Que prohíban viajar a los violentos

Las imágenes de los salvajes ultras del Legia de Varsovia arrasando con todo y con todos a su paso por Madrid han dado la vuelta a Europa para sonrojo de una sociedad que presume de vivir en libertad. Es intolerable que se permita a un grupo de violentos campar a sus anchas por cualquier ciudad europea con la excusa de ir a un partido de fútbol.

Los ultras del Legia de Varsovia, igual que los de otros equipos especialmente del centro y el este de Europa, no son hinchas, son energúmenos, delicuentes, auténticos animales que se comportan como bandas organizadas. Les da igual agredir a policías, amenazar a fotógrafos para que no les graben o destrozar los negocios que encuentran por el camino. Es la violencia por la violencia. Por eso la solución no se puede tomar en el país de destino, sino en el de origen: estos ultras deberían tener prohibido viajar fuera de su país.

No es de recibo que al amparo de la libre circulación de personas que rige en la Unión Europea los violentos puedan moverse a sus anchas amenazado, agrediendo y sembrando el pánico allá por donde pasan. ¿Qué ha hecho un vendedor de pipas del Bernabéu para que estos cafres le destrocen un puesto? ¿Por qué tienen los estados de la Unión Europea que costear un despliegue policial para evitar que los ultras arrasen con todo?

Estas y otras preguntas tienen una respuesta sencilla, pero que exige arrojo y coraje por parte de la UEFA o de las autoridades políticas de los países de origen de los violentos: que no puedan viajar fuera de sus fronteras.