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Ramón tenía razón

Laporta ya no domina la escena

Joan Laporta ha acusado al madridismo sociológico de su imputación en el caso Negreira

La corrupción sistémica en el Caso Negreira

Hay que reconocer que Laporta es un genio. Cómo rechazar esta idea cuando, horas antes de que Víctor Font compareciese para mostrar su preocupación por las cuentas del Barça que arrojan, excluidas las famosas palancas, pérdidas de mil millones en los últimos tres ejercicios, nos introducía en el mundo del madridismo sociológico: ese ente mitológico que mueve los hilos del país perjudicando siempre los intereses y reputación del Barça, pero que al final se traduce en que el Real Madrid tenga malas relaciones en las dos últimas décadas con la Liga, la Federación y la UEFA.

Lo cierto es que ha faltado poco para que Laporta nos convenza a todos de que los que pagaron a Negreira durante diecisiete años fueron madridistas infiltrados, así como los que gestionaron las cuentas de un Barcelona que está en una situación muy comprometida, fueron amigos del todopoderoso Florentino que conspiraron en contra de los intereses culés.

El Barcelona sigue perdiendo en su negocio ordinario trescientos millones cada año y está siendo investigado por corrupción y cohecho. Una condena por cualquiera de estos delitos comprometería muy seriamente el futuro del club. Eso debería ser el foco de preocupación de un Laporta que ha tirado del victimismo más simple, aunque no se le puede negar la eficacia que ha tenido con una parte relevante de su parroquia.

Laporta y la deuda del Barcelona

El Barça tiene una deuda de tres mil millones y para poder pagarla y evitar la conversión en sociedad anónima, deberá hacer las cosas muy bien. Evidentemente, el victimismo o las estrategias comunicativas de Laporta, creador también del término palanca para evitar hablar de venta de activos, no serán suficientes para sacar al club de tal atolladero. Los socios sabrán.