Así era el plan de Alemany que no quiso ejecutar Gil Marín
El directivo mallorquín propugnaba por una remodelación integral de la plantilla del Atlético
El tope máximo de salario, salvo alguna excepción, sería de 2,5 millones anuales
El plan implicaba rescindir contratos con jugadores asentados desde hace años
Afrontar una remodelación integral de la plantilla rescindiendo contratos de jugadores asentados en el equipo desde hace años y emprender una renovación basada en futbolistas jóvenes con salarios que, salvo alguna excepción muy puntual, no superaran los 2,5 millones de euros anuales. Éstas eran las líneas básicas del plan de actuación de Mateu Alemany en el Atlético de Madrid que Gil Marín no quiso ejecutar.
Nunca llegó a haber una oferta formal presentada al ejecutivo mallorquín, aunque sí se produjeron varias conversaciones con Miguel Ángel Gil Marín, con quien Alemany mantiene una relación de amistad desde hace años, y de hecho hubo un momento en el que se dio por hecho que acabaría en el Atlético. Durante ese intervalo sí que se le preguntó por cómo creía él que debería ser la filosofía deportiva del club, y la respuesta fue contundente.
Mateu Alemany apostó por repetir la fórmula que tan buen resultado le dio en el Valencia (campeón de Copa) y en el Barcelona (campeón de Liga): meter un tijeretazo radical y prescindir de los salarios más elevados, aunque eso significara conceder alguna baja traumática. Casos como los de Lemar, Saúl o incluso Morata entran dentro de esta categoría, pero no son los únicos. Giménez, al que el Atlético ha renovado hace pocos meses, hubiera sido otro de los afectados. En realidad la remodelación alcanzaba a casi todos con las excepciones de Griezmann y Oblak, y en el caso del portero esloveno no se descartaba un traspaso en caso de que hubiera llegado una oferta por él lo suficientemente atractiva, porque su ficha supone un verdadero problema a la hora de cuadrar el límite salarial.
Para Alemany el cambio necesario en el Atlético pasaba por fichar jugadores jóvenes y con proyección, pero con salarios contenidos. En este sentido el tope que se marcaba era de 2,5 millones de euros, techo que debía ser aplicable a toda la plantilla excepto a dos o tres veteranos con rendimiento garantizado. Una verdadera revolución que Miguel Ángel Gil Marín, que es tradicionalmente muy conservador, no se atrevió a afrontar.
Las negociaciones con el directivo mallorquín se detuvieron hace meses, pero es probable que vuelvan a reanudarse si el equipo no consigue su objetivo de clasificarse entre los cuatro primeros y obtener en consecuencia una plaza en la Champions. En ese caso no hay que descartar que vuelva a sentarse en una mesa con Gil Marín y se desbloquee el principal escollo que existió en el pasado para el desembarco de Mateu en el Atlético, que es la salida de Andrea Berta. Alemany aspira al puesto de director deportivo y el italiano tiene un año más de contrato. De ahí la importancia de una recta final de temporada que podría ser determinante en el futuro a corto plazo del club rojiblanco.
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