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Ciclismo: la ronda se ha corrido en plena crisis del coronavirus

Así ha sobrevivido la Paris-Niza al coronavirus

La Paris-Niza finalizó este sábado, un día antes de lo previsto, en medio de una vorágine de críticas y dudas en torno a su celebración, convirtiéndose en el último evento superviviente antes del obligado parón por el avance del coronavirus

Nairo Quintana se proclamó vencedor de la última etapa y Maximilian Schachmann, ganador de la clasificación general

  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

En medio del clima de cierre y aplazamientos al que ha obligado el coronavirus, el ciclismo mundial encuentra una excepción de difícil explicación en una de las carreras clásicas del calendario. La Paris-Niza finalizó este sábado en el sur de Francia, una zona que, a pesar de estar golpeada por el COVID-19, no ha sido impedida de ver transitar a algunos de los mejores corredores del pelotón en una ronda que ha ido más allá de lo deportivo y en la que pocos encuentran explicaciones a su celebración.

La reciente suspensión del Giro de Italia en las fechas previstas –9 al 31 de mayo– debido a la prohibición de Hungría de comenzar la carrera en sus calles, deja constancia de lo inverosímil de la disputa, dos meses antes, de una carrera que ha luchado contra todo y contra todos para poder acabar con dignidad, pero también con riesgo. El alemán Maximilian Schachmann se proclamó vencedor tras ser el mejor en el esfuerzo constante de siete días, que debieron ser ocho, pero la organización, testaruda a la hora de mantenerse en pie mientras Milan-San Remo, Giro, Tirreno o Flandes caían, no tuvo más remedio que amputar la última etapa para poder finalizar sin el riesgo –aún más– exagerado de obtener consecuencias graves.

La octava etapa no fue lo único que se bajó de las previsiones de la Paris-Niza en medio de la crisis del coronavirus. Días antes del comienzo de la ronda gala, equipos de élite entre los que se encontraba el Movistar Team decidieron no subirse a la bicicleta para celebrar ninguna carrera. En todas recibieron –o ya lo habían hecho– el soporte de las organizaciones en modo de suspensión, pero la Paris-Niza comenzó sin corredores de élite que habían preparado la carrera y otros casos a repasar que se bajaron en marcha por diferentes motivos que engloban a uno común y sabido por todos.

El coronavirus hizo que uno de los conjuntos más activos de la Paris-Niza, el Bahrein Merida, tomara la decisión de no salir a rodar en la sexta etapa de la ronda. La victoria, extraordinaria, del español Iván García Cortina en el tercer parcial quedará sellado en el palmarés de la carrera, pero la obligación del equipo era no seguir rodando ante la posibilidad de que uno de ellos fuera infectado del COVID-19. Distinto, pero en fondo similar, fue el caso del estadounidense Tejay Van Garderen, quien abandonó de motu proprio –su equipo Education First acabó en el podio con Higuita– después de conocer el anuncio de Donald Trump de cerrar el país por el coronavirus.

Espectáculo ciclista en territorio de riesgo

Las críticas vertidas hacia la carrera por la falta de protección a los ciclistas fueron consideradas en segundo plano por la organización, dejando en el primero el espectáculo deportivo que, si bien imprudente, ha permitido al aficionado medio disfrutar de los que posiblemente hayan sido los últimos días de ciclismo del bueno y en vivo en las próximas semanas.

Fueron los ciclistas, con Schachmann como merecido vencedor y Benoot, Higuita, Nairo o Cortina ejerciendo de secundarios de lujo, los que pusieron el espectáculo y la profesionalidad por encima incluso de una pandemia mundial en las carreteras de uno de los países más afectados. La cuarentena y el cierre de los países comienza a expandirse para frenar al peligroso virus, pero mientras, la Paris-Niza se ha convertido en el último superviviente en un clima de suspensiones que amenaza con extenderse hasta una lejana nueva orden.