Bruselas permitirá los ecocombustibles para que Berlín retire el veto al fin de los coches de combustión
Bruselas ha planteado un posible encaje de los ecocombustibles sintéticos en el marco de las negociaciones para la prohibición de la venta de los vehículos de combustión en la Unión Europea (UE) a partir de 2035, una medida que está paralizada debido a que el Gobierno alemán quiere incluir este tipo de carburantes en el acuerdo.
Bruselas plantea que «los vehículos que funcionan exclusivamente con combustibles neutros en carbono también deberán demostrar que no pueden funcionar con ningún combustible que no sea neutro en carbono», es decir, de origen fósil.
En un documento de trabajo Bruselas también especifica que los fabricantes deberán incluir una serie de sistemas para controlar que los vehículos con combustibles sintéticos realmente utilizan este tipo de carburantes neutros en carbono y no otros. Además, estos sistemas de control también evitarán que el vehículo pueda arrancar en caso de que estén utilizando un combustible que no sea neutro en carbono.
«El fabricante se asegurará de que todos los vehículos alimentados exclusivamente con combustibles neutros en carbono estén equipados con sistemas de inducción de abastecimiento de combustible. Dichos sistemas no permitirán que estos vehículos arranquen si se alimentan con combustibles que no sean neutros en carbono», indica el documento.
Fuentes comunitarias consultadas por Europa Press apuntan que esa es la «dirección’ en la que se dirigen los contactos, pero advierten de que de momento no hay respuesta por parte de Berlín. Además, desde la Comisión Europea defienden que este encaje de los combustibles sintéticos no afectará al acuerdo cerrado ya entre el Parlamento Europeo y los Veintisiete en cuanto a la prohibición de comercializar los vehículos de combustión en la UE a partir de 2035.
La prohibición de comercializar vehículos de combustión -incluidos los de gasolina, diésel e híbridos- a partir de 2035, se aplazó sin nueva fecha por las dudas de último momento expresadas por Alemania e Italia y que podrían poner en riesgo la adopción de la nueva norma, que forma parte del paquete climático que la UE quiere impulsar esta legislatura para reducir al menos en un 55% las emisiones contaminantes del bloque en el horizonte de 2030 y respecto a las de 1990.
La medida ya se aprobó en el pleno del Parlamento Europeo del pasado 14 de febrero, pero fue en las negociaciones a nivel de embajadores donde Alemania mostró sus reticencias sobre un acuerdo entre instituciones que ya se acordó el pasado otoño.
Fuentes diplomáticas alemanas han asegurado que el Gobierno permanece desde entonces en conversaciones con Bruselas para resolver esta cuestión «cuanto antes», en línea con la intención de la presidencia rotatoria del Consejo, que ostenta Suecia, y que confía en aprobar el expediente «lo antes posible», una vez se hayan aclarado las «incertidumbres restantes».
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