¿Qué gasta más, cocinar en vitrocerámica o en horno?
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Teniendo en cuenta que el precio de la luz se sitúa en máximos históricos, es de especial interés conocer cuáles son los electrodomésticos que más consumen en el hogar. A la hora de cocinar, hay muchos alimentos que podemos preparar en la vitrocerámica o en el horno, como por ejemplo las patatas o el pescado. Ahora bien, ¿cuál de estos gasta más?
Vitrocerámica
Vamos a empezar por la vitrocerámica. Cocinar en ella es una de las actividades más frecuentes en el hogar, pero debemos saber que consume mucha energía.
En función del tipo de vitrocerámica y de la potencia de la misma, las placas pueden consumir entre 400 y 900 kW al año, lo que se traduce en un gasto de 120 euros en la factura de la luz de media.
Muchas veces en las que utilizar la vitrocerámica es imprescindible, así que es conveniente conocer una serie de consejos para ahorrar electricidad:
- Aunque es algo lógico, hay quienes se olvidan de utilizar la placa de cocción adecuada para la tarea en cuestión. Siempre es mejor utilizar un fuego pequeño o del mismo diámetro que el recipiente que vamos a utilizar en lugar de un fuego grande.
- Los recipientes siempre deben estar centrados, para que el calor se distribuya adecuadamente y se calienten como es debido. De esta manera, necesitaremos menos tiempo para cocinar y el consumo será menor.
- Tapar los recipientes es fundamental. Cuando no tapamos las ollas y cazuelas, el consumo de electricidad se dispara hasta un 15%.
Horno
En cuanto al horno, aunque el nivel de consumo también es considerable, es inferior al de la vitrocerámica, de entre 200 y 400 kWh al año. Uno de los principales errores que cometemos es el de utilizarlo para pequeñas cantidades de comida.
Una vez encendido, debemos aprovecharlo para cocinar más platos. Encender y apagar el horno continuamente no es una buena idea ya que malgastaremos energía de manera innecesaria.
En ocasiones, necesitamos abrir la puerta para comprobar que el plato está quedando como queremos. Sin embargo, es algo que no debemos hacer con frecuencia porque cada vez que abrimos la puerta del horno, se pierde mucho calor.
Una buena manera de aprovechar el calor residual es apagar el horno cinco minutos antes de acabar de cocinar. El calor residual es suficiente para terminar el plato sin que afecte a su calidad.
A modo de conclusión, la vitrocerámica gasta el doble de energía que el horno, pero con ambos podemos ahorrar energía con un uso adecuado.
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