La babosa esmeralda, el animal de la fotosíntesis
La fotosíntesis se enmarca como ese proceso mediante el cual las plantas absorben la energía del sol para transformar el sustrato inorgánico en materia orgánica rica en energía. Un desarrollo metabólico que todos conocemos y que siempre se ha relacionado en exclusiva con el ámbito de las plantas, hasta ahora. Sorprenderte con cosas increíbles es uno de los aspectos más destacados de esta sección, por eso vamos a enumerar las características más curiosas de la babosa esmeralda, el único animal que es capaz de realizar la fotosíntesis.
Un organismo con atributos de planta
Conocida científicamente como Elysia chlorotica, la babosa esmeralda se enmarca como uno de los animales más extraños del mundo. Un molusco gasterópodo marino que habita en el litoral Atlántico de América del Norte donde suele acechar cercana a las desembocaduras de los ríos. Su peculiar apariencia con forma de hoja junto a su intenso color verdoso acompañado de manchas blancas o rojas ha generado la curiosidad de miles de estudiosos que han querido saber más cosas acerca de este organismo.
La fisiología de su cuerpo es tan estrecha como una hoja, un torso que se ensancha en los laterales cuando la babosa se encuentra en estado de reposo. Un ser vivo muy difícil de ver tanto por sus rasgos de camuflaje como por unas dimensiones que no pasan de los 45 mm de tamaño. Además, la babosa esmeralda tiene la capacidad de plegarse sobre si misma cuando se encuentra en alguna situación de peligro.
La fotosíntesis de la babosa
La forma de este animal no pasa desapercibida pero lo que sin duda le distingue del resto es que puede fotosintetizar durante la mayor parte de su vida. Una habilidad que el organismo no posee de nacimiento pero que va adquiriendo al alimentarse de un alga xantofícea llamada Vaucheria Litorea. Una curiosa especie de la que extrae los cloroplastos para incorporarlos a su propio cuerpo.
Este alimento permite dotar a la babosa de una capacidad única de las plantas y todo un privilegio: alimentarse de la luz del sol. Los cloroplastos son una toxina habitual para la mayor parte de los seres vivos, pero los rasgos evolutivos de la babosa esmeralda han permitido que esta misma sustancia pueda permitirles alimentarse del mismo sol. Un rasgo verdaderamente interesante que está siendo estudiado por los científicos con la finalidad de sacar aprender más sobre el proceso.
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