Economía
La mayoría de gobiernos de la UE se inclina por no apoyarla

La apuesta de Sánchez por Calviño para presidir el BEI hace aguas por la oposición de la derecha europea

La firme apuesta del presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, por situar a la vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño, al frente del Banco Europeo de Inversiones (BEI) se pone cuesta arriba y no va a ser fácil en absoluto, según fuentes de la Comisión consultadas por OKDIARIO. Hay una serie de obstáculos que juegan a la contra de la candidata socialista. El primero, y no poco importante, es que España ostenta actualmente la Presidencia de la Unión Europea -hasta diciembre- y que la decisión al respecto deberá adoptarse en un consejo informal a cuyo frente estará la propia Calviño.

Aunque ella se abstenga de participar en las deliberaciones, será difícil que no sea vista representando «el papel de juez y parte» en el proceso, y esto representa un contratiempo para todos los países implicados en la decisión, añaden los citados medios. El segundo motivo es que los principales candidatos a los que se enfrenta tienen un peso político importante. De manera destacada, la liberal danesa Margrethe Vestager, que es la actual vicepresidenta de la Comisión Europea y se ha ganado un notable prestigio en los círculos de Bruselas que podría ganarle el respaldo de gobiernos como el de Francia y otros.

Otro de los que compiten en la carrera es Daniele Franco, ex ministro de Finanzas italiano en el precedente Ejecutivo de Mario Draghi, que a su vez fue el anterior presidente del Banco Central Europeo (BCE) y ha sido tradicionalmente considerado como el responsable de evitar una recesión en Europa durante los tiempos duros de la crisis de la deuda con su famoso lema de que «bajaría los tipos de interés todo lo que fuera necesario», atesorando una gran reputación a nivel internacional de la que se ha beneficiado la mayor parte de los miembros de su gobierno y especialmente el señor Franco.

Adicionalmente, la mayoría de los gobiernos de peso en la UE son actualmente de derechas -el alemán es una coalición entre socialistas, liberales y verdes, pero precisamente el ministro de Finanzas, Christian Lindler- es del ala liberal-. Esta coincidencia implica problemas añadidos para que triunfe la candidatura de una socialista que, además, y contra la imagen que se ha consolidado en España -muñida por la intensa propaganda del Ejecutivo de Sánchez-, no goza de la simpatía de sus homólogos europeos. Según las fuentes consultadas, sus compañeros del consejo de ministros de Economía (Ecofín) tienen a Calviño por una política soberbia, pagada de sí misma y con escasa capacidad para la empatía.

En estos momentos, tampoco el propio presidente español, Pedro Sánchez, pasa por sus mejores momentos en círculos comunitarios. Su decisión de convocar elecciones generales anticipadas, las servidumbres de la campaña y, principalmente, las negociaciones en las que está embarcado para su eventual investidura con un partido como Junts por Cataluña, liderado por el conocido prófugo de la justicia Carles Puigdemont, han creado malestar en Europa. En primer lugar, porque han perturbado la Presidencia española de la UE, con continuas ausencias de Sánchez en algunas reuniones a las que debía asistir y pilotar; y después, porque no se entiende bien que la viabilidad de otro gobierno dirigido por él dependa de una persona que tiene cuentas pendientes con la Justicia española, no pueda viajar a nuestro país y ha perdido la inmunidad comunitaria.

El dudoso apoyo del PP

Hay otro asunto al que quienes deben dar su veredicto conceden una gran relevancia, y es que detrás de la candidatura esté el resto de las fuerzas políticas del país que la propone, y es seguro que el Partido Popular que lidera Alberto Núñez Feijóo no está por la labor de respaldar la candidatura al BEI de Nadia Calviño, que se ha distinguido a lo largo de toda la legislatura por su hostilidad hacia el PP y por haber secundado con rotundidad y dureza las críticas y desprecios de Sánchez a la derecha, desacreditando sus intentos para poder gobernar el país.

El posible, y cada vez más difícil, desembarco de Nadia Calviño en el BEI sería su tercer intento por abandonar la política española y ocupar un puesto relevante en la esfera internacional. Primero se postuló, fracasando de pleno, como presidenta del Eurogrupo. Después optó a sustituir a Kristalina Georgieva al frente del Fondo Monetario Internacional (FMI), una aspiración igualmente fallida, y ahora vuelve a la carga con el brazo financiero de Europa. Los medios consultados creen que afronta un camino muy pedregoso para culminar la operación con éxito.

Rechazo en Europa a Nadia Calviño

Una muestra del sentimiento de rechazo que provoca Nadia Calviño en Europa han sido sus propias palabras a la hora de presentar su candidatura, asegurando que su paso adelante para presidir el Banco Europeo de Inversiones (BEI), demuestra que España «hace una gran apuesta». Calviño se mostró convencida de que poner su nombre sobre la mesa da a España «las máximas opciones para tener éxito y conseguir por primera vez en nuestra historia la presidencia del Banco Europeo de Inversiones». «Ante el calibre del resto de los competidores, el presidente Sánchez y yo vimos claramente que solamente una candidatura con mi nombre tenía las máximas opciones para prosperar que cualquier otro candidato, y que cualquier otro perfil sería dar la batalla por pérdida», ha argumentado.

Estas palabras no han pasado desapercibidas en Bruselas, donde se recuerda que el reparto de los fondos europeos que le han correspondido a España y cuya gestión compete a Calviño se ha caracterizado por un absoluto descontrol, indican los mismos medios. El nombramiento definitivo para el puesto se producirá en el Ecofin que se celebrará el 15 y el 16 de septiembre en Santiago de Compostela, y será formalmente aceptado en el consejo de gobernadores del BEI en octubre. El organismo desempeña un papel crucial en la financiación de inversiones para impulsar el crecimiento económico en la UE.