Economía
Pesimismo sobre la economia española

El Banco de España prevé que el PIB no recuperará el nivel de 2019 hasta 2024

No hay buenas perspectivas para la economía española, a pesar del optimismo que destila el Gobierno. Según el informe de coyuntura presentado ayer por el Banco de España, el PIB no recuperará los niveles de 2019,  previos a la pandemia, hasta el primer trimestre de 2024. Estos magros resultados sitúan al país como el más retrasado de la Unión Europea en regresar al desarrollo corriente de la actividad anterior a que se desatara la crisis del Covid. En lo que respecta al ejercicio próximo, el banco central también ha corregido en una décima su estimación de crecimiento hasta el 1,3%, muy por debajo de la que todavía sostiene la vicepresidenta Calviño -la utilizada en la elaboración de los presupuestos generales-, que prevén un aumento del PIB del 2,1% para 2023, y que son las que están permitiendo al presidente Sánchez asegurar a diario que España será el país europeo que más crecerá y también el que tendrá menor inflación.

«En una coyuntura macrofinanciera y geopolítica muy incierta, las proyecciones macroeconómicas para España contemplan tasas de crecimiento del PIB del 4,6% en 2022, 1,3% en 2023, 2,7% en 2024 y 2,1% en 2025. En estas previsiones, la debilidad de la actividad económica aún seguiría siendo significativa en el primer trimestre de 2023, como consecuencia de los mismos factores adversos que han penalizado el avance del PIB en la segunda mitad de 2022. No obstante, a partir del segundo trimestre del año próximo el crecimiento económico recuperaría vigor de manera paulatina, a medida que, entre otros factores, mejoren las rentas reales de los agentes —como consecuencia de la disminución gradual de las presiones inflacionistas—, se recuperen los mercados exteriores y se desplieguen los proyectos de inversión vinculados con el programa Next Generation EU», asegura el informe de la institución que preside Pablo Hernández de Cos.

Estas consideraciones se alejan ligeramente de los últimos pronunciamientos del Banco Central Europeo, que prevé que la inflación seguirá manteniéndose elevada durante toda la primera parte del año, y que sólo a finales de junio puede situarse de media en torno al 7% del PIB. Por otra parte, la promesa de la institución que preside Christine Lagarde en el sentido de que las subidas de tipos de interés continuarán a lo largo del tiempo va a repercutir de lleno en las familias -que van a tener que pagar cuotas hipotecarias cada día más elevadas-, y en las empresas, que van a tener que afrontar costes de financiación progresivamente más altos.

En lo que respecta al comportamiento de la inflación en el país, el Banco de España cree que la tasa anual  se desacelerará desde el 8,4% en 2022 hasta el 4,9% en 2023, el 3,6% en 2024 y el 1,8% en 2025. A su juicio, esta senda se verá muy condicionada por la trayectoria que los precios energéticos puedan seguir en los próximos trimestres, —lo que, a su vez, dependerá de factores muy diversos como la evolución de la guerra en Ucrania, el comportamiento de la temperatura en Europa durante los dos próximos inviernos y el grado de dinamismo de la economía china—, así como por la duración, el diseño y la intensidad de las medidas públicas —actuales y futuras— desplegadas para mitigar el encarecimiento de la energía. Un supuesto que subyace a estas expectativas es que la transmisión de los incrementos de costes y precios observados en el último año y medio a los salarios y al resto de los precios de la economía continuará siendo moderada.

La autoridad monetaria también estima que la tasa de paro se situará en el 12,4% en 2023, igualmente por encima de las previsiones de la vicepresidenta Calviño, que contemplan una caída hasta por debajo del 12%. En todo caso, estos cálculos están muy por encima de la mayoría de los servicios de estudios del país. Ayer mismo, el Instituto de Estudios Económicos hizo púbico su informe de coyuntura, en el que cifra el índice de desempleo del año próximo en el 13,5%. Es muy significativo el escaso crecimiento de las horas trabajadas, que, según el Banco de España, apenas aumentarán un 0,8% el año próximo, un dato muy relevante porque retrata certeramente la evolución del empleo activo en el país.