónica

Tras unas duras negociaciones, que han provocado que la aprobación de esta medida se retrasara una semana, Sánchez ha llegado a una especie de solución salomónica que le permite mantener vivo el impuesto a la vez que intenta congraciarse con el sector para evitar que se paralicen esas inversiones necesarias. Solución que no ha gustado nada a Yolanda Díaz, según afirmó ayer en X (Twitter):

Otra de las quejas del sector es que el supuesto con que se justificó el impuesto, la existencia de beneficios extraordinarios o «caídos del cielo» , ya no puede sostenerse: «Podrían haber suprimido el impuesto, porque ya no hay beneficios récord», según una tercera compañía.

De hecho, tanto Teresa Ribera como Sánchez admitieron públicamente que es muy difícil justificar la existencia de esos beneficios debido a la bajada de los precios energéticos. Es más, ayer el presidente justificó otra medida, la subida del IVA de la luz y del gas, «ante la caída de los precios de la energía» en los últimos tiempos. A este respecto, recordó que hace dos años, en vísperas de la invasión de Ucrania, el precio del megavatio hora (MWh) en España alcanzaba los 360 euros y este mismo viernes era siete veces inferior.

Sin embargo, al final esas declaraciones -que habían generado esperanzas en el sector- se han quedado en papel mojado, como tantas otras del presidente, debido a la presión de sus socios de extrema izquierda. El impuesto se mantendrá y seguirá gravando la facturación, pero permitirá esas deducciones que aminorarán la carga fiscal de las empresas.

«Sí, sin duda que es algo que pinta mejor de lo que había y en línea con las peticiones de fomentar la inversión. Pero hay que esperar a ver la letra pequeña, las condiciones en que se van a aplicar esas desgravaciones», concluye una cuarta compañía.