El caos del US Open: olor a marihuana y hamburguesas y constantes interrupciones por el ruido
El último Grand Slam del año se disputa bajo un ambiente poco visto a lo largo del circuito
Se debe al consumo legal de cannabis y la idiosincrasia del torneo
El US Open camina a caballo entre la segunda y tercera ronda dentro de la pista y de polémica en polémica fuera de ella. Varios son los motivos. Las inmediaciones de la pista, la ley que permite a mayores de 21 años poseer 85 gramos cannabis y la idiosincrasia del propio torneo, que propicia situaciones poco vistas a lo largo del circuito. El hedor de los porros nace en los aledaños del complejo deportivo.
Ahí se ubica el Parque Flushing Meadows-Corona, un lugar de encuentro de jóvenes en el que la marihuana es imperativo. Se sitúa cerca de la pista 17, la bautizada como «habitación de Snoop Dogg» por Zverev hace dos años. En la edición de este curso, Casper Ruud ha sido el que ha alzado la voz. «Vayas donde vayas huele a marihuana y eso también se traslada a las pistas de tenis. Hay que aceptarlo, pero no es que sea mi olor favorito», criticó.
Además de cannabis, las gradas del US Open huelen a lo que huele cualquier butaca de un evento deportivo estadounidense, comida rápida. La ex tenista, Agnieszka Radwanska, subcampeona en Wimbledon en 2012, lo recuerda. «Todo te quita tanta energía y simplemente la absorbe. Todo es ruidoso. Todos los olores alrededor, como las hamburguesas. Todo es realmente ruidoso. El tráfico», dijo la polaca.
El caos del torneo va más allá que la flexibilidad legal y el fotógrafo que entró a la pista antes de que acabar el partido, llega a la propia naturaleza de los aficionados. El público estadounidense abraza las multitudes, los ruidos, el clamor mientras se desarrolla el deporte. Algo que choca frontalmente con la naturaleza del tenis. Calmado, tranquilo y silencioso. La última faceta la recuerdan los jueces de silla constantemente, pero no llega a cumplirse del todo.
Hasta en cuatro ocasiones se reclamó silencio desde la silla durante el partido entre Alcaraz y Bellucci. Llegó a ratos. Algo que puede ser contraproducente con la concentración. Así le ocurre en la actualidad a Adrian Mannarino. «Cuando tenía 20 años me encantaba este torneo, pero cuanto más envejezco, menos disfruto estar aquí. Es todo caótico. Siempre hay olores y mucho ruido por todas partes. A veces desearía concentrarme un poco más», argumentó.
Claro que siempre hay diversidad de sensaciones. Entre los tenistas locales no transcurre este sentimiento. Los Frances Tiafoe, Madison Keys o Ben Shelton, necesitan bullicio. Cuanto más ruido, mejor. «Me desenvuelvo bien en el caos», ha afirmado Tiafoe. «Encuentro paz en el caos porque me siento más incómodo en los torneos tranquilos», explicó Shelton. El US Open es como la vida misma, lo que es malo para unos es bueno para otros.
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