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Draghi, Powell y el “catenaccio” de los bancos centrales

Ya han saltado al campo de juego tres de los cuatro mayores bancos centrales a nivel global, y por lo que anticipamos del que falta, el Banco de Inglaterra, todos parecen querer jugar a lo mismo en este año 2019, presionados por diferentes circunstancias.

El Banco de Japón sigue absolutamente arrinconado por los datos macroeconómicos, la economía sigue estancada, el riesgo de deflación no desaparece, y Haruiko Kuroda sólo puede replegarse y retrasar en el tiempo la consecución del objetivo de inflación. Mario Draghi mantiene viva su estrategia de seguir con los tipos en los niveles actuales al menos hasta una vez pasado el verano de 2019, lo que en la práctica es parte del juego de mantener la expectativa de que habrá subida de tasas este año, cuando el mercado empieza a pensar en que habrá un retraso hasta 2020 por la desaceleración económica.

El BCE de hecho ha recortado previsiones de crecimiento dos veces en apenas 3 meses, y los datos que estamos conociendo siguen sin ser nada alentadores, con clara desaceleración en Alemania y Francia, sus dos mayores economías, e incluso recesión técnica en Italia.

Jerome Powell confirmaba la pasada semana su cambio de tono hacia un lenguaje más dovish al apelar de nuevo a la paciencia en la política monetaria, al “esperar y ver” cómo evolucionan los datos macroeconómicos antes de seguir con unas subidas de tipos de interés que ya no ve garantizadas la Fed como apuntaba hasta ahora en sus comunicados.

Donald Trump parece salirse con la suya en la presión alta que mantiene con sus críticas constantes hacia el banco central por subir los tipos demasiado rápido, a pesar de la fortaleza que siguen mostrando los datos de la economía estadounidense como vimos el viernes con el NFP (304.000 puestos de trabajo creados en enero) y que de momento invitarían a seguir con el proceso de normalización monetaria. 

Y más de lo mismo es lo que esperamos este jueves de Mark Carney, aunque en su caso arrinconado por la incertidumbre del ‘Brexit’. Con una inflación por encima del objetivo, una economía que crece por encima del 1,5% y una tasa de paro en mínimos desde 1975 acompañada de crecimiento salarial, más de uno podría pensar que el proceso de normalización monetaria debería ir más avanzado. Sin embargo, el Banco de Inglaterra no puede mover ficha al menos hasta que se despeje la elevada incertidumbre que supone un ‘Brexit’ sin acuerdo, y para el que ha dibujado un escenario realmente apocalíptico.

La economía caería un 8%, el desempleo casi se duplicaría por encima del 7,5%, los precios de la vivienda se desplomarían un 30% y la libra caería a plomo más de un 25%. Basta con ver la reacción de la divisa británica la pasada semana tras el rechazo del parlamento a las enmiendas que hubiesen forzado al gobierno de Theresa May a extender la invocación del artículo 50, es decir a retrasar el ‘Brexit’. Su aprobación hubiese apagado el temor a una salida desordenada, y en definitiva, a la peor recesión económica desde la segunda guerra mundial, según el escenario dibujado por el propio BOE. Esto hizo caer a la moneda británica más de 100 puntos en apenas unos minutos, un nuevo ejemplo de la importancia de seguir las noticias en tiempo real cuando operamos en los mercados financieros.

No cabe duda de que la desaceleración económica junto a incertidumbres tan grandes como el ‘Brexit’ y la guerra comercial están presionando, y mucho, a los bancos centrales, que se ven obligados a jugar al “catenaccio” más puro. Replegarse, defender y buscar el contragolpe.