20 años de la trágica muerte de Edoardo Agnelli, el heredero de Fiat al que Gianni siempre rechazó

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Gianni Agnelli y Edoardo Agnelli viendo un partido de la Juventus en 1990. @Getty
María Villardón

“Lamento que mi desventura ponga nervioso a mi padre porque, si él está nervioso, yo también me pongo nervioso y eso no es bueno para nadie”. Estas fueron las palabras que pronunció un abatido Edoardo Agnelli (Nueva York, 1954 – Italia, 2000), perteneciente a la millonaria saga italiana propietaria de Fiat y la Juventus, entre otros negocios, cuando lo absolvieron en agosto de 1990 en un juicio por posesión de heroína en Malindi (Kenia). “La heroína estaba entonces en los bolsillos de todos los millonarios, pero el caso de Edoardo hizo muchísimo más ruido que los demás por ser hijo de quien era”, pronunciaba días después del incidente Giorgio Levi, periodista y amigo de la infancia de Edoardo, a la revista ‘Panorama’.

Este tropezón con la justicia del hijo mayor del carismático Gianni Agnelli y la aristócrata Marella Caracciolo fue un nuevo golpe para la dura y fría relación que Edoardo mantenía con su padre. Hay poquísimas fotos de padre e hijo juntos, y si las hay, estremece percibir que entre ellos sólo había enfrentamientos heladores, frialdad en el trato y decepciones continuas porque la vida superficial de uno nada tenía que ver con la vida espiritual del otro.

Edoardo tenía el destino escrito casi desde su nacimiento debido al peso de su apellido. Los Agnelli, que siempre han tenido tratamiento de realeza en Italia y el mismo estatus social que los Kennedy en EEUU, marcaban el ritmo de la vida social del país con sus negocios y sus extravagancias. Por ello, el primogénito del patriarca de Fiat estaba llamado a ser el heredero de una de las empresas automovilísticas más importantes del mundo. Sin embargo, a Edoardo nada de esto le interesó jamás, algo que desesperaba a Gianni.

“Era un Agnelli atípico, un filósofo más que un hombre de negocios”

Estaba interesado en la religión y la filosofía y, además, rechazaba el sistema capitalista imperante y no sentía ninguna inclinación por la gestión empresarial o la expansión corporativa. “Era un Agnelli atípico, un filósofo más que un hombre de negocios”, explicaba Pino Bongiorno, periodista y amigo de Edoardo.

Desde pequeño se refugió en su madre, la bellísima Marella, una mujer de buena familia interesada por las artes, enamoradísima de Gianni y, por supuesto, conocedora de todas las infidelidades de su marido. Buena cuenta de ellas ha hecho siempre la prensa. Al empresario italiano, siempre en las listas de los mejor vestidos y los más dandies, se le ha relacionado con la actriz Anita Ekberg o Jaqueline Kennedy, entre otras conquistas. “Edoardo sufrió mucho por tener un padre que no se preocupaba por él y una madre que estaba más interesada en correr tras su marido para no perderlo que en sus hijos, decía un amigo de la familia a la prensa italiana.

La relación de Eduardo con su padre siempre fue espinosa porque, al contrario que Gianni, su hijo era tímido e introvertido y no le gustaban ni las fiestas de alta sociedad a las que se veía abocado por el peso de su apellido, ni los deportes de acción, ni navegar en yates por el Mediterráneo. “Nunca me he planteado formar parte de la junta directiva de Fiat y, además, si me hubieran pedido que me sentara en ella siempre habría dicho que no. No soy la persona adecuada”, comentó Eduardo en una entrevista en 1998.

“Nunca me he planteado formar parte de la junta directiva de Fiat, no soy la persona adecuada”

Marco Bernardini, periodista deportivo e íntimo amigo y biógrafo de Edoardo, ha hablado y escrito en varias ocasiones de cómo el hijo había sido víctima de un matrimonio roto y un padre “ignorante” que no había entendido que “tenía un hijo absolutamente necesitado de afecto”. Afirma, no obstante, que sí que había “una pequeña joya” que unía a Edoardo con el resto de los Agnelli: la Juventus de Turín.

Era forofo del equipo de futbol con sede en Turín desde niño, de hecho, Levi cuenta que cuando iban a jugar al futbolín de su casa nadie podía usar las figuras de camisetas negras y blancas. Es más, llegó a ser director del club y gozó del cariño de la junta directiva, a pesar de sus místicas ideas de gestión, pero tampoco esta afición logró rebajar la escalada de enfrentamientos entre padre e hijo.

Margherita, la hija pequeña de Gianni y madre del actual presidente de Fiat John Elkann, relata que un día su padre llamó a casa para que Eduardo estuviera listo porque iba a recogerlo para ir a ver juntos un partido de la Juventus a estadio. “Edoardo devoró la comida y se puso su bufanda blanca y negra alrededor del cuello. Sin embargo, la tarde se convirtió en noche y mi padre nunca apareció. Edoardo se despertó al día siguiente con la ropa puesta y la bufanda alrededor del cuello”, explicó a Bernardini.

Estas diferencias alejaron para siempre a Edoardo del patriarca y se lanzó en los brazos del budismo, el Islam y las drogas. Una conducta que provocó que Gianni alejara a su hijo de cualquier gestión de Fiat que, finalmente, debido a la desconfianza entre ambos, recayó en manos de su primo Giovanni Alberto, el hijo de Umberto Agnelli conocido familiarmente como Giovannino.

Las diferencias con Gianni le lanzaron a los brazos de las drogas y la religión

Edoardo, afirma Bernardini, estaba muy unido a su primo y éste, prosigue, “siempre sabía que hilos tocar para que estuviera tranquilo. De hecho, su biógrafo afirma que estar “convencido de que si Giovanni Alberto no hubiera sido golpeado por el cáncer, hoy Edoardo también estaría vivo. Y no sólo eso, además, la Juventus y la propia Fiat se gestionarían de forma diferente”.

En este sentido, el que fuera periodista de ‘Tutto Sport’ –ahora en ‘Calcio Mercato’– decía que “era un alma cándida y frágil que prefería anteponer los sentimientos y la solidaridad a su interés por lo material través del instrumento del conocimiento filosófico y religioso. “Más flores y menos coches en Mirafiori”, le gustaba decir sabiendo muy bien sobre lo que bromeaba”.

Edoardo nunca fue un posible candidato a la sucesión de Fiat, a pesar de haberse formado en los mejores colegios y las más prestigiosas universidades internacionales. Consciente del rechazo de su padre y la desconfianza de toda su familia, Edoardo aparcó su Fiat Croma en el conocido entre los turineses como el ‘Puente de los Suicidios’ a las afueras de Turín y se lanzó al vacío. El cuerpo del heredero, que sólo tenía 46 años, fue encontrado en la orilla del arroyo Stura.

“Lo tenía todo, pero le faltaba la aprobación de su padre”, concluye Lupo Rattazzi en el documental dedicado a Gianni en HBO.

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