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La ciencia desvela por qué no nos hemos quitado esta canción de la cabeza en todo el 2023

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Las canciones que se quedan atrapadas en nuestra mente, conocidas como earworms, son melodías con letras simples y pegajosas, ritmos repetitivos y una duración corta, que se repiten en un loop sonoro en la corteza cerebral auditiva. Estas canciones pueden permanecer en nuestra cabeza desde unos minutos hasta varios días, siendo difíciles de olvidar debido a su naturaleza pegadiza y fácilmente recordable. En 2023, la canción «Nochentera» ha sonado en toda partes, la cual tiene una letra pegadiza que evoca una noche llena de energía y recuerdos de los años 80.

El fenómeno de «Nochentera»

La familiaridad con una canción popular puede incrementar el placer al escucharla, activando áreas cerebrales de recompensa como el núcleo accumbens al reconocer melodías familiares. La exposición repetida a un éxito musical puede fortalecer su reconocimiento, provocando que se quede «atrapada» en la mente como un ‘gusano del oído’, reproduciéndose mentalmente en un bucle, lo que aumenta su efecto pegadizo.

El  ‘gusano auditivo’ (conocido como ‘earmwors’ en inglés) es un fenómeno coloquial y neurocientífico llamado Imaginería Musical Involuntaria (INMI), que representa un evento cognitivo espontáneo presente en la vida mental de las personas.

Según un estudio de la Universidad de Goldsmiths, el impacto de la repetición musical está vinculada al tamaño y la forma de áreas cerebrales como las cincunvoluciones de Heschl y el giro frontal inferior. Además, la Universidad de Sheffield sugiere que personas con rasgos neuróticos, obsesivo-compulsivos o que se mueven al ritmo de la música pueden ser más susceptibles a este fenómeno.

Tras realizar más de 2.500 encuestas, investigadores de esa universidad no encontraron un solo desencadenante específico para los ‘earworms’. Concluyeron que estos fenómenos pueden ser provocados por una variedad de factores, desde el estrés hasta una emoción o incluso una palabra. Por otro lado, Daniel Levitin, un psicólogo de la Universidad McGill de Quebec, ha explorado estos fenómenos desde una perspectiva evolutiva.

Daniel Levitin ha propuesto una teoría interesante al explicar que durante la mayor parte de los 200.000 años de la historia humana, antes de la escritura, nuestros antepasados dependían de la memorización de palabras. Sugiere que cuando una idea se asocia con una melodía pegadiza, un ritmo y una letra, facilita la recuperación rápida y precisa de información vital, como identificar alimentos o plantas venenosas. Esta conexión entre música y memoria pudo haber dado origen a los ‘earworms’, siendo una adaptación que simplifica la retención de información importante.

Síndrome de la canción atascada

Nuestra corteza auditiva tiene afinidad por letras simples y memorables, lo que explica por qué ciertas canciones se quedan en nuestra mente. Nuestro cerebro busca patrones y repeticiones, lo que hace que recordemos canciones sencillas y las tarareemos mentalmente. Aunque la canción deja de sonar, la corteza auditiva primaria izquierda se activa al escucharla, persistiendo la canción en nuestra mente incluso después de haber dejado de oírla.

Un estudio de resonancia magnética ha demostrado que la misma área cerebral se activa al imaginar una canción, sugiriendo que el ‘gusano del oído’ se nutre del sistema de memoria en la corteza auditiva. Este fenómeno se relaciona con un instinto de supervivencia, operando similarmente al bucle fonológico, un mecanismo utilizado para retener información auditiva por breve tiempo, como memorizar un número telefónico al repetirlo en voz alta, según investigaciones publicadas en ‘Nature’.

La INMI tiende a aparecer cuando la mente no está enfocada en una tarea específica, posiblemente relacionada con la actividad de la «red de modo predeterminado» que se activa durante la mente errante. Estudios con resonancia magnética de la Universidad de Londres sugieren que la frecuencia de la INMI está vinculada al grosor de ciertas áreas cerebrales relacionadas con la percepción auditiva y la memoria musical.