La derogación de la reforma laboral pondrá a prueba la tasa de paro de España en 2020
Los pronósticos se cumplen y la economía española cierra el año con un crecimiento del 1,9%. La desaceleración económica obliga a la economía española a crecer a su menor ritmo de crecimiento de los últimos 5 años.
La desaceleración de la economía española es un hecho. España va a crecer un 1,9%, por debajo del 2% pronosticado. El nivel más bajo en 5 años, pese a crecer por encima de la media de la Unión Europea.
Si contrastamos con años anteriores, sí podemos observar cómo la economía española ha pasado de registrar tasas de crecimiento, en plena fase expansiva del ciclo económico, del 2,7%. Unos crecimientos que se han ido moderando, pasando por un 2,4% registrado durante el año pasado, hasta alcanzar ese 1,9%. De acuerdo con las previsiones realizadas para el año que viene, podríamos ver una nueva moderación que llevase el crecimiento a niveles del 1,5%; niveles más en consonancia con la media
europea.
Podemos seguir hablando de que la economía española ha crecido en contraste con otras economías de la Zona Euro, como puede ser Alemania; sin embargo, hay otras variables en las que, pese a crecer en materia de PIB, seguimos bastante estancados.
En materia de desempleo, por ejemplo, con un 14%, ante la posible derogación de la reforma laboral que no solo evitó la destrucción de casi un millón de empleos, sino que también nos evitó el caer en una tasa media de desempleo del 17%, la situación se presenta preocupante.
De acuerdo con la Ley de Okun – relación empírica entre la tasa de crecimiento y el desempleo en el país- España es un país que, gracias a la reforma laboral, pudo comenzar a crear empleo con una menor tasa de crecimiento que años atrás, donde la rigidez del mercado nos lo impedía. Sin
embargo, dada la temporalidad y la calidad del empleo, podemos observar cómo al decrecer a determinados niveles, el empleo es más débil y más vulnerable que en otras economías europeas.
En España, la calidad del empleo ha provocado que, pese a crear más empleo en momentos de crecimiento y dinamización del PIB, en momentos donde la economía decrece, el empleo se destruya de forma más abultada y rápida que en economías como Francia, Holanda o Alemania. Economías donde, pese a registrar tasas de crecimiento inferiores a las de España, presentan un mercado laboral más dinámico generador de empleo. En el caso de Alemania, por ejemplo, pese a registrar un crecimiento del 0,3% durante el pasado trimestre, hemos visto cómo el desempleo ha llegado a su nivel mínimo, dentro de los parámetros de pleno empleo.
Más paro que Europa
España, sin embargo, no ha sido capaz de reducir esa tasa de paro pese al ciclo expansivo. Hemos crecido más que la media europea y no hemos sido capaces de reducir nuestra tasa de desempleo de una forma tan significativa como sí han hecho Reino Unido, Estados Unidos o Alemania. Esto es una gran preocupación, pues, como decía, la economía española comienza a desacelerarse y, ahora, ante una moderación en los crecimientos, la creación de empleo se verá, en consonancia, moderada.
Las medidas que propone el futuro Gobierno ya en su día, solo nos
llevaron a una situación de mayor desempleo y destrucción de empleo. Medidas que, como ya en su día analizó BBVA Research, nos ayudaron a salir de un atolladero en el que solo destruíamos empleo, pero no éramos capaces de regenerarlo.
Con la supervisión y el ánimo europeo, el Gobierno de Mariano Rajoy implantó la flexibilización en el mercado laboral, pudiendo crear empleo de una forma menos gradual y más dinámica, pese a que el empleo fuese de una calidad menor y con una mayor tasa de temporalidad. Una medida que trataba de paliar un desempleo que condenaba a los ciudadanos al ingreso más bajo posible.
En resumen, volvemos a una situación donde los crecimientos vuelven a moderarse y las medidas adoptadas van a ser las mismas que, precisamente eliminamos en 2008 para evitar el caos y el suicidio económico. La falta de rigor en el análisis y la realidad económica del país pretende condenar a la ciudadanía a unos aprietos por los que, dentro de la racionalidad económica, no deberíamos pasar. España precisa de políticos que aboguen por el rigor de la economía y no por la utopía más deseada. La economía es una ciencia que entiende de variables, no de sentimientos; una cuestión de prioridades.
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