Economía
Inversión

Be flexible, my friend!

“No puedes dirigir el viento, pero puedes cambiar la posición de las velas” (Proverbio Chino)

A la hora de ponerme a escribir el artículo para esta semana, me acordé del siguiente relato pues, en mi opinión,  creo que define bastante bien la estrategia de inversión que yo aconsejaría seguir de cara al segundo trimestre de este año:

“A la orilla de un río, un roble fue derribado por una tormenta y, arrastrado por la corriente, una de sus ramas se encontró con un junco crecido en un juncal cerca de la ribera. El impacto produjo un gran desconcierto en el roble que no pudo evitar preguntarle al junco cómo había logrado mantenerse sano y salvo, en medio de una tempestad que, por su furia, incluso había sido capaz de arrancar de raíz un roble. El porqué, dijo el junco, consiste en que yo logro mi seguridad mediante una habilidad opuesta a la tuya: en vez de permanecer inflexible y testarudo, me adapto ante las ráfagas del viento y no sucumbo”.

Y es que en el actual contexto financiero mundial, – influenciado por una desaceleración en el crecimiento económico; por una baja inflación; por una “represión financiera” como consecuencia de que se continúa aplicando unas políticas monetarias bastante acomodaticias por los principales bancos centrales del mundo; o por la persistencia de una serie de riesgos geopolíticos que convendría no subestimar -, tras la calma vivida en este primer trimestre uno puede llegar a pensar si quizás no sea ésta el preludio de nuevos capítulos de cierta tempestad financiera como la vivida en algunos momentos del pasado año.

Yo, por si acaso, la estrategia de inversión que les sugiero seguir podría calificarla como “Be flexible, my friend”. O sea, sean flexibles… como el junco del relato.

Y es que el que les escribe, por la experiencia que acumula como caminante en pos de #Flechas Amarillas,  sabe aquello de que cuanto más alto asciendes en la montaña, más fuerte va a soplar el viento. En este sentido, y tras un gran trimestre como el que estamos a punto de abandonar- que habrá permitido a más de un inversor lograr el objetivo de rentabilidad que se había marcado para todo el año -, aconsejar ahora mismo ciertas dosis de flexibilidad y de prudencia yo creo que no vienen nada mal pues, como bien decía el gran Leonado da Vinci “Aquel que más posee, más miedo tiene de perderlo”.

En alguna ocasión, en charlas mantenidas con inversores, a la hora de explicar el funcionamiento de los mercados financieros, y con el fin de hacerlo más sencillo a la par de ameno, he llegado a utilizar el símil de compararlo con el vuelo de un avión. ¡Tranquilos, no se preocupen que no me voy a enrollar con una clase de leyes básicas de la aerodinámica!

Pero para que me  entiendan, los aviones vuelan simple y llanamente porque aparece una fuerza- la llamada sustentación- que tira de ellos hacia arriba haciendo que se eleven por el aire.

Para que un avión se mantenga en el aire, necesita ir muy rápido, para que así su sustentación sea lo suficientemente grande como para vencer al peso de la aeronave (es decir, a la famosa gravedad de la que hablaba Newton). De ahí, por ejemplo, cuando un avión va demasiado despacio éste podría llegar a la situación que se denomina “entrada en pérdida”. O sea, que se caería del cielo al ser incapaz de soportar su peso.

Por ello y para evitar una catástrofe, cuando la “entrada en pérdida” se produce en vuelo, el piloto del avión debe de tratar de recuperar la sustentación y, por ende, la estabilidad de la nave.

Pero, ¿cómo creen que lo logra?, ¿quizás tirando de la palanca para que el avión gane altura elevando su morro? Pues no, esa no es la solución correcta. De hecho, si tratara de ganar altura, por mucha velocidad que imprima a la aeronave, al haber perdido la fuerza de sustentación, el avión caería.

Cuando se da esa “entrada en pérdida”, para estabilizar la aeronave, es preciso recuperar la fuerza de sustentación o apoyo y, para ello, el piloto lejos de tratar de ganar altura lo que tiene que hacer es bajar el morro respecto a la cola.

