La Liga se pincha en La Rosaleda

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Cristiano celebra su gol en La Rosaleda. (Getty)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Rotaba Zidane más por obligación que por devoción. Sin Varane ni Pepe en defensa y sin Bale ni Benzema en ataque, y con un James renqueante en el banquillo, el once de Zizou era a partes iguales de emergencia y de garantías. Keylor defendía el arco con una defensa más nacional que nunca: Carvajal, Ramos, Nacho y Marcelo. En el centro del campo, Kovacic se unía a la dupla Kroos-Modric en la creación. Arriba, Isco volvía a su hábitat natural en las inmediaciones del área y el Bicho Cristiano quería picar con el Bichito Jesé.

Exigido por esa diferencia de diez puntos que le sacaba el Barça en la Liga antes del partido, el Real Madrid no se podía permitir en La Rosaleda otra cosa que no fuera la victoria. Un pinchazo en Málaga era mandar la Liga a Malagón. Con la BBC afeitada, Cristiano tenía que demostrar que era «torazo en rodeo ajeno», como decía don Alfredo di Stéfano.

El partido arrancó con ritmo como una canción de las que ponen en spinning. Una sucesión de regates de Isco dentro del área al más puro estilo Kun Agüero fue el primer aviso del Madrid a los dos minutos. Presionaban muy arriba los de Zidane, dejando sólo a los centrales en campo propio y con ocho futbolistas en la parcela del Málaga.

Respondieron los locales con una frivolité de Charles dentro del área, que remató de rabona y provocó el primer córner del partido. El duelo era un rap sin respiro. Respondió Isco, inspiradísimo de salida, con una jugada por banda derecha que causó estragos y también tuvo como final un nuevo saque de esquina. Con las dos defensas en el centro del campo, el encuentro era un chotis que se jugaba en una baldosa.

Un duelo de vértigo

Apretaba arriba el Málaga, con el descaro de una panda de guiris de despedida de soltera. Keylor, que se hizo la picha un lío en un saque de puerta, chupaba más cámara que Kameni y eso era malo para el Madrid. Precisamente el portero del Málaga salvó un mano a mano con Jesé en el 17. Un minuto después, una empanada guisada entre Ramos y Kroos se convirtió en una asistencia involuntaria a Juanpi. El malagueño se quedó solito ante Keylor y más que un disparo, se marcó una cesión.

El Madrid era un pirómano con un mechero: estaba a punto de pegarse fuego. Otro fallo en cadena de la defensa blanca habilitó a Horta dentro del área, pero el disparo del portugués se fue arriba. El Málaga perdonaba los pecados capitales del Madrid. Javi Gracia había decidido repetir el planteamiento que le dio buen resultado ante el Barça y se las estaba haciendo pasar canutas a los de Zidane.

Apareció después Marcelo, que se marcó una eslalon en el área del Málaga y asistió a Jesé, pero el canario, que sólo vio portería, se encontró con el pie incorrupto de Kameni, que salvó el gol del Madrid. Pero el partido seguía siendo de los blanquiazules, dinámicos, verticales y rápidos, asomados continuamente al área de Keylor Navas, como si vivieran a los pies de la Malagueta.

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Cristiano cabecea el primer gol del Madrid. (EFE)

A todo esto, ustedes quizá se pregunten que hacía Cristiano. Pues en la primera hora del partido, nada. Eso sí, se llevó un codazo de Albentosa en la boca del estómago que bien pudo revolverle la comida. Iglesias Villanueva prefirió hacerse el sueco en lugar de señalar la falta en la frontal del área. El golpe hirió a Cristiano más en el orgullo que en el pecho.

Cristiano desencadenado

Era el minuto 32 y Kroos botó la falta lateral. Cristiano Ronaldo, que partía de fuera de juego, se marcó un remate de cabeza espectacular que se coló por encima del vuelo de Kameni. El Madrid se ponía 0-1 en plena tormenta blanquiazul y CR7 se tomaba cumplida venganza de Albentosa.

Un minuto después, el propio Cristiano, soliviantado, picado y desatado, driblaba a Welligton en el área y provocaba un penalti tan claro como infantil del central del Málaga. El luso televisó el penalti y Kameni, ágil como una pantera, despejó el lanzamiento para regocijo de La Rosaleda.

En el minuto 39 entre Keylor y Sergio Ramos evitaron el empate. El partido no tenía pausa ni dueño. Así había sido desde el principio y así fue hasta que el descanso dio un respiro a una Rosaleda que la tomó con Iglesias Villanueva, superadísimo por el vértigo del duelo y con los jugadores revoltosos porque habían detectado el miedo en sus ojos.

Un partido sin gobierno

Como España, el segundo tiempo arrancó sin nadie que lo gobernara. Keylor Navas volvió a evitar el empate en el 49 después de un tiro de Juanpi que se envenenó tras tocar en Nacho. Seguía el intercambio de golpes, con un Málaga al que no le importaba destaparse para seguir atacando. Un disparo de Cristiano que atajó abajo Kameni fue la primera aproximación del Madrid, que sufría y pedía a gritos a Casemiro para equilibrar la contienda. Zidane se lo pensaba en el banquillo, pero no se decidía.

Su primera elección fue meter a Lucas por Jesé en el minuto 60. Buscaba Zizou alguien que ayudara a Carvajal en la derecha y liberar, de paso, a Isco y Cristiano cerca de los centrales del Málaga. El partido, por fin, empezó a tener algo de pausa. Un centro de Carvajal en su primera incorporación por banda lo cabeceó Isco lamiendo el palo de Kameni en el 62.

El Málaga seguía apretando al Madrid como Pablo Iglesias al PSOE. Y una jugada tras la salida de un córner acabó en el merecido premio para los de Javi Gracia. Fue un gol entre centrales. La puso Welligton como si fuera un extremo de toda la vida y remató Albentosa igual que si hubiera nacido delantero centro. Los de Zidane se metían en un lío. En un pedazo de lío.

Málaga no, Malagón

Lo intentaba el Madrid adelantando a Marcelo y Carvajal de avanzadilla, pero el Málaga se defendía con orden y le discutía la pelota a los blancos. Un vuelo espectacular de Keylor evitó el segundo de los blanquiazules tras un remate soberbio de Charles. La Rosaleda vibraba con su equipo, que lejos de conformarse con el empate, buscaba la victoria sin titubeos.

Pero Cristiano no pensaba rendirse. Ya con James y sin Isco en el campo, el luso capitaneaba los desesperados ataques del Real Madrid. Los de Zidane sabían que les quedaban diez minutos para seguir aferrándose a la Liga. Iglesias Villanueva se tragó un claro penalti a Modric que pudo haber cambiado el sino del partido y quién sabe si del campeonato. En este tipo de acciones el Madrid lleva años sin tener, llamémosle suerte.

La Liga se iba por el sumidero y el Madrid no hacía nada por evitarlo. Intentos vanos, ataques alocados, a la desesperada como un soltero en una discoteca a las seis de la mañana. Una media volea de James la atajó abajo Kameni. Era una de las últimas balas del equipo de Zidane, que no fue capaz de derrotar al Málaga y sufrió un pinchazo en La Rosaleda que le deja fuera de la lucha por el título por mucho que las matemáticas digan otra cosa.

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