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Octavos de final Mundial 2018: Francia-Argentina

Francia – Argentina: Mbappé, de qué planeta viniste

  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Mbappé fue Messi y Maradona juntos. Fue un arma de destrucción masiva, un jugador indomable, casi un leopardo con botas, felino, ágil, explosivo, devastador. Mbappé destrozó a Argentina y demostró que este puede ser su Mundial a poco que sus compañeros le ayuden un poco. Francia eliminó a Argentina en el mejor partido del Mundial y se metió en cuartos como firme candidata al título.

El partido fue una montaña rusa. Se adelantó Francia con un penalti que hicieron a Mbappé tras una galopada en plan caballo de Atila. Empató Di María con un golazo al filo del descanso y remontó Mercado con un churro de gol. Igualó Pavard con una volea imposible y entonces Mbappé destronó con violencia a Messi de su trono con un doblete que le confirma como el jugador con más potencial del mundo. Por edad, quizá sólo Neymar puede evitar su reinado. El 4-3 del Kun ya no sirvió para nada, porque no había tiempo.

Se presumía un partido con palos y los hubo desde el principio. Cada balón dividido una pendencia y cada pitido del árbitro una reyerta. El centro del campo se convirtió en el Barrio Escobar de Medellín. No había pelotas para meterse por ahí. No era por la presión, era por los navajazos que se repartían argentinos y franceses. El pobre colegiado trataba de templar los ánimos como un profesor de instituto conflictivo. Obviamente, no lo logró.

Escaseaba el fútbol. Francia y Argentina corrían mucho y jugaban poco. Al espectador no involucrado, como quien esto escribe, se le cerraban los ojillos. Los entreabrí para ver una cornada de Mascherano a Mbappé que debió ser tarjeta naranja y lo fue de color invisible. Era el minuto 7 de esta película de Steven Seagal en la que sólo se repartían mamporros. La falta la botó Griezmann, jugador acostumbrado a las desgracias por mor de sus colores, y la estrelló contra el travesaño. Cachis.

Perdonaba Francia, pero Argentina, más banda que equipo, no se rehizo. Una galopada estremecedora, impresionante, inhumana de Mbappé provocó que los argentinos se quitaran como aquella vez los del Atleti se quitaron en el gol de Ronaldo en un derbi el Bernabéu –muy recomendable con la narración de Carlos Martínez–. Mbappé aceleraba y los argentinos no podían pararle hasta que Rojo le tuvo que derribar dentro del área. Penalti de libro. Lo marcó Griezmann, no como en la final de Milan. Era el minuto 13 y Argentina se llevaba el primer sopapo.

Terremoto Mbappé

Francia, que tampoco es el Brasil del 70, se ponía por delante ante una Argentina organizadita pero muy menor. Messi permanecía desaparecido. O agazapado. Pero Mbappé estaba en modo devastador y otra galopada suya en plan Ronie provocó que xxx rozara su segundo penalti. La falta fue justo en la frontal. La lanzó Pogba en un disparo indigno de un jugador profesional. Se esfumaba un 2-0 cantado.

Argentina tenía que conceder espacios y Mbappé era el Halcón Milenario a campo abierto. Replegaba Francia y fiaba su futuro a la velocidad del genio del PSG e incluso de un Griezmann que se mantenía en segundo plano. El partido lo gobernaba Mbappé, que estaba arrebatando el trono a Messi por aplastamiento.

A Sampaoli, un entrenador con más prensa que conocimiento, no le estaba funcionando el invento de dejar a Messi de falso nueve y poblar el centro del campo. Pogba devoraba a todos los argentinos y Leo no olía la pelota. Ni había tirado ni había corrido un metro en media hora, aunque lo de correr no es noticia.

Di María hace de Messi

No apareció Messi pero sí Di María. Era el minuto 41. Recibió un balón de Banega a 30 metros del área. No cogió ni carrerilla. Le pegó un zurdazo tremendo y su disparo hizo inútil aunque bella la estirada de Hugo Lloris. Deliraba el público argentino y deliraba Maradona, aunque por motivos posiblemente distintos.

Pitó el colegiado el descanso de un primer tiempo frenético en el que Mbappé puso la velocidad y el talento, Argentina los huevos y el orgullo, Francia muy poquita cosa y Messi ninguna.

En la reanudación siguió dominando Argentina y de un córner nació un disparo no muy fuerte de Messi que, tras tocar casi sin querer en Mercado, se coló al cambiar la trayectoria a Lloris. La albiceleste le valió con el orgullo y el empuje y a Francia no le valía sólo con Mbappé.

Pero en otro vaivén del duelo los franceses encontraron el 2-2 en un golazo soberbio de Pavard. Su volea, casi rascando la pelota desde la frontal, después de un centro de Lucas Hernández se coló por la escuadra de Franco Armani. El partido volvía a voltearse cuando menos lo merecía Argentina.

Mbappé reclama su trono

Y entonces volvió a aparecer el genio Mbappé. Destructor, terrible, impactante, Balón de Oro. Marcó el 3-2 después de sentar a su par en la frontal en el 64 y, cuatro minutos despues, volvió a marcar el gol del siglo tras una contra de manual ejecutada por todo el equipo de Francia. Era el momento en el que Mbappé mostraba sus poderes como el heredero natural de Messi (y de Cristiano) al frente del trono del fútbol mundial. Con permiso de Neymar.

Pasaban los minutos y no veíamos a Maradona en el palco. Mala señal para una Argentina que lo intentaba con orgullo pero sin resuello. Mbappé les había reventado. Otra vez se cocía un adiós prematuro al Mundial, posiblemente el último de Messi con la albideleste. El tiempo pasó y la victoria de Francia se consumó, aunque el gol del Kun diera un aire de esperanzas a Argentina, pero era demasiado tarde.

Mbappé bajó a golazos a Messi de un trono que tenía más por fama pasada que por logros presentes, porque el presente y el futuro parecen de este chico parisino con una insultante juventud. Mbappé, menudo jugadorazo.