¿Curioso, verdad?. Quizás ahora, viendo lo que cabo de explicar, comprendan el por qué los distintos mercados de capitales suelen corregir hasta tratar de encontrar su particular fuerza de sustentación  en el instante en el que éstos o pierden parte del apoyo de las “máquinas de imprimir dinero”, o se pierde gas por un menor crecimiento económico mundial que pueda afectar, a su vez, negativamente a los beneficios de las compañías.

De cara a las próximas semanas,  aunque sigo creyendo que ni recesión de la economía mundial es inminente ni que los riesgos geopolíticos que nos acechan vayan a provocar una guerra comercial total o algo peor, sí pienso que es momento de ser algo más prudentes y reducir, temporalmente, el nivel de riesgo global que estamos asumiendo con nuestras carteras. Más que nada, porque puede que este segundo trimestre, a nivel de mercados, sea más volátil y se pierda algo del impulso del primero.

De hecho, los pilares que recomiendo a la hora de apoyar nuestra estrategia genérica de inversión, serían cuatro:

Decía un famoso torero que “hasta para tomarse una cerveza en la barra de un bar conviene estar bien colocado”. Por ello, y teniendo en cuenta los anteriores cuatro pilares, ¿dónde conviene colocarse de cara a las próximas semanas por si tenemos que recuperar en algún momento la sustentación o estabilidad de nuestra nave: o sea, nuestra cartera de fondos de inversión?:

En primer lugar, en liquidez. La liquidez es un activo más y, como no me cansaré de repetir, es una decisión de inversión. Esta liquidez no tiene por qué estar inmovilizada sólo en depósitos o cuentas de efectivo de escasa o nula rentabilidad.

Puede también encontrarse invertida en fondos de inversión de deuda europea de corto plazo y de buena calidad crediticia pero que soporten comisiones muy bajas, o en algún fondo cotizado (ETF) similar. Este tipo de productos financieros, y en lo que llevamos de año, si se han seleccionado adecuadamente ya está obteniendo rentabilidades por encima a la que ofrecen los propios depósitos bancarios. Les aconsejo que, por ejemplo, pidan a sus asesores financieros que les hablen de productos pertenecientes a gestoras como Evli, Nordea, Tikehau o Muzinich entre otras.

En segundo lugar, deuda gubernamental de Estados Unidos.  Fondos que, invirtiendo en renta fija pública estadounidense en los tramos de 2 a 5 años, aprovechen no sólo la mayor rentabilidad que ofrece este tipo de activos frente a la deuda pública de otros países desarrollados sino en actual contexto económico de este país y las últimas decisiones adoptadas por la Reserva Federal. Además, y este año es algo positivo, este tipo de inversión actúa como elemento que descorrelaciona en las carteras de los inversores cuando los mercados de riesgo (bolsa u otros activos de deuda) sufren alguna corrección

En tercer lugar, determinada renta fija emergente de corto plazo a través de fondos con posiciones en deuda emitida por estos países tanto en divisa fuerte como en divisa local. De nuevo, la importancia que sean fondos de gestión flexible y comisiones muy atractivas.

En cuarto lugar, algún fondo de retorno absoluto que nos defiendan de verdad cuando les toque hacerlo. Gestoras nacionales independientes como Dunas, Acacia o Attitude, entre otras, o internacionales como pueden ser Pictet, Columbia Threadneedle, BlackRock o H2O son casas que cuentan con productos que, en este tipo de categorías, aportan valor a los inversores.

En quinto lugar, y en relación a los mercados de acciones, mi sugerencia sería apoyarse en:

Algo importante: El tipo y clase de fondo de inversión que pudiera proponer para Vd. (renta fija, mixtos, bolsa…) siempre dependerá de cuál sea su perfil de riesgo, del horizonte temporal de sus inversiones y, por supuesto, de la coyuntura económica y financiera que se dé en cada momento. Una cartera asesorada deberá seguir siempre las líneas generales descritas anteriormente, pero siendo totalmente personalizadas y, por lo tanto, debería tener en cuenta en todo instante sus propias singularidades y, lo que es más importante, cada vez que cambie el entorno de los mercados  o sus necesidades, que se adapte a dichos cambios.

Para acabar recuerden este otro proverbio también chino; “Una sola chispa puede incendiar la pradera». Por ello, actúen con sensatez, inteligencia y ciertas dosis de cautela para las próximas semanas.

José María Luna, Asesor Financiero miembro de Efpa