Los motivos del Alavés para ganar una final ‘gloriosa’
16 años y 11 días después o 5.855 noches más tarde. Un sinfín de corazones rotos y orgullosos. Una ciudad entregada que nunca se rindió. Y un club que ha vuelto a la gloria tras penar por la división de bronce del fútbol español. Un cóctel perfecto que se vuelve a unir para lograr la machada. Para hacer los que muy pocos ven posible. El Alavés, Vitoria y Alava en bloque jugarán en el estadio Vicente Calderón ante el Barcelona la final de la Copa del Rey. La gesta es difícil, pero ni mucho menos imposible.
Esta escuadra vasca que ha encandilado a todo el fútbol español durante toda la temporada tiene un sueño. Su fútbol alegre, mezclado con el atrevimiento de la juventud y el poso que da la experiencia de hombres como Toquero, les ha llevado a jugar el partido más especial del año en España. Una final que muy pocos esperaban, pero donde ahora creen seriamente que pueden dar la sorpresa.
Vitoria lleva semanas engalanada con los colores del Alavés. La plaza del Ayuntamiento, comercios, bares, estatuas… están adornados para la ocasión. Cualquier sitios es bueno para presumir de equipo. Y se espera que el 10% de la población de Vitoria, cerca de 25.000 personas, se desplacen a Madrid para vivir el gran día. La ciudad entera se ha volcado con un equipo que está decidido a sacarse la espina de la final de la UEFA perdida en Dortmund ante el Liverpool.
Por Compañón, La Paca y una generación
El Alavés juega sin presión la final, ya que el Barcelona es el equipo que está obligado a ganarla. Por ello, el vestuario sabe que juega con eso de que tienen mucho que ganar y muy poco que perder. Pero sí juegan por todos aquellos que se quedaron muy cerca de tocar el cielo el 16 de mayo de 2001 y por todos los que han peleado por el Alavés durante los 96 años de historia que tiene el club. Los que no le dejaron sólo cuando no se jugaban finales o se ganaba en el Camp Nou y sí se tenía que pelear por sobrevivir en los campos de Tercera.
Dos símbolos de la historia del Alavés son José Luis Compañón y Francisca Ortiz de Guzmán, más conocida como La Paca. Ambos ya fallecidos vivieron aquella final de 2001 y fueron recordados en Mendizorroza en la víspera de las semifinales de la Copa ante el Celta. Compañón trabajó durante más de 50 años en el club vitoriano, hasta que terminó siendo presidente de honor. Por otro lado, La Paca estuvo más de 70 años siguiendo al club de sus amores. Conoció a Quincoces, vivió lo mejor y lo peor del club y toco el cielo en Dortmund, donde estuvo presente.
Los dos están inmortalizados en la fachada de Mendizorroza junto a otros momentos históricos del Alavés. En esa hilera de murales hay hueco para alguno más, donde podrían ser pintados los chicos de Pellegrino. Pase lo que Vitoria está orgullosa de estos chicos que les han hecho soñar.
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