Silvia Llop, psicóloga del amor, destapa el verdadero significado de que tu pareja te pida un tiempo
En el mundo de las relaciones sentimentales hay frases que, aunque suenan conocidas, nos dejan el alma hecha trizas. Una de las más repetidas es: «Necesito un tiempo». Puede parecer una expresión neutra, incluso razonable. Tal vez te suene como una especie de pausa para respirar, para pensar con claridad… Pero cuando viene de tu pareja, se convierte en una herida abierta que te lanza de lleno a la incertidumbre. Te deja preguntándote si ese «tiempo» es el principio del final o solo una fase confusa antes de una posible reconciliación.
La psicóloga Silvia Llop, reconocida por su enfoque claro y sin tapujos en temas del corazón, lo explica sin rodeos: cuando tu pareja te pide un tiempo, en la mayoría de los casos, no está buscando claridad emocional… está buscando distancia, libertad o incluso experimentar con otras personas sin que parezca una traición. Aunque parezca duro, es una verdad que, al aceptarla, puede liberarte de años de desgaste emocional, dudas y falsas esperanzas. Porque muchas veces, lo que se disfraza de pausa amorosa, es en realidad una despedida disfrazada de posibilidad.
¿Qué significa que tu pareja te pida un tiempo?
¿Cuántas veces hemos escuchado historias de parejas que “se dieron un tiempo”? Probablemente demasiadas. Y, aunque algunas terminan con una segunda oportunidad, la mayoría acaban con una ruptura definitiva. Pero lo que realmente desgasta no es la ruptura en sí, sino el periodo intermedio: ese limbo emocional en el que uno de los dos espera, mientras el otro se aleja, muchas veces sin intención real de volver.
Silvia Llop lo resume con contundencia: «Pedir un tiempo es, en muchos casos, una manera amable de decir «ya no quiero seguir contigo» o peor aún, «quiero probar algo con otra persona y luego decidiré»», tal y como recoge El Español. Y esto, lejos de ser un acto de honestidad, puede convertirse en una forma de traspasar la responsabilidad del malestar al otro.
Mientras tanto, la persona que se queda esperando entra en una espiral de preguntas: ¿Volverá? ¿Qué hice mal? ¿Debería haber hecho más? Se instala la culpa, la inseguridad y el autoanálisis obsesivo, sin que eso garantice ninguna respuesta real. Porque cuando alguien quiere estar contigo, no te pide tiempo: se queda, se implica y lucha por lo que tienen.
Uno de los mayores errores que cometemos cuando estamos emocionalmente involucrados es aceptar menos de lo que merecemos. Nos aferramos a palabras que suenan ambiguas, como «necesito espacio» o «no es el momento», con la esperanza de que detrás de ellas se esconda un amor verdadero en pausa. Pero muchas veces, lo que estamos aceptando son migajas emocionales que deterioran nuestra autoestima poco a poco.
La psicóloga del amor lo advierte con claridad: si alguien te muestra desde el principio que no quiere lo mismo que tú (sea una relación estable, compromiso o un proyecto en común), no es tu deber convencerle, ni luchar para demostrarle que «mereces la pena». Ese esfuerzo constante desgasta y coloca tu valor personal en manos de alguien que, claramente, no está dispuesto a ofrecerte lo mismo.
En el fondo, sabemos lo que queremos. Y también sabemos cuando no lo estamos recibiendo. Pero preferimos esperar, creyendo que seremos «la excepción”» que con el tiempo esa persona cambiará, que en algún momento abrirá los ojos y verá todo lo que le damos. Pero la verdad es otra: quien quiere estar, está. Y quien duda, ya ha tomado una decisión, aunque aún no la haya verbalizado.
La metáfora de la silla
Uno de los conceptos más potentes que Silvia Llop utiliza para explicar por qué muchas veces no encontramos una relación sana es lo que llama «la teoría de la silla». En palabras simples: tu disponibilidad emocional es como una silla. Si en ella aún está sentado tu ex, una historia sin compromiso, o alguien con quien tienes una relación ambigua y sin futuro, entonces no hay espacio para nadie más.
Y no hablamos sólo de disponibilidad física. Es mental, emocional y hasta energética. Si tus pensamientos están centrados en tu pareja, alguien que no te valora, si te sigues preguntando qué pasaría si volviera, si sigues revisando sus redes o respondiendo mensajes con la ilusión de una reconciliación… tu silla sigue ocupada.
Entonces, ¿cómo puede entrar en tu vida alguien nuevo, sano y dispuesto a construir algo contigo? Simplemente, no puede. Porque el espacio ya está lleno de vínculos sin sentido, ilusiones rotas o heridas sin sanar. Liberar esa silla no es fácil, claro. Requiere decisión, tiempo y honestidad contigo misma. Pero es imprescindible si quieres abrirle la puerta al amor real.
Una relación saludable se construye entre dos personas que se eligen cada día, sin dudas ni juegos emocionales. Y si no es eso lo que tienes ahora, quizás ha llegado la hora de liberar esa silla, cerrar ese capítulo y prepararte para algo mejor.
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