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Mezcla homogénea: qué es y cómo se aplica

Muchas de las cosas que usamos a diario, incluso las infusiones que bebemos, pueden ser clasificadas como fenómenos químicos. Si todas las mañanas consumes un café con leche y azúcar, lo que estás haciendo es ingerir una mezcla homogénea. Ahora bien, ¿de cuáles se trata? ¿Cuáles son las características que la definen y la contraponen a la mezcla heterogénea?

En pocas palabras, una mezcla homogénea es aquella en la que las sustancias que la componen no pueden distinguirse entre sí. Contrariamente, en las heterogéneas pueden ser diferenciadas. Dicho esto, vamos a centrarnos en las cualidades de las primeras.

Utilización y descripción de la mezcla homogénea

La mezcla homogénea puede ser formada por sólidos, líquidos y gases. También puede ser una combinación de ellos, como la sal o el azúcar disueltos en agua (sólido y líquido).

El agua puede formar mezclas homogéneas con otros líquidos, así como los gases. Algunos de ellos también pueden disolverse en agua y sólidos, como es el caso del dióxido de carbono en los refrescos con azúcar (líquido, sólido y gaseoso).

En química, las mezclas homogéneas también se conocen con el nombre de soluciones y sus componentes se denominan soluto (lo que se disuelve) y solvente (generalmente, el de mayor cantidad).

Las mismas se emplean en industrias diversas, desde la cocina hasta la construcción, porque tienen variadas aplicaciones útiles.

Aún cuando los componentes conservan sus propiedades químicas, y hasta pueden ser separados de nuevo si fuera necesario, resulta imposible detectar dónde empieza uno y termina el otro. Si te gusta la gastronomía y cocinar a diario, probablemente habrás notado que las mezclas homogéneas son clave. Se suele mezclar hasta que todos los ingredientes se «homogeneicen» en uno sólo.

Otros ejemplos de mezclas homogéneas

El aire que estás respirando mientras lees este artículo es una mezcla homogénea. Si bien está compuesto por numerosos gases, entre ellos el argón, el oxígeno, el nitrógeno y el dióxido de carbono, observándolos seríamos incapaces de separar uno del otro.

En la cocina, pasa algo similar si echamos sal al agua. Al cabo de unos pocos segundos, podemos notar que ésta desaparece. También sirve como referencia el agua salada de mar. ¿Has percibido la sal con tus ojos? No, debemos recurrir a otros sentidos.

El agua y el alcohol provocan una mezcla homogénea común. Muchos cócteles se preparan mezclando agua y alcohol. Gracias a ello, el barman obtiene una mezcla líquida homogénea que es aprovechada como base y complementada con más productos. Al paladar se diferenciará la presencia de cada componente, pero a la vista es imposible distinguir uno del otro.