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PREMIER LEAGUE

El Leicester empata sobre la bocina y mantiene vivo el sueño de la Premier

El sueño sigue vivo. El Leicester consiguió empatar un encuentro manchado por una pésima actuación arbitral, que condenó primero al líder de la Premier a sufrir una remontada y que más tarde compensó con un penalti inexistente que les dio el empate sobre la bocina. A pesar de todo, el equipo revelación de la temporada continúa líder, ahora con ocho puntos de ventaja sobre el Tottenham, que juega este lunes.

El pitido inicial del árbitro ponía en marcha un nuevo encuentro del equipo que busca lograr una de las mayores gestas del fútbol en los últimos años. Un equipo que se ha ganado la simpatía de todos a base de garra, lucha y un punto de suerte demostrado cuando solo se llevaban jugados tres minutos de encuentro. Un centro lateral de Payet era notablemente rematado por Kouyaté hacia la portería de Kasper Schmeichel, quién con un brutal escorzo lograba desviar mínimamente el balón hacia el poste de su portería, rebotando más tarde en el otro y paseándose por la línea de gol antes de que el meta local lograra atraparlo. El Leicester se había salvado.

Se colgó el cartel de no hay billetes en el King Power Stadium. (Reuters)

Después del susto, los Foxes se hicieron con el manejo del encuentro a base de intensidad y la movilidad de sus puntas, Okazaki y Vardy, quienes sacaron de posición a los centrales del West Ham, provocando varias acciones peligrosas. Un remate de Huth a balón parado avisaba de lo que estaba por llegar. Y es que en el minuto 17, una portentosa conducción de Kanté, el centrocampista que todo lo abarca, precedía a una cesión al killer Vardy, que con un disparo seco con la izquierda lograba batir a Adrián San Miguel y poner el siempre valioso 1-0 favorable al Leicester.

A partir de aquí, el West Ham no supo reaccionar y la tranquilidad llegó al encuentro, con un dominio relativo de un Leicester que no sufre si solo tiene que despejar su área y luchar cada balón. Los minutos pasaron sin que sucediera nada relevante. El líder de la Premier tenía medio trabajo hecho. Solamente 45 minutos y un guion por escribir en un nuevo capítulo de la película, aunque este fuera a ser mucho más dramático de lo deseado.

El árbitro quiso ser el protagonista

Paradojas del destino, el gran goleador del equipo del centro de Inglaterra, Jamie Vardy, pasaría de héroe a villano en solo unos minutos. Después de haber abierto el marcador, el ‘9’ no llegó a rematar el 2-0 por solo centímetros, tras un gran envío de Okazaki, e instantes después, en una pugna con Ogbonna, cayó en el área del West Ham, ante lo que el árbitro del encuentro, Jonathan Moss, entendió una simulación, mostrando la tarjeta amarilla para el delantero y enseñándole el camino de los vestuarios con más de media hora de partido por celebrarse.

Vardy fue expulsado por simular. (Reuters)

A pesar de la contrariedad, el Leicester se sobrepuso con firmeza a la expulsión de su estrella y continuó con el guion, tras el reemplazo de Okazaki, que dejó su lugar a un Ulloa que debía correr por dos. Drinkwater y Kanté se hicieron con todos los balones divididos en medio campo y el West Ham veía como se le marchaba el encuentro a pesar de contar con un jugador más sobre el césped.

La dureza de la Premier League permite contactos y la utilización del físico de los jugadores con un rasero mayor del habitual en otras ligas, pero el colegiado decidió en un córner visitante que esta dureza debía ser castigada. Un agarrón del capitán local Wes Morgan era sancionado con pena máxima para el West Ham, que se encargaría de anotar Andy Carroll para poner las tablas a falta de menos de diez minutos para el término. El empate, sin ser el resultado deseado, permitía seguir soñando a un Leicester que recibiría el verdadero jarro de agua fría con un golazo de Cresswell, que daba la que parecía definitiva victoria al conjunto Hammer.

Los últimos minutos encendieron al King Power Stadium en busca de un gol que permitiera seguir soñando al equipo de película que es el Leicester. Dos acciones en el área del West Ham  fueron la resolución del partido, dejando al colegiado en evidencia ante los cientos de miles de espectadores que presenciaron el partido en directo o en televisión. Moss no pitó la que era, en un agarrón clarísimo por el cuello para impedir el salto de Huth, y sí la última, con el tiempo casi cumplido, en un forcejeo entre Schlupp y Andy Carroll sin ninguna aparente acción punible.

Ante las ausencias de Vardy y Mahrez – nefasto encuentro el suyo hasta ser sustituido – dejaron a Leo Ulloa, el hombre que solo había salido a correr por dos, con la misión de anotar la pena máxima de todos. El delantero, que como ya demostró en España de gol y sangre fría anda sobrado, materializó la ocasión y devolvió al Leicester gran parte de la ilusión y un punto con el que seguir soñando con el título.