La compañía de lujo Lanvin sigue buscando inversor que alivie sus problemas financieros
Lanvin, la marca de lujo gala más antigua de Francia, encara un 2018 lleno de obstáculos e incertidumbre. Las ventas han caído en 2017 y Shaw-Lan Wang (propietaria de la compañía) espera una inyección de capital urgente que la salve de la fragilidad financiera. Si no llega un inversor pronto, Lanvin se verá obligada a tomar drásticas medidas para poder hacer frente al pago de sus costes estructurales y el abono de las nóminas de sus empleados.
Lanvin cierra 2017 con saber amargo. La casa de costura parisina no ha recibido la capitalización que viene anunciando desde hace medio año. El pasado mes de noviembre la cúpula directiva anunciaba un rescate financiero antes de terminar el año, pero hasta el momento el balón de oxígeno no ha llegado.
“El pasado 20 de diciembre debería haberse celebrado una asamblea general, pero ha sido pospuesta sin fecha”, según señala el portal especializado Fashion Network. No obstante, precisan, las nóminas de los trabajadores están siendo pagadas, al menos de momento. Se espera que en el mes de enero haya nuevas noticias sobre posibles inversores.
Desde octubre de 2015 las ventas han descendido un 23% en 2016, concretamente 18,3 millones de euros menos que un año antes. Pero, la caída de la facturación no se queda ahí: según la agencia Reuters, las ventas caerán un 30% en 2017.
La firma de lujo no publica sus cifras, al igual que su homóloga Chanel, sin embargo, la Ley de Sociedades gala obliga a los auditores a informar a los gerentes y presentar advertencias judiciales ante el Tribunal Comercial de París cuando las operaciones de una compañía están en riesgo debido a su situación financiera.
Desde la salida de Alber Elbaz en 2015, director creativo de Lanvin, la firma no ha levantado cabeza y las ventas no remontan el vuelo. Desde que Elbaz no está han pasado por la dirección creativa dos diseñadores y ninguno de ellos ha conseguido aguantar en el puesto.
Olivier Lapidus, el actual diseñador, no ha logrado conectar con el público ni con los clientes a tenor de las cifras. De hecho, según Reuters, las ventas han disminuido un 50% en comparación con el mismo periodo de 2016. “Los compradores están muy confundidos con el hecho de mostrar los logos en las prendas”, comentan fuentes cercanas a Lanvin.
Ante el posible hundimiento de las finanzas de la gala, ha habido un éxodo masivo de empleados. De hecho, según los rotativos de Francia, alrededor de un tercio de ellos abandonaron la empresa desde el comienzo de 2017. La mayoría de los empleados que se han ido no han sido reemplazados, según las mismas fuentes.
Si los inversores no llegan, Lanvin tendrá que abandonar, además, su sede histórica en 15 rue du Faubourg Saint-Honoré. Los herederos de Jeanne Lanvin vendieron el edificio, según Le Figaro, en Richemont, que da hospedaje a firmas como Cartier y Van Cleef & Arpels.
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