para ahorrar energía

El decretazo del Gobierno dispara la venta de puertas automáticas un 30% y hunde a las pymes

El decretazo del Gobierno dispara la venta de puertas automáticas un 30% y hunde a las pymes
Una tienda en Madrid

La demanda de puertas automáticas para cualquier local con acceso directo desde la calle se ha disparado desde este agosto para cumplir con el plan de ahorro energético del Gobierno de Pedro Sánchez, lo que está beneficiando a fabricantes de puertas e instaladores, mientras complica la vida de los pequeños comercios.

El real decreto de ahorro energético que el Ejecutivo aprobó a principios de agosto prevé medidas como limitar la temperatura del aire acondicionado y de la calefacción, así como obliga a instalar antes del 30 de septiembre un sistema de cierre de puertas automático para impedir que se gaste energía cuando quedan abiertas.

Esta última medida afecta, principalmente, a tiendas, supermercados, centros comerciales, teatros, cines, auditorios, salas de exposiciones, bares, restaurantes y cafeterías.

La compañía Manusa, con sede en Barcelona y líder en España en fabricación de este tipo de puertas, ha notado el impacto de la nueva norma y ha visto incrementarse un 30% la demanda de sus productos desde la vuelta de las vacaciones de verano.

«La demanda y el interés empezó a notarse a finales de agosto. Y desde entonces está siendo muy dinámica y va creciendo semana a semana», ha explicado a Efe el consejero delegado de Manusa, José Medina.

Pese a la avalancha de pedidos que están recibiendo, Medina ha asegurado que la compañía tiene capacidad suficiente para asumir esa carga extra de trabajo y ha apuntado que, de momento, se mantienen los plazos de entrega, que son de alrededor de 4 semanas.

Con 50 años de experiencia en el sector, Manusa, que cuenta con una plantilla de 350 trabajadores, baraja la posibilidad de incrementar las contrataciones, sobre todo de instaladores, si fuera necesario para atender este pico de demanda.

La compañía, con fábricas en Valls (Tarragona) y Polinyà (Barcelona), vende sus productos en 90 países y cuenta con filiales en Portugal y Brasil, así como en China, donde tiene un centro productivo para suministrar a esa región. La firma tiene también centros de producción por toda la geografía española en los que se acaba ensamblar el producto.

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