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Champions League: Atlético de Madrid 2-1 Bayer Leverkusen

El Atlético patenta los milagros

El equipo le remonta un 0-1 al Leverkusen con dos golazos de Julián Álvarez

Demostración de resiliencia rojiblanca, con Barrios expulsado a los 23 minutos

Abierta la puerta del Top 8 de la Champions a falta de una jornada

El Atlético patenta los milagros. En una noche mágica, superando 50 minutos de inferioridad numérica y un gol en contra, ante un Bayer Leverkusen que le bailó en la primera parte, el equipo de Simeone completó un ejercicio ejemplar de resiliencia y acabó llevándose una victoria espectacular con dos goles de Julián, el último en el minuto 89, que le abren de par en par las puertas del Top 8 de la Champions. En el panteón rojiblanco habrá que reservar un espacio para el partido de hoy. Esta exhibición de fe y de amor propio se merece pasar a la historia, sobre todo porque para llegar hasta ella fue preciso superar un verdadero camino repleto de espinas.

El estadio recibió al Atlético convencido de que iba a llevarlo en volandas hacia una victoria decisiva, pero lo que se encontró fue una verdadera pesadilla. El Cholo pecó de exceso de respeto, planteó un partido a la contra, y lo único que consiguió fue verse dominado de cabo a rabo por un Bayer Leverkusen inmensamente superior desde que el balón se puso en movimiento que marcó el ritmo del juego y mantuvo tanto a Julián como Griezmann muy alejados de su portero, sobre todo porque el francés apareció convertido en extremo izquierdo, justo la demarcación en la que triunfó en la Real Sociedad…hace 15 años.

Oblak mantuvo a salvo al equipo en el arreón inicial alemán, pero en la lluviosa jornada madrileña todo eran malas noticias. A los 23 minutos Barrios entró con demasiada vehemencia ante Mukiele en el VAR recomendaron al árbitro que revisara la jugada. El italiano corrió al monitor, donde se encontró una toma trasera que desvirtuaba por completo la acción, que resolvió con la primera tarjeta roja que ve el centrocampista madrileño en toda su carrera deportiva en la primera plantilla.

Con un futbolista menos ante un rival que hasta aquel momento había sido muy superior y más de una hora de partido por delante, al Atlético se le apagaron todas las luces. Simeone trató de recomponer la situación mandando a la banda a Julián y empezó a plantearse pequeños objetivos para ir capeando el temporal, el primero de ellos llegar al descanso con el 0-0. Parecía cumplido, pero ni en eso tuvo suerte. Con el tiempo cumplido un centro desde la derecha lo cabeceó Hincapié en el segundo palo picado hacia abajo y esta vez ni siquiera Oblak pudo llegar. Si había que elegir el peor momento posible para encajar un gol, era precisamente ese.

Obligado a remar contra un río embravecido, Simeone prescindió de Galán, que no había podido con Frimpong en la primera parte, y tiró de la contundencia de Reinildo, al que rescató del ostracismo para enfrentarle al holandés. No pudo salirle mejor. A los 52 minutos el mozambiqueño se tiró al suelo para repelar un disparo del extremo de Países Bajos, el balón le llegó a Griezmann, que envió largo a Julián, y el delantero argentino, solo contra el mundo, fabricó un verdadero milagro superando a Tah y rematando cruzado al fondo de la portería de Kovar. El Metropolitano se volvió loco mientras Xabi Alonso no daba crédito. El duende del fútbol en su máxima expresión.

El 1-1 fue para el Atlético como si el druida Panoramix hubiera repartido cantimploras de poción mágica entre todos sus futbolistas. Los diez que había sobre el campo se mutaron en bersekers y arrollaron a un Leverkusen que no sabía por donde le caían los golpes. Ahí fue decisivo el árbitro, que le perdonó la segunda amarilla a Wirtz, que evitó un contragolpe arrojando al suelo a Giuliano. Simeone y todos los jugadores se tiraron encima del italiano, pero no le dio la gana expulsarlo. Él sabrá por qué.

También de ese golpe se levantó el Atlético, que rozó el 2-1 en varias jugadas que enardecieron la grada. Faltó acierto en el pase final, pero a los alemanes les entró miedo y empezaron a recular como no habían hecho hasta entonces aunque siguieran con ventaja numérica. Aunque les duró poco. A los 76 minutos Massa compensó su fechoría anterior y le enseñó la segunda amarilla a Hincapié. El partido se igualó en efectivos con un cuarto de hora por delante.

Diez contra diez, el Atlético tuvo mucha más fe que el Leverkusen y el destino se lo recompensó. Correa peleó un balón que parecía perdido y el rechace le cayó a Julián, que dribló al portero y marcó a portería vacía mientras el estadio se caía y todo el banquillo rojiblanco corría con las venas hinchadas para ahogar a la araña en un abrazo infinito. Pasarán muchos, muchos años antes de que se olvide semejante partido.