Economía
Análisis

La ‘anestesia’ de los ERTE no evita que el paro sea un 24% más alto que hace un año

Diego Barceló Larran, director de Barceló & asociados (@diebarcelo)

La anestesia de los ERTE no está evitando que el paro siga siendo demasiado elevado. Es verdad que en agosto hubo un ligero incremento en el número de afiliados a la Seguridad Social, cuando lo normal para ese mes es que haya una disminución. Eso se añade al resultado de julio, que también fue mejor que en el mismo mes de años anteriores. También es cierto que el número de parados registrados creció menos que en agosto de los tres años anteriores.

Lo anterior se traduce en que la pérdida de empleo de los últimos doce meses fue de 527.900 personas, que equivale a un descenso de 2,7%. Es la variación más benigna en cinco meses. El número de parados, ahora de 3,8 millones, es un 24% más alto que hace un año. Aun así, es el incremento más moderado en cuatro meses.

Derivar de lo anterior que estamos en un punto de inflexión a partir del cual el mercado laboral irá a mejor sería, como mínimo, incauto. En primer lugar, estamos hablando de un mercado laboral aún con “anestesia general”: hay 736.000 asalariados en ERTEs de fuerza mayor que no se sabe si podrán volver a trabajar o no, lo que se une a las restricciones al despido de personal en las empresas que se beneficiaron de ese mecanismo.

Pese a que Pedro Sánchez proclamó irresponsablemente que “hemos derrotado al virus”, estamos inmersos en una segunda ola de contagios (la peor de toda Europa), cuya duración y magnitud no es posible anticipar. Sean cuales fueren, alteran la actividad económica normal.

Lo peor es que tenemos un gobierno liderado por un mentiroso compulsivo y un comunista antisistema. Un gobierno sin plan, ni rumbo, que lo fía todo a la propaganda (“España puede”) y a unos fondos europeos incapaces, por sí solos, de recuperar una economía enorme como la española. La gente, que no es tonta, intuye que el futuro no es precisamente color de rosa: la confianza del consumidor está en uno de sus niveles más bajos desde mayo de 2013. Tres cuartos de lo mismo ocurre con los indicadores de confianza de las empresas y del comercio minorista.

Hay que recordar que el mercado laboral ya estaba débil antes de la pandemia, a causa de los errores de política económica de Sánchez e Iglesias. El empleo en el sector agrario ha caído en 14 de los últimos 15 meses. La firma de contratos indefinidos cayó en 17 de los últimos 20 meses y la de contratos para empleos de jornada completa ha disminuido en los últimos 11 meses. También ya suman 11 los meses consecutivos en que aumenta el paro entre los inmigrantes.

En lo inmediato, la decisión de prorrogar o no los ERTEs puede tener un impacto decisivo. Si no se extienden, las cifras del mercado de trabajo podrían empeorar mucho en poco tiempo. Pero si se alargan, la deuda pública y el déficit fiscal alcanzarían una magnitud más que preocupante. Completando la escena, ya está comenzando a funcionar el “mercado persa” de la negociación presupuestaria, que puede acabar como un nuevo golpe a la confianza y las perspectivas de la economía. Con o sin presupuesto, el gobierno seguirá como hasta ahora: gastará lo que le venga en gana con nuevos “manguerazos” de dinero público, con la errónea creencia de que eso contribuye a recuperar la economía.

En una crisis, no hay nada que pueda suplir la tarea de un gobierno previsor y con capacidad de gestión y liderazgo. Ninguna de esas cualidades acompaña al gobierno de Sánchez e Iglesias.

Perdida ya toda esperanza de una recuperación rápida y con la campaña de verano malograda por la imprevisión gubernamental, nos espera un largo invierno. ¿Será como decía el protagonista de “Desde el jardín”, que siempre tras el invierno llega la primavera? Con Sánchez e Iglesias al frente, ni siquiera de eso podemos estar seguros.

@diebarcelo