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FINAL DE COPA: BARCELONA VS SEVILLA

Los secesionistas preparan otra pitada al himno y al Rey «que se oiga en todo el mundo»

  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Los grupos independentistas, especialmente los más radicales, se están movilizando, alentados después de que un juez haya desautorizado la decisión de la Delegación del Gobierno de prohibir las esteladas, para convertir el Vicente Calderón en un auténtico aquelarre secesionista donde dar rienda suelta y publicidad a sus intenciones de separar a Cataluña de España.

Los movimientos de estos grupos radicales independentistas han comenzado a través de las redes sociales y llevan toda la semana instigando a los aficionados culés a manifestarse a favor de la independencia –algo que harán en el minuto 17–, a desobedecer al Gobierno si hace falta y, especialmente, a protagonizar otro triste episodio de pitada al himno nacional.

La intención de los independentistas es conseguir la mayor repercusión posible, tanto a nivel nacional como internacional, y que la pitada al himno se convierta, una final más, en la noticia destacada de antes, durante y después del partido.

«Queremos una pitada histórica, que se oiga en todo el mundo», dicen los independentistas, que también se han movilizado para que esos pitos se centren, por encima de todos, en la figura del Rey Felipe VI, que ya tuvo que soportar la temporada pasada el bochornoso espectáculo de la pitada que sufrió en el Camp Nou.

Aquella vez fue peor porque fue una pitada al unísono, ya que se unieron las huestes separatistas catalanas con las vascas. Mientras, en el palco de autoridades Su Majestad el Rey aguantaba estoicamente la pitada junto a un Ángel María Villar con un rostro más que serio, pero ante la risita que no pudo contener el entonces president Artur Mas, al escuchar cómo se pitaba en Barcelona al himno y al Rey de España. Aquello era música celestial para sus oídos.