Deportes
Nations League: España - Suiza

Bajonazo de España

España se la pegó ante Suiza en el penúltimo partido oficial antes del Mundial. Fue un bajonazo de la selección de Luis Enrique, que perpetró un pésimo primer tiempo y, aunque mejoró con los cambios, no le bastó para ganar… ni siquiera para rascar un empate. Dos goles encajados en sendos córners volvieron a demostrar la endeblez defensiva de La Roja, falta de un líder atrás. Marco Asensio jugó de falso nueve y debutaron Borja Iglesias y Nico Williams. España necesita ganar en Portugal el martes para meterse en la Final Four de la Liga de las Naciones.

En su penúltimo partido oficial antes del Mundial Luis Enrique se permitió el lujo de hacer una inesperada probatura: sentar a Morata y colocar a Asensio de falso nueve. Para componer el resto de la alineación hizo como Pedro Sánchez cuando sale a la calle: rodearse de su guardia pretoriana. Bajas mediante, claro. Con el debate de la portería como algo más antiguo que el Cuéntame, Unai Simón defendía el arco. Le escoltaban en los laterales Azpilicueta y Jordi Alba, mientras que la pareja de centrales la formaban Pau Torres y el siempre dudoso Eric García. No son exactamente dos tipos duros ni podrían ser escoltas de la Casa Real, pero cumplen.

Por delante, el centro del campo más titular y azulgrana que imaginarse pueda: el viejo Busquets con los jóvenes Gavi y Pedri. Arriba, a falta de Dani Olmo y con la incógnita de Ansu Fati, los habituales Sarabia y Ferran Torres escoltaban a Marco Asensio, centro de todos los focos. Enfrente, una Suiza más incómoda que montar en bici con tacones o comer gambas con guantes de boxeo.

España salió como siempre: a presionar arriba y tener la pelota. Zaragoza llevaba casi 20 años esperando a la selección, así que La Romareda era La Pasionaria en un mitin: roja y entregada. Una imagen impresionante de un estadio de Primera que lleva demasiado tiempo huérfano de fútbol de élite y donde no caben regionalismos estúpidos. Se sienten españoles por encima de todas las cosas. Y cierro paréntesis. Tocaba la selección de Luis Enrique pero no se arrugaba Suiza, que respondía con velocidad en las contras.

Vértigo en La Romareda

El partido era vertiginoso e intenso. La Romareda hacía la ola. Suiza avisaba de que no habían venido a ver El Pilar. España también quería enseñar su punta de velocidad, pero los tres de arriba, habituales suplentes en sus equipos, demostraban un punto diesel de falta de chispa. Embolo en el 17 dio el primer aviso serio de Suiza en un mano a mano ante Unai Simón que resolvió el meta español con una mano prodigiosa. El colegiado, con retardo, marcó situación de fuera de juego al delantero suizo.

A la segunda ya no perdonaron. Fue a la salida de un córner en el que fallaron al unísono Azpilicueta y Pau Torres, despistados y blanditos en la marca del central Akanji, y también Unai Simón, que anduvo lento de reflejos y no pudo despejar el remate picado del suizo. A España, que llevaba cuatro años sin encajar un gol de remate de un córner, le tocaba remar contracorriente. Pero las aguas del Ebro vestían La Roja.

Luis Enrique se desesperaba pero la selección había acusado el golpe del gol. Sólo la efusividad de Gavi intentaba contagiar a sus compañeros, demasiado maniatados para buscar espacios entre la maraña de defensores suizos. España, roma y sin bandas, trataba de incomodar a una Suiza cada vez más replegada. En vano. El partido pintaba más para el 0-2 que para el 1-1.

Ni rastro de Pedri, Sarabia o Ferran Torres al filo del descanso. Asensio trataba de jugar de todo menos de nueve. La cosa pintaba fea y Shaqiri perdonó el 0-2 en un mano a mano ante Unai Simón que resolvió con mano firme el portero español. Con esa ocasión tuvimos la mejor noticia para España: el descanso.

Suiza funciona como un reloj

No hizo cambios Luis Enrique en la reanudación, a pesar de que cualquier jugador podría haber mejorado el despropósito de la selección en la primera parte. Nada más comenzar la segunda parte puso a calentar a Borja Iglesias para alegría de La Romareda. España trataba de meter una marcha más pero no hacía ni cosquillas a los suizos.

Un centro de Ferran desde la derecha pasado el minuto 50 fue la primera ocasión clara para España. La desaprovechó en el segundo palo Sarabia, que no se esperaba la cantada del central suizo. Era el primer aviso de la selección. Y al segundo, zas, el gol. La maniobra la cocinó Asensio desde el centro del campo. Condujo, desequilibró y asistió para la subida de Jordi Alba, que se internó en el área y la puso en la escuadra de Sommer. Empataba España y botaba La Romareda.

Poco, demasiado poco, nos duró la alegría. Ni cinco minutos. Otra vez Suiza aprovechó un córner para demostrar que la defensa de España es más blandita que el queso de Burgos. Akanji, mal defendido por Busquets, prolongó en el primer palo al centro del área pequeña donde Embolo, al que Eric García le puso la alfombra roja, hizo el segundo a placer. Otro bajonazo.

Perdonaron los suizos en tercero en una cantada por arriba de Unai Simón. Luis Enrique contuvo el aliento y metió de golpe a Nico Williams, Yeremi Pino y Borja Iglesias por los tres de arriba: Ferran, Sarabia y Asensio. La cosa no podía pintar peor. Los cambios agitaron el partido y España tocó a rebato. Un casi gol en propia puerta y una buena para de Sommer a tiro de Pedri animaron a una alicaída Romareda. La selección, ahora sí, buscaba el empate con ahínco.

Suiza se blindaba con orden. España lo intentaba una y otra y otra y otra vez. Y nada. Yeremi Pino y Marcos Llorente, que había suplido a un irreconocible Pedri, daban a La Roja unas alas que le habían faltado muchos minutos. En los minutos finales a la selección le entraron las prisas, siempre malas consejeras. Demasiado acelerados y demasiado obtusos en el área. Pasaron los minutos, resistió Suiza y España, que tuvo una ocasión postrera de Borja Iglesias, se quedó compuesta y con una derrota en La Romareda que nos condena a ganar en Braga a Portugal si queremos meternos en la Final Four de la Liga de las Naciones.