Gareth Bale volvió a ver otro encuentro íntegro de sus compañeros desde la grada y, de nuevo, el galés aprovechó para hacer alguno de sus gestitos. En esta ocasión, simuló con un papel unos prismáticos para ver desde el graderío de Los Cármenes el gran recital que los de Zinedine Zidane ofrecieron en la primera parte ante el Granada. Ni sus compañeros ni la directiva aprueban la actitud del galés que ha optado por tomarse a guasa su falta de minutos con una sucesión de gestos de la que ya se han empezado a cansar.
Desde la reanudación de la Liga, en las nueve finales que han tenido los de Zinedine Zidane, Gareth Bale apenas ha participado en dos: entró desde el banquillo ante el Eibar y fue titular ante el Mallorca. En total, ha estado en el campo poco más de 100 minutos, pero el delantero de Cardiff se las ha apañado para ser protagonista en la grada con sus gestos.
Jueguecitos con la mascarilla a modo de antifaz, que si risas por aquí o simulando ver el partido con unos prismáticos, así ha vivido el 11 blanco las 9 finales que ha jugado hasta la fecha el Real Madrid. Si la temporada pasada ya dejó ver alguna cara larga en el banquillo o demostró falta de respeto a sus compañeros al abandonar el estadio en varias ocasiones antes de que concluyeran los partidos, en esta el galés ha optado por una actitud desafiante, burlesca, como cuando posó con la famosa bandera «Gales, Golf, Madrid».
Pese a no jugar, Bale es feliz en el Real Madrid y no quiere marcharse aunque Zinedine Zidane no lo quiera ni ver. Al jugador le da igual pasarse la temporada sin jugar, parece que en la grada ha encontrado el lugar donde más se divierte. Al club no le gusta nada su actitud, ni sus compañeros de vestuario la aprueban ni, por supuesto, la directiva que ve en la actitud del galés una clara falta de respeto de un jugador que ya pasa de los 30 – 31, para ser más exactos esta semana- y que cobra 17 millones netos por temporada.
