CoHousing Verde: cómo vivir en una comunidad diferente
Hace unos años, Leo Bensadón, Mariano Baratech y Francisco Romero se encontraron y pusieron en común un mismo sueño: poner en marcha proyectos ecológicos. Su primeros peldaños los pusieron con la creación de su empresa, CoHousing Verde, que ofrece una alternativa diferente para disfrutar de tu hogar, una forma distinta de vivir. “El proceso tradicional consiste en que otros toman las decisiones por ti respecto de tu casa. Actualmente, los que van a vivir en la casa no son los que eligen el lugar, la diseñan, la construyen y deciden el precio y la financiación. Tampoco eligen con quien vivir o qué espacios necesitan. De hecho, las casas se hacen iguales sin importar si quien va a vivir en ellas es una pareja, es single, tiene hijos o están en la edad de jubilación. Cohousing es contestar todas estas preguntas antes de empezar a buscar el lugar donde vivir. Y hacerlo en grupo, entre los vecinos que quieren irse a vivir juntos”, explica a OKDIARIO Francisco Romero, uno de sus fundadores.
Este nicho de mercado no cuenta con gran protagonismo en nuestro país, que se ha reflejado en el espejo de los países nórdicos, donde surgió el cohousing. “Nació en los años 80. En Dinamarca, por ejemplo, es un modelo muy extendido. Existen proyectos de Cohousing en todo el norte y centro de Europa, EEUU, Uruguay, etc. En España hay pocos proyectos desarrollados, aunque bastante en proyección”, apunta Romero.
Precisamente este fue uno de los móviles para dar forma a su sueño: “queríamos replicar en España porque aquí tiene una presencia insignificante».
La comunidad es la protagonista
Aunque no se parece a ‘Aquí no hay quien viva’, la protagonista de la vivienda también es la comunidad: “el protagonismo recae en el grupo y podrá tomar las decisiones sobre suelo, proyecto económico y financiero, espacios comunes, etc., para que luego los profesionales del sector (arquitectos, bancos, gestores, etc.), hagan su trabajo de acuerdo a los acordado”. Y, ¿cuál es el resultado de esto? “Viviendas colaborativas que respondan a las necesidades y deseos de las personas que van a vivir en ellas, y no a otros intereses ajenos a los vecinos”, añade.
Su filosofía precisamente encuentra su razón de ser en la participación y en tomar decisiones: “el grupo siempre va a estar asesorado por profesionales que orientan los debates, pero al final, es el grupo el que manda”. Porque, para los fundadores de CoHousing Verde, lo importante son las personas, las que ‘llenan las casas’: “lo importante no son las viviendas, sino quienes van a vivir en ellas”.
A la familia creada de la nada se suma el último ingrediente, pero no por ello el menos importante. La ecología es la ‘base’ de estos edificios: “no se puede seguir construyendo viviendas que son sumideros de energía que cuesta mucho mantenerlas confortables térmicamente (en términos económicos y ecológicos). Estamos obligados a construir vivienda que tienda a un consumo casi nulo de energía, utilizando materiales ecológicos, técnicas de eficiencia energética y energías renovables”.
Tres años como mínimo
“Un proceso de este tipo no es corto. La media para que un Cohousing se haga realidad son 3 años”, asegura el fundador. Su metodología de trabajo para poner en marcha el proyecto se centra en la combinación de los talleres en grupo con otros trabajos técnicos. “La empresa hace las gestiones más duras para que el grupo no pierda tiempo, ilusión y ganas, en lo más burocrático, y hace sencillo y divertido en formato de talleres las partes en las que se deciden cómo será su vida”, apunta.
La pregunta del millón llega cuando los interesados se plantean el precio. Pero, esto no depende de ellos, sino del precio del suelo en el que se construye. “El suelo sigue siendo determinante porque en España es muy caro en las zonas más demandadas. Sin contar esto, el proyecto es más barato que uno convencional por dos razones: al ser vivienda autogestionada no hay márgenes de beneficios de ningún promotor (y eso reduce muy significativamente el precio) y al ser viviendas ecológicas, aunque haya un incremento en el coste de construcción del m2, los gastos asociados al día a día se reducen drásticamente (electricidad, calefacción, etc.)”, asegura.
Las personas que buscan habitar en este tipo de viviendas son “senior que no quieren que nadie planifique sus vidas por ellos. Sobre todo si son singles. Pero cualquiera que quiera una vida mejor y más plena es nuestro target”, señala.
“No existe la propiedad privada”
¿Hay un máximo o un mínimo para vivir en este tipo de hogares? La respuesta es sencilla: no. “No hay números fijos, pero nosotros creemos que en torno a los 20 núcleos familiares es un buen número. En el caso de viviendas sénior, ese número aumenta hasta duplicarse para poder mantener servicios que serán necesarios a medida que avance la edad de los vecinos (asistenciales, limpieza, cocina, etc.)”.
Sin embargo, no son los auténticos propietarios del hogar donde viven, esa es la principal desventaja. «Pero a cambio, no hay una especulación posible, lo que evitaría la burbuja inmobiliaria». Esta característica hace referencia al modelo del ‘Derecho de uso’, una “vía intermediaria entre el alquiler y la compre”. “En él, la familia que vive es copropetaria del edificio completo, pero no de su vivienda. En ella vive a cambio de una cuota mensual por el derecho a usarlo. No hay propiedad privada tal y como la conocemos y, por lo tanto, no hay división horizontal del edificio”.
Pero, ¿cuáles son sus ventajas? “Mucha flexibilidad para abandonar la casa si hay un cambio de residencia, por ejemplo, ya que quien te sustituye en la casa, abonará una cantidad para que tu recuperes parte de lo invertido”.
Y la organización de cada casa, depende del grupo: “deciden cómo serán sus viviendas y se permite la personalización para cada unidad familiar (siempre que no suponga grandes costes). Suele haber grandes espacios comunes para el disfrute de todos: salones multiusos, comedor para celebraciones, cuartos para niños, huerto, etc.”.